El banco malo saldrá adelante antes de fin de año. Ése era el compromiso del Gobierno y lo conseguirá, incluso aunque tenga que retorcer los números. El Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) ha publicado los primeros datos sobre los inversores privados que entrarán en el capital de la Sareb. Y sí, casi todas las grandes entidades españolas han pasado por el aro, pero no todo ha sido tan bonito como parece a primera vista.
La Sareb se ha constituido oficialmente este jueves con un capital inicial de 827 millones de euros. De esta cantidad, el Frob pone 397 millones, mientras que los inversores privados aportan los 430 millones restantes (Santander 164 millones, Caixabank 118 millones, Sabadell 66 millones, Popular 57 millones y Kutxabank 25 millones).
Antes de final de año se realizará una segunda fase, que obligará a cada accionista a multiplicar por cuatro su inversión. Además, en ese momento entrarán los minoritarios: Cajamar Caja Rural (61 millones), Bankinter (54 millones) y Deutsche Bank (15 millones). En estas dos primeras fases se transmitirán los activos de las cuatro entidades ya nacionalizadas (Bankia, CayalunyaBank, NovaGalicia y Banco de Valencia), que suman unos 44.000 millones. Con esta cifra, la Sareb necesitará de forma más o menos inmediata un capital de unos 3.800 millones, en el que los privados tendrán un peso cercano al 55% (algo menos de 2.000 millones).
Y aún quedará una tercera ampliación de capital prevista para febrero que, en principio, obligará a que cada uno de los grandes inversores eleve su participación en un 30%. Al final del proceso, Caixabank habrá puesto algo más de 600 millones y Santander unos 850, con el Sabadell entorno a los 330 millones y el Popular cerca de los 300 millones. Eso sí, de todas estas cantidades, sólo el 25% será capital puro y el resto serán aportaciones en forma de deuda subordinada.
'Recursos propios'
A cualquiera que haya seguido el proceso de constitución del banco malo español le extrañarán estas cifras. En principio, lo que se dijo es que el balance de la Sareb estaría formado por unos activos inmobiliarios (viviendas, promociones, suelo y préstamos), compensados por un pasivo formado por un 8% de fondos propios y un 92% de deuda subordinada.
En la documentación original ya se apuntaba que "una parte de estos recursos propios podría estar instrumentada mediante bonos subordinados". El problema es que cuanta más deuda haya y menos capital puro, menos calidad tienen los recursos propios de la entidad. Finalmente, esta primera aportación directa de los grandes bancos españoles será de apenas 430 millones. Y cuando los extranjeros, con los que está negociando el Ministerio de Economía, cierren su participación, se mantendrán estos porcentajes.
El resumen es que con unos activos superiores a los 59.000 millones (al final de todo el proceso), el capital puro puesto por los inversores privados apenas llegará al 1,5% del total de los activos. Todo lo demás es deuda de la propia sociedad avalada por el Estado o aportaciones del Frob. Técnicamente, la Sareb es un instrumento privado, que no consolida en lo que respecta a la deuda pública. Y su ratio de capital teórico es del 8% (no especialmente elevado, según apuntan en el sector, pero suficiente). Vistos más de cerca, los números presentan muchos más interrogantes.
La llamada del Gobierno
En realidad, la Sareb sí va a recibir esos 5.000 millones de capital: un 45% del Frob y un 55% de inversores privados. Lo que ocurre es que, como decimos, los bancos y compañías de seguros que han acudido a la llamada del Gobierno sólo pondrán de forma directa el 25% de su participación total. El resto lo desembolsarán a cambio de unos bonos que emitirá la propia Sareb. Por ejemplo, el Santander pondrá unos 220 millones en cash y comprará otros 630 de deuda. Si las cosas van muy mal, las pérdidas directas de la entidad de Emilio Botín tendrán un límite máximo de 220 millones. Por los bonos tendrá derecho a recibir, como el resto de los acreedores, una compensación (ya se vería si ésta es más alta o más baja y hasta donde llega el descuento).
La pregunta sería por qué se ha optado por un esquema de este tipo. Y la respuesta es que es mucho más seguro para el inversor, aunque debilita el balance de la entidad desde su nacimiento. El Gobierno no ha tenido fácil convencer a los grandes bancos españoles para que entren en la Sareb. La segunda entidad del país, el BBVA, finalmente ha declinado su entrada, a pesar de las sucesivas mejoras de las condiciones (sobre todo en el precio de transferencia de los activos). Desde el Banco de España recuerdan que a los bancos se les ha exigido mucho este año en forma de provisiones y que una aportación, aunque fuera conjunta, de 2.500 millones era un nuevo esfuerzo para las entidades. Un dato evidencia por encima del resto las dificultades para captar el capital privado previsto: tras una larga negociación sobre la cantidad que debía aportar cada inversor, a las 2:30 horas de la madrugada se firmó, finalmente, la entrada de los cinco primerios accionistas privados.
En cualquier caso, la clave de toda la operación reside en las condiciones de esos bonos subordinados -como el interés que pagarán, el plazo para los primeros cupones o el nivel de prelación respecto al resto de acreedores-, pero todavía no hay detalles oficiales sobre esta cuestión.