El presidente respira hoy más tranquilo que ayer. Toma oxígeno porque el viernes los mercados no castigarán a España disparando la prima de riesgo. O, al menos, así lo entiende una delegación española que perdió la tensión de los Consejos anteriores para esbozar una media sonrisa. Por varias veces, Mariano Rajoy se declaró “muy contento” ante los periodistas, tanto antes como después de las diferentes reuniones. El supervisor bancario único, por muy alemán que pueda sonar en la letra pequeña, fue definido como “el broche” a un año peliagudo, en el que euro pareció estar tocado de muerte.
Para Rajoy es, además, su madurez en cuestiones comunitarias. Un año pasa desde que alertara a sus colegas de que la reforma laboral le iba a costar una huelga general. Ya lleva dos. Pero, micrófonos indiscretos a un lado, España siempre reclamó más Europa para superar la negra crisis, y tras 16 horas de negociación de última hora se vislumbra claramente una de las patas: la bancaria. Faltan la fiscal y la política, pero el Gobierno insiste: “Hace meses, días, no teníamos nada. Hace un año ni se planteaba algo así. El éxito es sin precedentes”.
“Demuestra que hay una voluntad política de que el euro sea irreversible, que es lo que siempre ha querido y pretendido España. Es de sentido común y todos estamos de acuerdo en ello”, dijo Rajoy, que buscó la fotografía con sus aliados de batalla; el italiano, Mario Monti, y el francés, François Hollande. En dependencias españolas y durante media hora, abordaron los puntos del acuerdo, e insistieron en seguir avanzando en la consecución del resto de los objetivos.
Finalmente, el Consejo se demoró a consecuencia de las discrepancias sobre las ayudas a los países con más problemas. De nuevo, Alemania rechazó concretar una nueva partida para la hucha comunitaria -en el marco del mecanismo de solidaridad-, si bien acordaron encargar una propuesta a las instituciones comunitarias y seguir negociando en 2013. Rajoy pedía "acciones concretas" para crear un presupuesto que ayude a países con un paro elevado. "No ha habido -discrepancias-, ha habido debate sobre muchos temas. Estoy muy contento", se limitó a aseverar terminada la reunión, pasadas las dos de la madrugada.
El presidente fue uno de los pocos dirigentes que se detuvo ante los medios: "Hay que entender las posturas de todo el mundo. La UE se tiene que hacer con acuerdo, y en una negociación no se puede pretender tener el 100% de tus pretensiones", destacó, no sin apuntalar la idea de que "se dan pasos en la buena dirección".
Los motivos del éxito, según el Gobierno
¿Por qué es bueno el supervisor bancario? En el caso español, porque de facto la casi totalidad de la banca estará sometida al organismo -el 95%, en palabras del presidente-. Y aquellas minúsculas entidades que no entren en el cupo, serán “vigiladas” y tendrán que someterse al mismo en caso de no cumplir con los deberes, según fuentes de la Moncloa. Además, España y sus aliados logran uno de sus principales objetivos; que un sólo país no pueda bloquear la toma de decisiones, sino que tendrá que ser por una mayoría amplia.
Capítulo aparte cabe dedicar a la recapitalización directa de la banca. “Ya veremos”, se dice oficialmente. Sin embargo, en privado se da por descontado que el Gobierno correrá con el coste de la misma, el equivalente al 4% del Producto Interior Bruto. Lo importante, inciden, es “el mensaje político” que surge de este Consejo. “Da mucha seguridad a las entidades financieras, a los que invierten en las entidades y, sobre todo, a los depositantes y a los clientes”, enfatizó Rajoy.
Incluso no se puso pero oficial a los tiempos de la Unión. “Las cosas nunca se hacen a toda la velocidad”, afirmó el jefe del Gobierno, rememorando las viejas batallas por la moneda única. “En la práctica, estamos hablando de tres meses”, añadió su equipo, en relación a que el supervisor entre en funcionamiento en marzo de 2014. Los populares europeos españoles simplifican la jugada: “Imaginaos por un instante que no llegamos a un acuerdo. Las consecuencias hubieran sido terroríficas. Esquivamos el infierno”. En medio de este ambiente de casi euforia, Íñigo Méndez de Vigo, el portavoz de Rajoy durante el Consejo, proclamó: "Lo peor ya ha pasado".
¿Y sobre el rescate? El Gobierno sigue sin descartarlo, pero lo ve más lejos. Tanto como decisiones tan importantes como las acordadas sirvan para dar certidumbre en los mercados. Sin la garantía por escrito de que llamar a la puerta del Banco Central Europeo suponga reducir la prima a 200 puntos, Rajoy considera que no es el momento de hacer más planteamientos. El presidente no recibió “ninguna presión” en este sentido de puertas para adentro.
Las demandas alemanas
Desde el punto de vista del conjunto de países, la insólita unanimidad que se respiraba el jueves en los prolegómenos del Consejo, horas después del "sí" de los Veintisiete al supervisor bancario, tenía mucho que ver con el sabor alemán del acuerdo cocinado de madrugada. El peleado pacto que convertirá al Banco Central Europeo en vigilante de las entidades financieras gusta a Berlín, y los socios que, como España, se jugaban parte de su credibilidad a esa carta, prefirieron aplaudirlo y conformarse con lo que se les servía antes que romper la armonía de la noche en que pretendían poner de largo la unión bancaria.
"Hemos conseguido hacer valer todas las demandas alemanas", celebraba Merkel el jueves por la mañana desde su tribuna en el Bundestag. Y es que Alemania, después de luchar denodadamente por ello en las últimas semanas, consiguió zafar a sus bancos públicos y cajas de la lupa del supervisor. Porque, de acuerdo con lo pactado por los ministros económicos de los Veintisiete, el BCE en la práctica supervisará sólo a los bancos con activos superiores a 30.000 millones de euros o equivalente al 20% del PIB de un país, o sea, los conocidos como sistémicos por su capacidad para llevarse por delante todo el sector, además de los nacionalizados.
La "revolución" del euro
Desde el "es un buen día para Europa" que entonó Hollande nada más llegar, a la satisfacción del presidente Rajoy, los Gobiernos corearon su conformidad en esta batalla en aras de ganar una guerra: la de la Europa de cuentas claras y políticas económicas y presupuestarias coordinadas que pretenden instaurar. Una unión diseñada bajo el mantra del "más Europa" que cambiará las reglas del juego, atará en corto a las capitales y otorgará a Bruselas la capacidad de entrometerse en la agenda política con duros controles de los presupuestos nacionales. También se pretende vincular a los Gobiernos a acometer las reformas que se le receten mediante un contrato. El complicado plan con el que las instituciones pretenden obrar en el Euro un cambio es, según fuentes diplomáticas que lo han cocinado durante los últimos meses, "una revolución" que han bautizado a la europea con el pomposo nombre de "Genuina Unión Política y Monetaria".
A pesar de las caras serenas y la buena sintonía que lucieron los líderes al llegar a Bruselas, queda trabajo de meses por delante, como se encargó de apuntar la canciller al llegar a la reunión, un camino en el que las conversaciones de este jueves y viernes marcarán el paso.