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Alemania también despilfarra: el aeropuerto fantasma de Berlín

Presupuesto inflado, derroche, retrasos... suena a alguna obra pública española pero es lo que está ocurriendo con el nuevo aeropuerto de Berlín.

Presupuesto inflado, derroche, retrasos... suena a alguna obra pública española pero es lo que está ocurriendo con el nuevo aeropuerto de Berlín.
Las vacías pistas del aeropuerto | Flughafen Berlín Brandenburg

El nuevo aeropuerto de Berlín, llamado a ser el más importante de la austera Alemania y de toda Europa, ha terminado convirtiéndose en una pesadilla para su impulsor, el actual alcalde; para las aerolíneas que confiaron en el proyecto y que llevan perdidos decenas de millones y para los ciudadanos de la capital germana, que ven a su ayuntamiento atrapado en una obra inacabable que está consumiendo buena parte de sus recursos.

Aunque las infraestructuras están prácticamente terminadas, problemas de seguridad y distintas deficiencias detectadas durante su construcción han provocado varios retrasos en su inauguración. El último se conoció esta semana: tras haberse anunciado que el aeródromo estaría por fin listo en otoño de 2013, la compañía responsable del proyecto filtró que no se abrirá hasta 2014. La puntilla la ponían unas declaraciones del jefe técnico responsable del aeropuerto, que calificaba de "agudos" y "horribles" los problemas que necesitaban ser solventados.

La prensa germana, que lleva años escandalizada con este asunto, ha vuelto a llevar a sus portadas el que es ya el quinto retraso en la apertura con palabras como "desastre", "ruina"o "megalomanía". Aluden en este último caso a las ambiciones políticas, a las que señalan como causa última de la situación. El nombre más repetido, el del alcalde, Klaus Wowereit, del SPD, que ha visto fulminadas sus esperanzas de ascender en el partido –su nombre llegó a sonar para la candidatura a la cancillería- y cuya dimisión parece cada vez más cercana.

El aeropuerto alemán sin aviones

La idea de dotar a Berlín de un gran aeropuerto que se convirtiera en una referencia para toda Europa tomó cuerpo en el ya lejano 2001, convertido en la propuesta estrella del recién elegido alcalde Woweimer. El nuevo aeródromo vendría a sustituir a los tres aeropuertos de Berlín –Tegel, muy próximo al centro; Tempelhof, ya cerrado, y Schönefeld- y se convertiría en el más grande del continente, con una afluencia estimada de 74.000 pasajeros al día.

Aunque en un primer momento se confió la construcción del aeropuerto a un consorcio privado, en 2003 se decidió crear la denominada Sociedad del aeropuerto, con participación del gobierno berlinés, del estado de Brandenburgo y del gobierno federal, con plena capacidad de decisión.

En un arranque de optimismo, Woweimer llegó a declarar que esperaba tener abierto el aeropuerto en 2007. La realidad es que los numerosos cambios en la elección de materiales, los nuevos proyectos, como la construcción de un sofisticado hangar para aviones A-380 y diversos problemas relativos a fallos en los planos y en la seguridad han terminado multiplicando por dos el presupuesto hasta los 4.000 millones de euros actuales, sin contar las pérdidas para las empresas que confiaban en tener lista las infraestructuras para la fecha inicialmente prevista, octubre de 2011. Algunos medios estiman que solucionar los fallos detectados podría inflar la factura en mil millones más

Por el momento, el enorme aeropuerto está formado por terminales y estaciones fantasma, con cintas de equipaje y pantallas que se encienden esporádicamente para controlar que, al menos, todavía funcionan.

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