Ya decían los viejos del lugar: "Lo que no puede ser, no puede ser; y además es imposible". Y en estos temas el saber popular nunca falla. El señor presidente del Gobierno, deseoso de asegurar un futuro mejor a los españoles, pretende que el Banco Central Europeo garantice el nivel al que quedaría la prima de riesgo una vez solicitado el rescate. La seguridad está mal aceptada por la economía, y peor aún por la economía financiera.
Mientras la economía real, la de la producción de bienes y servicios, se mueve ajena a impulsos viscerales circunstanciales, por lo que muestra cierta suavidad en las euforias y en las depresiones, la economía financiera, aquella referida al mercado del dinero y al de los títulos financieros de cualquier especie, lo hace con brusquedad, obedeciendo a impulsos que se adivinan descontrolados, hasta el punto de que el acontecimiento que ayer sirvió para dar explicación de un aumento en los precios es hoy el argumento más sólido para justificar la disminución de los mismos. Así que... como para pedir garantías de su evolución.
Si existiera la posibilidad de una garantía tampoco necesitaríamos al BCE, pues a buen seguro habría otros caminos para obtener lo mismo. Por tanto, si la petición de rescate de nuestra economía está subordinada a que el BCE garantice el nivel de la prima de riesgo podemos esperar sentados, pues tal garantía, más allá de la opinión en una tertulia de café, no creo que llegue a producirse.
No hay duda que de determinadas medidas pueden inferirse unos resultados, los más probables, pero de ahí a comprometer unas garantías media un abismo. Cabe afirmar que, en condiciones ordinarias, una línea crediticia, sobre todo si es ilimitada en la cuantía y baja en el tipo de interés, debe de reducir la incertidumbre respecto a la solvencia del deudor, también si se trata de una nación deudora. Pero esto en modo alguno equivale a garantizar que la prima de riesgo no superará un límite determinado.
Que el mercado opera sobre previsiones no puede ser más cierto; aunque no lo es menos que las previsiones pueden estar erradas, y los resultados esperados no llegar nunca a producirse. A eso, el mercado y sus agentes están acostumbrados; costumbre que no tiene el BCE en la función de garantizar aquello que no pasa de ser una previsión sujeta a error.
Es más, mi opinión personal es que los bancos, también el BCE, no deben entrar en materias de aseguramiento; pueden asumir riesgos, y cerca está el período de los desmanes en la asunción de riesgos, pero garantizar lo incierto es materia propia de las aseguradoras; esa es su misión. Otra cosa es el importe de la prima que haya que pagar, por el aseguramiento que le interesa al señor Presidente, pero al menos es su trabajo. Y, ya se sabe, "zapatero a tus zapatos".