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Rajoy amenaza con levantarse si la UE recorta a España 20.000 millones

El presidente asegura que estudiará la última propuesta de Van Rompuy, pero incide en que no sería "un drama" que no hubiera acuerdo. 

El presidente quiere ir con pies de plomo en la negociación del Presupuesto comunitario. Sabe que un paso en falso, traducido en un recorte millonario en ayudas, podría suponer de facto tener que aprobar nuevos e impopulares ajustes. España, admiten, no lo tiene fácil, y de ahí que Mariano Rajoy usara el pasado sábado los términos más contundentes para solemnizar su disconformidad con las cuentas elevadas por el Consejo Europeo: "Nos parece inaceptable y por ello no podemos aceptarlo".

Durante toda la semana se han intensificado las negociaciones. Rajoy tiene aliados -los llamados países periféricos, a los que sumar Francia-, y cuenta a su favor con el hecho de que los presidentes comunitarios acuden a la cita divididos -la Comisión y el Parlamento Europeo rechazan el plan de austeridad de Herman Van Rompuy-. De hecho, rememoran fuentes gubernamentales, el órdago del jefe del Ejecutivo español se produjo después de un encuentro clave con José Manuel Durao Barroso, en el que éste le dijo que "en esto, estoy con vosotros".

El Gobierno habla de una "quiebra del sistema" si el país sufre un recorte en las partidas de 20.000 millones de euros. Según un ministro económico, "es inaceptable" y afectaría de una manera "brutal" al sector del campo. "Tendríamos que reformular los Presupuestos porque tendríamos un motín en Andalucía y otras regiones donde sólo salen adelante con estas ayudas", expone.

Rajoy se plantará si la negociación no evoluciona positivamente, y bloqueará la posibilidad de acuerdo. Si bien espera no tener que llegar tan lejos. De hecho, si en algo está incidiendo la diplomacia española es que estamos ante "una toma de contacto" y no ante un Consejo decisivo "del que tenga que salir nada". "España hará valer que somos la cuarta potencia de la UE y que sin nosotros el euro va hacia ninguna parte. Es inadmisible que, en el contexto en el que estamos, se quiera recortar en partidas que harían mucho daño a los países que están haciendo enormes esfuerzos por salir adelante", en voz de un alto cargo popular.

Enfrente, de nuevo, una Angela Merkel en periodo preelectoral. Las posiciones cada vez están más distanciadas con la canciller de Alemania, a pesar de que oficialmente se niegue de forma tajante. Rajoy también utilizará esta cita para "avanzar en la integración europea", una de sus armas de batalla. "Vamos a hacernos valer, como hemos hecho desde que tomamos las riendas". 

Reuniones no previstas en la agenda

El ejemplo de la dificultad para llegar a un acuerdo -España habla ya abiertamente de febrero de 2013- es que, sin que estuviera en la agenda, Rajoy se citó por separado con los líderes de las grandes potencias, empezando por Merkel y continuando con François Hollande (Francia), Mario Monti (Italia), y Pedro Passos Coelho (Portugal). También hizo lo propio con Van Rompuy, cuyo presupuesto ha provocado la enésima guerra comunitaria. Encuentros "informales"para "empezar a trabajar en el presupuesto", subrayaron del lado patrio.

De quedar todo en el aire "tampoco sería un drama; estamos hablando de un presupuesto que entrará en vigor en 2014 y sería la primera vez que se aprobara en la primera reunión", dijo a las claras Rajoy, en una primera valoración. Añadió que "dar cifras y números en este momento no tiene sentido", pero que España "dará la batalla, bien entendido en el sentido de la expresión". Y el presidente va con líneas rojas: "Nos importan las ayudaas a la agricultura, la cohesión, las regiones ultraperiféricas, Ceuta y Melilla", resumió.

Un acuerdo es "casi un milagro"

Cuadrar las cuentas comunitarias para un periodo de siete años es, como dijo en su día Tony Blair, una empresa "más complicada que conseguir la paz en Irlanda del Norte". Pero cuando, además, se emprende la gesta en tiempos de vacas flacas, con casi una decena de países amenazando con vetar cualquier propuesta que no les satisfaga, con dos gigantes como España y Francia peleando por no perder sus subsidios agrícolas y regionales y con la vergüenza añadida de no haber sido capaces de salvar a Grecia del abismo esta misma semana, la consecución de un acuerdo se convierte, como ironizaban fuentes diplomáticas en los últimos días, en "casi un milagro".

Sin embargo, desde el entorno del presidente Van Rompuy, maestro de ceremonias del difícil reto de limar asperezas y doblegar las voluntades de los líderes, llegan ecos de optimismo o, al menos, de ganas de pelea. Fue precisamente Van Rompuy el que puso sobre la mesa la propuesta de casi un billón de euros (973.000 millones) que ha hecho levantarse de armas a detractores a uno y otro lado de la mesa. Los números del presidente del Consejo reducen en un 80% la propuesta original de la Comisión y, aun así, los conocidos como "amigos de un mejor gasto", capitaneados por Londres y un Cameron que pide a Bruselas que "deje de meter la mano en el bolsillo de los contribuyentes", no consideran que el hachazo haya sido suficiente.

Por otro lado, frente a británicos, nórdicos y germanos, los "amigos de la cohesión", los países mediterráneos y del Este, fuertemente dependientes de los subsidios agrícolas, pretenden pelear por sus campos y sus regiones. La mayoría coincidieron, en voz de sus líderes una vez iban llegando a las instituciones comunitarias, que las posiciones están muy encontradas.

La guerra "del billón de euros"

Así las cosas, la batalla por fijar un techo de gasto de aquí a final de la década, o la "guerra del billón de euros", como se la conoce ya coloquialmente en los pasillos de Bruselas, ha recrudecido las diferencias entre los países ricos y los países pobres, entre los azotes de la austeridad y los amigos del "mantra del crecimiento". Hay quien pone en duda el éxito de esta empresa, pero la mayoría de fuentes consultadas coinciden en que "no sirve de nada posponer este debate". "¿Y por qué va a haber más posibilidades de llegar a un acuerdo dentro de dos meses?", se pregunta una alta fuente europea, consciente de la señal negativa que podría mandar el hecho de que las conversaciones encallaran.

En su breve declaración ante los periodistas, el presidente quiso tirar de buenas palabras al afirmar que "sería muy bueno" acabar con fumata blanca. Pero, desde Madrid, el Ejecutivo reiteró que, aunque a buen seguro habrá que ceder, existen límites y estos no deben ser sobrepasado. Ya de madrugada, únicamente destacaba que estudiarían la última propuesta del Consejo Europeo. Este viernes continúan las negociaciones. 

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