La batalla por el Presupuesto comunitario, que plantea un recorte de hasta 20.000 millones de euros en el caso de España, ha dejado encima de la mesa una pregunta por parte de los países afectados con el ajuste: "¿Por qué Bruselas no se aplica su propia medicina de austeridad y reduce su gasto administrativo?".
Según los números de la Comisión, este gasto abarcaría más del 5% del total (50.000 millones de euros). Las ventajas fiscales y laborales de los funcionarios europeos, y la sensación de que la casta de "eurócratas" es sagrada, han encendido a la opinión pública y a los Gobiernos que se quejan de ser los únicos en apretarse el cinturón.
Desde Bruselas, sin embargo, las instituciones argumentan que "no se puede hacer más Europa con menos dinero", y recuerdan que trabajan en 23 lenguas oficiales (entre ellas, el gaélico y el maltés, de dos países cuya lengua oficial es el inglés), y que se han ampliado las horas de trabajo semanales hasta 40.
Los sindicatos, por su parte, ya han dejado patente su negativa a recortar sus privilegios y han anunciado movilizaciones coincidiendo con la cumbre. Sin embargo, no es descartable que esta partida se vea algo adelgazada, como concesión, casi un guiño, de Bruselas a las capitales.