Bruselas quiere menos fumadores o, al menos, fumadores más informados sobre los riesgos para la salud y las arcas públicas que sufren y causan con su hábito. Como ya avanzó Libre Mercado, la Comisión Europea pretende cambiar el aspecto y el sabor del tabaco y aprobará en menos de dos años varias directivas.
Con pasión de exfumador converso, el recién estrenado comisario de Salud Pública, Tonio Borg, ha revelado el plan de Bruselas para "proteger al ciudadano europeo", es decir, estrechar más el cerco en torno al fumador y la industria europea del tabaco, a la que pretende imponer cajetillas aún más impactantes y la prohibición de aromatizantes o tamaños que, según el Ejecutivo comunitario, "facilitan que los jóvenes se enganchen".
Ése ha sido el mensaje de la Comisión Europea el día en que ha presentado su nueva normativa antitabaco, después de una larga polémica e incluso una escandalosa dimisión por parte de un comisario acusado de vender su influencia para obtener ventajas del sector. Con el nuevo comisario ya en ejercicio, Bruselas ha intentado zarandear conciencias al recordar las 700.000 muertes que, según las cifras manejadas por la Comisión Europea, se deberían a causas relacionadas con el tabaco cada año ("ciudades como Fráncfort o Palermo se borrarían del mapa", ejemplifican).
El Ejecutivo comunitario se prepara para una batalla de entre 2 y 3 años hasta que todas las instituciones den luz verde a su norma –los grupos políticos en la Eurocámara podrían incluso endurecerla-, y lo hace atiborrando sus argumentos de cifras. Y es que Bruselas no sólo se dice preocupada por la salud de los europeos, sino también por las finanzas públicas, que sufren cada año a causa del tabaco un zarpazo de 25.000 millones de euros por los costes de los tratamientos, o de 8.000 millones por el descenso de la productividad en el trabajo.
Por eso, para convencer, sobre todo a los jóvenes, de que fumar 'no mola' y erradicar "la falsa creencia de que algunos productos son menos dañinos que otros", la Comisión Europea ha propuesto prohibir el tabaco mentolado o de cualquier otro sabor que "haga más agradable fumar o enmascare los efectos perjudiciales". Será un panel de expertos el que decida cuáles son esos aromas. Y esa prohibición de aromatizantes se aplicará no sólo a los cigarrillos, sino también al tabaco para liar y a los cigarrillos sin humo.
Además, el modelo de cajetilla propuesto para los Veintisiete contiene imágenes igualmente impactantes que las que ya se ven en España y otros 9 países, pero con advertencias que copen tres cuartas partes del paquete, y no casi la mitad, como hasta ahora. "Los paquetes deben parecer tabaco, y no cosméticos o caramelo", ha argumentado.
Debate caliente
El recién llegado comisario ha aterrizado en la cartera de Salud Pública con una de las normativas que más pasiones despiertan. En una sala de prensa concurrida, como pocas veces logra llenarla el presidente Barroso, el maltés Borg se ha dicho preparado para "un debate caliente", en previsión de las enmiendas que sin duda, presentarán los grupos políticos y, sobre todo, para la guerra en el seno de los Gobiernos, entre los que Polonia, donde uno de cada cinco fumadores lo es de tabaco mentolado, se perfila como la más beligerante.
Este miércoles Borg ha adelantado ya que algunos de los argumentos que empleará para defender su directiva serán de lo más peregrinos, como, por ejemplo, comparar el tabaco con el cambio climático. Para el comisario, "negar el cambio climáticos es como no admitir que el tabaco es dañino".