La Unión Europea se mueve, avanza en la construcción de su arquitectura, pero aún no está a salvo. Todavía pueden darse sobresaltos, incluso momentos de gran tensión, a pesar de que decisiones como la creación del supervisor bancario único -hoja de ruta en mano- sirva de bálsamo en los mercados de deuda para los países periféricos. La euforia de concluir un Consejo Europeo con un documento concreto no debe de llevar a engaños: se avecinan "años muy muy difíciles y dolorosos", según la locomotora alemana.
Estos nubarrones no sólo los augura Angela Merkel, sino también un Mariano Rajoy hoy más pesimista que ayer, y que recordó al de los primeros compases de su mandato. "Lo peor que puede hacer un político es engañarse a sí mismo. Sólo hay una cosa peor, transmitir esto a los demás", dijo en el balance de su primer año en suelo comunitario. El presidente habló por primera vez, y de forma muy clara, de una nueva recesión en el conjunto de la UE: "Hay pronósticos que no la descartan y ya sería una segunda recesión. La situación es seria”, admitió, tras varias reuniones clave, destacando una con Mario Monti y François Hollande.
La alarma la dio ya la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, esta misma semana en el Congreso de los Diputados. Ojo, que la cosa empeora. De ahí que oficiosamente ya se traslade la idea de que las perspectivas económicas del Ejecutivo para el año venidero podrían sufrir modificaciones. Hasta ahora, oficialmente se insiste en que se va "a luchar" por alcanzar su cumplimiento, pero ni el Fondo Monetario Internacional ni la propia Bruselas confían en ello. Aunque "hay cosas que han mejorado", es un tema "muy preocupante", resumió el propio Rajoy.
Según los papales de Moncloa, a finales de 2013 habrá síntomas de mejoría, si bien la creación de empleo y crecimiento no llegarán hasta 2014. Tal extremo se mantiene, si bien el presidente se prepara para el regreso de las Navidades, para unas cifras que se auguran malas. De ahí que no descarte pedir la ayuda del Banco Central Europeo: "El Gobierno no va a renunciar a ello. Si consideramos que es necesario y conveniente, lo haremos. Hasta el presente momento no lo hemos considerado", contestó a los periodistas. A fecha de hoy, se ve lejana esa posibilidad.
Rajoy se definió preocupado "por lo que debemos hacer nosotros". Y en la capital comunitaria, reiteró su intención de controlar el déficit público. Se declaró realista: "Somos socios de un club con unas normas, pero además es una obligación. Es algo imprescindible si queremos crecer”. Ahora bien, dio por hecho que España no cerrará en el 6,3% previsto. Lo dijo, sin decirlo, de la forma más clara: "La Comisión Europea ha dicho que no tiene que pedirle a España más ajustes en 2012 y 2013 a la hora de reducir el déficit (…) ya veremos cuál es la cifra de déficit de todas las administraciones".
"Años difíciles y dolorosos"
La voz de la canciller alemana también tronó en Bruselas para avisar de "años difíciles y dolorosos" que todavía quedan por recorrer en el camino hacia una mayor integración europea, en vivo contraste con una UE que aseguraba haber "pasado página". Tras haberle puesto la zancadilla a una de las propuestas que más convenía a los países golpeados -un presupuesto de la zona euro que dotara a los Gobiernos de una suerte de airbag para emergencias como las prestaciones por desempleo-, el recado de Merkel de que no perderemos la crisis de vista en un futuro próximo no sorprendió.
La canciller aludió a los logros de la última cita europea como parte de un "proceso de cambio que llevará años", en lugar de unirse al brindis de muchos de sus colegas, que leían los acuerdos en clave de integración. O sea, de éxito, al fin y al cabo. No obstante, Berlín no olvidó tampoco el matiz positivo que, en su opinión, demuestran los acuerdos que se vienen alcanzando en los últimos meses. "Hay voluntad de demostrar que el euro es más que una moneda", aseguró.
Tenaz en su exigencia de pedir que se profundice en las reformas, la canciller aludió a un "trabajo intensivo" para "corregir los errores del pasado", una referencia a la culpa que los países del sur tienen de su actual situación, algo que ni ella ni el presidente del Banco Central Europeo olvidan en ninguna de sus intervenciones públicas. "No lo hemos conseguido todavía", sentenció para enfriar el optimismo que se había apoderado de sus compañeros.
Además, Merkel se refirió a las previsiones del BCE que, la semana pasada, auguró un parón en la zona euro, y lamentó las altas tasas de paro a las que todavía se enfrentan muchos países. Pero el discurso de la canciller no sorprende en Bruselas, donde se da por hecho que sus cábalas electorales van a guiar no sólo su política, sino la de todo el continente, de aquí al próximo otoño. De ahí, explicaban durante la cumbre fuentes diplomáticas, que "las propuestas más ambiciosas hayan perdido fuelle".