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Juan Velarde

La crisis de la industria del automóvil

Lo que se encuentra detrás es que la técnica de fabricación de automóviles no es demasiado complicada, y la competencia es relativamente fácil.

Lo que se encuentra detrás es que la técnica de fabricación de automóviles no es demasiado complicada, y la competencia es relativamente fácil.

El año 2013 comienza con una especie de suspiro de alivio al conseguir, al parecer, sortear una fuerte crisis fiscal los Estados Unidos. Inmediatamente, esto se trasladó a las Bolsas. Pero, simultáneamente 2013 se inicia con una crisis importante en el sector europeo del automóvil. Luis M. Ontoro señalaba en ABC el 3 de enero de 2013 que esta actividad se derrumbará de tal forma que "ni siquiera remontándonos al comienzo de la serie estadística de las patronales de fabricantes (Anfac), concesionarios (Faconauto) y vendedores (Ganvan), que comienza en 1989, se encuentran datos similares". Normalmente se pensaría, como se hace en ese artículo, que se debe "al actual contexto de parálisis de la demanda y falta de crédito", por lo que incluso "podría haber sido peor".

Pero he aquí que en otro país, donde la crisis general no se parece gran cosa a la nuestra, Francia, nos encontramos con una situación paralela. En Le Figaro de 3 de enero de 2013, Cyrille Pluyette publica un documentado artículo titulado "2012, año negro para el mercado del auto francés". "Las ventas de vehículos nuevos han caído por debajo de la línea de 1’9 millones de ejemplares, la más baja desde 1997", lo que supone un hundimiento del 13’9% en las ventas. En el periodo 2009-2011, éstas habían sobrepasado los 2’2 millones de vehículos. El asunto es tan conocido en Francia, que el chiste de "Plantu", en Le Monde, también de 3 de enero de 2013, glosando que en la noche de San Silvestre, los gamberros habían quemado 1.200 vehículos en Francia, hace decir a un interlocutor irritado: "¡¡Es poco todo eso!! ¡¡No es eso lo que va a relanzar las ventas de los automóviles!!"

Naturalmente, el diario económico Les Echos, también del 3 de enero de 2013, titula a dos páginas –las 12 y 13, después de una referencia en la portada– "En un mundo en crisis, Renault y PSA suben". Por supuesto que la coyuntura tiene algo que ver, pero en la prensa del país vecino aparece otro factor. Un artículo se titula como complemento "En el automóvil, la producción china aplasta cada vez más a la concurrencia". Es en Financial Times donde encontramos datos muy importantes en este sentido: "la producción automovilística china debería así sobrepasar en 2013 a toda la producción europea" –incluyendo en ella a Turquía y a Rusia–, con una producción de 19’6 millones de vehículos, un 10% por encima de la cifra de 2012, mientras que el citado ámbito europeo debería conformarse con lanzar al mercado 18’3 millones de automóviles. Norteamérica produjo 14’7 millones en 2012. General Motors, Ford y Chrysler se encuentran aprovechando un mercado en fuerte incremento. Como se lee en Le Monde de 5 de enero de 2013, en este sector, "Europa llora y los Estados Unidos, ríen". De comienzos de 2010 a finales de 2012 el precio medio por vehículo norteamericano ha pasado de 20.700 a 23.000 euros.

Lo que se encuentra detrás es que la técnica de fabricación de automóviles no es demasiado complicada, y la competencia es relativamente fácil. Lo tenemos actualmente en el caso del productor coreano Hyundai-Kia, que Le Figaro califica de muy agresivo en precios, y que ha aumentado sus ventas en 2012 respecto a 2011 en un 28’2%. Y la idea de los vehículos eléctricos va acompañada, señala la misma información, que por ahora tienen una "demanda ínfima".

Únase todo esto al hecho de que la línea marítima Asia-Europa bate todas las marcas anteriores, y conviene recordar que rodea a España, y podría, por ello, incitar a fabricantes de numerosos lugares a invertir en nuestra nación. Pero también esta crisis del automóvil, por fuerza debe hacer pensar a los dirigentes de nuestra política económica, que no es por ahí por donde debemos esperar un progreso económico importante. Ese rey va desnudo y conviene advertirlo de todos los modos imaginables. He ahí otra reconversión industrial que, con todo el tacto que se precisa, ha de plantearse. Todo no lo puede resolver el plan PIVE de ayudas dirigidas a la compra de vehículos. Pero, como se señala inteligentemente en el citado número de ABC, "los rigores del ajuste fiscal, que ha afectado prácticamente a todas las partidas presupuestarias, no permiten excepciones. No obstante, el PIVE se financió con cargo al IDEA –Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía– dependiente del Ministerio de Industria. Y su titular, José Manuel Soria, ha reiterado su intención de prorrogar el programa siempre con la condición de que "haya recursos".

He ahí un problema, y no el menor, de nuestro sector industrial.

En Libre Mercado

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