En una dinámica al más puro estilo europeo, los líderes de los Veintisiete vendieron este viernes su fracaso a la hora de cuadrar las cuentas comunitarias para los próximos siete años como parte del guión y prefirieron constatar el "acercamiento" conseguido en esta cita antes que admitir que las diferencias entre países del Norte, azote de la austeridad y partidarios de adelgazar el gasto europeo, han chocado con los intereses de los países que, como España y Francia, defienden cada cero de las ayudas agrícolas. La incapacidad para lograr un punto de encuentro entre las demandas de unos y de otros ha obligado a los líderes a aplazar la cumbre hasta febrero, entre llamadas a la calma de una Europa incapaz de cuadrar sus cuentas.
Con todo, el presidente del Gobierno Mariano Rajoy, se declaró "razonablemente satisfecho", hasta "contento" y exhibió parsimonia después de irse con las manos más llenas de lo que llegó a Bruselas. Tras haber logrado que Bruselas cediera y propusiera un cheque de 2750 millones extra para el campo español y, sobre todo, el apoyo explícito y vehemente del gigante francés, Rajoy resumió pragmático: "Nos vamos considerablemente mejor de lo que entramos".
De momento, el Gobierno, como sus socios europeos, constatan unos "acercamientos" –"hablar de cifras es complicado", arguyó el presidente- que tendrán que cuajar en los últimos días, cuando se seguirán celebrando reuniones bilaterales y, finalmente, plasmarse en un acuerdo a principios del año que viene.
La descripción que hizo el presidente durante la rueda de prensa, de momento, carece de más cifras que la que Francia ha puesto encima de la mesa, unos 6.000 millones de euros que París y Madrid, secundados por Dublín (y visto con buenos ojos por más países, según Rajoy), reclaman para la partida de ayudas a la agricultura.
Pero lo cierto es que, en las 36 horas de trasiego entre jefes de Estado y de Gobierno y las autoridades europeas, el nuevo documento que ha visto la luz y que, sin embargo, no ha sido aprobado por el "frente Norte", que sigue pidiendo tajos adicionales, mejora las perspectivas españolas.
Ni puñetazos en la mesa, ni fracasos, ni, por supuesto, dramatismos, una idea descartada por todos los líderes ante la prensa antes de abandonar Bruselas. Rajoy, que, de nuevo, hizo frente común con su vecino el socialista François Hollande, describió una cumbre de dinámica constructiva en la que, aseguró, España fue "firme, pero también flexible".
El primer asalto ha terminado, pues, sin acuerdo, con algunos avances y, sobre todo, a juzgar por las reacciones de los líderes, sin prisa. Con todo, el ala dura del club europeo sigue clamando por una mayor poda del gasto, mientras que los receptores de ayudas siguen dando la batalla por sus intereses.
Bruselas: "universo paralelo"
Acaso temeroso de volver a Westminster con las manos vacías y proyectando el mensaje de que no ha peleado con suficiente garra, el prémier británico, David Cameron, arremetió contra los privilegios de los funcionarios europeos. Para Londres, los más de 63.000 millones de euros que cuesta mantener la maquinaria europea –el 6% del gasto total- debería verse adelgazado. "¡Las insituciones europeas simplemente se tienen que ajustar y volver al mundo real", clamó el británico ante la presa.
Secundado por los Gobiernos de Berlín y Estocolmo, Cameron aseguró que "Bruselas sigue viviendo como si fuera un universo paralelo". "¡Más de 200 trabajadores de la Comisión ganan más que yo, sin contar con sus dietas!", ejemplificó.
Preguntado por la postura del Gobierno ante un potencial recorte de esta partida, Rajoy rehuyó dar esa batalla. Sobre el hecho de que una legión de funcionarios gane más que él, el presidente sonrió, calló y simplemente, ironizó: "Cualquier cosa que diga será utilizada en mi contra".