Gracias a las técnicas de mejora genética, fertilizantes, herbicidas, plaguicidas y fungicidas en la agricultura ha aumentado increíblemente la eficacia en la producción de alimentos. No obstante, poder comer tomates en invierno tiene sus inconvenientes. El sabor de los productos frescos es cada vez más diferente al de hace unos años.
Últimamente, la preocupación por la calidad de los productos frescos que consumimos ha aumentado entre la población. Debido a esto, la demanda de productos ecológicos está creciendo. La agricultura ecológica se puede definir de manera sencilla como un compendio de técnicas agrarias que excluye normalmente el uso de productos químicos de síntesis como fertilizantes, plaguicidas o antibióticos, lo que tiene como objetivo preservar el medio ambiente, mantener o aumentar la fertilidad del suelo y proporcionar alimentos con todas sus propiedades naturales.
Partiendo de esas premisas, Ángel Aguirrizabal y Adolfo Gómez fundaron Huerta Mediterránea, un proyecto de comercio online que vende fruta y verdura ecológica certificada y de temporada. Los socios de Huerta Mediterránea nos cuentan, en una entrevista a Libre Mercado, las claves de su negocio.
Pregunta (P): ¿Cuándo nace Huerta Mediterráneo?
Respuesta (R): En abril de 2009. Tras un primer periodo de actividad comercial decidimos cesar el negocio porque el desarrollo de la Web no era el adecuado, nos hacía difícil tener vida propia. Con todo lo aprendido en nuestra primera etapa decidimos volver a lanzarnos al mercado en septiembre de este año.
P: ¿Por qué el comercio ecológico?
R: Nosotros entendemos que es un negocio que realmente proporciona a la gente salud y ayuda a los medios rurales. Es algo muy interesante en todos los aspectos. Los alimentos han perdido su sabor, por eso la ocurrencia.
P: ¿Quiénes son vuestros principales proveedores?
R: La gran diferencia que tenemos con otros grupos que hacen lo mismo que nosotros es que nosotros sólo trabajamos con pequeñas explotaciones. Trabajamos con los agricultores, les contamos nuestra filosofía y nuestro proyecto, y si les parece bien, entran. No trabajamos con grandes explotaciones que se dedican a exportar.
P: ¿Cómo está funcionando el negocio?
R: Todas las semanas vamos a mejor. El usuario es un consumidor convencido de este tipo de alimentación.
P: ¿Realmente los productos ecológicos son tan diferentes?
R: Los entendidos son los que tienen que hablar; nosotros somos juez y parte. Pero los especialistas dicen que los productos ecológicos tienen mejores calidades en cuanto a sabor y textura.
P: ¿Qué tipo de productos tenéis?
R: Tenemos distintos tipos de cesta, todo productos de temporada, de eso va el ecologismo. El consumidor normal pide una cesta mixta. Todo esto lo apoyamos con una despensa de productos ecológicos como pan, aceite, huevos... Con los productos extra tenemos también la misma filosofía, huir un poco de la producción industrial.
P: ¿Cuál es el perfil del cliente de productos ecológicos?
R: Nosotros tenemos todo tipo de clientes, unos que hacen compras esporádicas y otros que se suscriben para que les mandemos una cesta cada dos semanas. Las cestas las puede construir el cliente a su gusto. La media de edad está en 40 años y se distingue poco entre hombre y mujeres. El target de público no es cerrado. Es un tema de mentalidad. Simplemente tiene que ser alguien que sea consciente de que hay muchos productos que consumimos que están bastante intoxicados.
P: ¿Es real que el producto ecológico es bastante más caro que el resto?
R: Efectivamente, es un poquito más caro pero no es mucho más que los productos que encuentras en el supermercado de calidad. Nosotros, además, ofrecemos otros servicios, como llevarlo a tu casa sin que te tengas que mover. Los agricultores ecológicos producen menos y requieren mayor esfuerzo, y eso hace que el precio se eleve.
P: Hay mucho debate con los precios que se pagan a los agricultores, en vuestro caso, ¿quién los fija?
R: Nosotros no negociamos precios, si podemos comprarlo lo compramos. El precio lo decide el agricultor que es el que se lo suda y el que sabe a qué precio tiene que vender su producto. Si no podemos comprarlo, no lo hacemos.