La sorpresa saltó el pasado miércoles, coincidiendo con la fracasada huelga general de los grandes sindicatos. El comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, convocaba por sorpresa una rueda de prensa para hablar sobre España. De inmediato saltaron los rumores sobre su posible contenido: ¿anunciará el rescate de España?, ¿retrasará el objetivo de déficit, tal y como viene pidiendo el Gobierno?
Ni una cosa ni otra. El mensaje de Rehn fue, básicamente, mostrar el respaldo explícito de Bruselas a la política económica de Rajoy: "Ha tomado medidas de consolidación fiscal de alcance para corregir el déficit excesivo; las reformas están en línea con lo que se pedía en la Comisión"; no son necesarias más medidas para cumplir el objetivo de déficit" en 2012 y 2013.
La sorpresa fue mayúscula para muchos, sobre todo si se tiene en cuenta que justo una semana antes el informe de previsiones económicas de otoño elaborado por la Comisión Europea tumbaba, en gran medida, los "indicadores positivos" que el Gobierno se encargó de destacar en los días previos. Según el citado estudio, España no cumplirá, en ningún caso, los objetivos de déficit marcados por Bruselas, ni en 2012 (8%), ni en 2013 (6%), ni siquiera en 2014 (6,4% frente al 2,8% comprometido). Además, el Ejecutivo pecaría de optimismo en sus estimaciones presupuestarias para el próximo ejercicio, según Bruselas, ya que el PIB caerá un 1,4% frente al 0,5% previsto.
Invitación amistosa
¿Cuál fue entonces la intención de Rehn? Las firmas de análisis interpretan su comunicado como una invitación amistosa a Rajoy para que solicite cuanto antes el rescate soberano a las autoridades comunitarias. Desde que el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, anunció el pasado verano su disposición a comprar deuda española de forma ilimitada, siempre y cuando España solicitara formalmente ayuda a los mecanismos de rescate europeos, "bajo estrictas condiciones", el mercado gozó de un calma relativa, ya que descuenta que más temprano que tarde el presidente anunciará la ansiada petición de ayuda.
Sin embargo, los meses han pasado y la solicitud no llega. El Gobierno está aprovechando la relajación parcial que vive la deuda española para evitar tener que acudir al mecanismo. De hecho, tras cubrir la práctica totalidad de las necesidades financieras en 2012, anunció que confiaba en retrasar dicho rescate, como mínimo, hasta principios de 2013.
El miedo de Bruselas
Pero la recesión, los graves problemas estructurales que sigue registrando España, la nueva recaída de la economía europea y la incertidumbre de Grecia están empezando a despertar, una vez más, el nerviosismo de los inversores. La prima de riesgo ha subido hasta los 450 puntos básicos, y lo que se teme en Bruselas es que, tarde o temprano, el balón de oxígeno que propició el BCE se acabe diluyendo nuevamente, dando paso una vez más a un período de fuerte tensión en los mercados de deuda periférica. Solo que ahora el riesgo está en que la situación de pánico se extienda a Francia, la siguiente ficha de dominó en la frágil arquitectura monetaria tras Italia.
Este escenario no es nuevo, se repite casi de forma metódica desde 2010, cuando estalló la crisis del euro. La prima de riesgo de un país sube; luego se suceden los mensajes de calma por parte del gobierno afectado y las autoridades comunitarias; pero la volatilidad, con altos y bajos, no desaparece; se lanzan balones de oxígeno de diferente índole (compras de deuda por parte del BCE, préstamos extraordinarios y masivos a la banca, anuncios de grandes acuerdos en las cumbres europeas); pero tras la calma, y ante la ausencia de medidas drásticas para reducir el déficit y potenciar el crecimiento (reformas estructurales), todo sigue igual; el país en cuestión se resiste a solicitar el rescate; y, finalmente, la presión de los mercados y las autoridades provoca la temida petición, entre otras cosas, para evitar el "efecto contagio" a otros países débiles. De una u otra forma, esto es lo que sucedió con Grecia, Irlanda y Portugal.
Ahora, el país que está en el ojo del huracán es España y el estado miembro al que se pretende aislar del huracán periférico es Italia y, en última instancia, Francia. El mensaje de Rehn va justo en esta línea. Se trata de animar a España a que pida ayuda antes de que estalle la tormenta y ésta se cierna sobre territorio galo. Y para ello, puesto que Rajoy trata de evitar por todos los medios los deberes extra que conlleva dicha solicitud, (más austeridad y reformas mucho más profundas), el comisario intenta tranquilizar al Gobierno afirmando que ya cumple los requisitos.
Así, preguntado por el rescate de España, Rehn señaló el miércoles que España cumple "todas las condiciones exigidas". "Está en el buen camino en lo que se refiere a recuperar la competitividad y el equilibrio de las finanzas públicas [...] La Comisión está lista para actuar cuando España lo necesite".
Los avisos del BCE
Y es que, efectivamente, la no necesidad de nuevos ajustes contradice por completo las conclusiones del informe elaborado por la propia Comisión. Merrill Lynch difundió su particular diagnóstico al respecto: "Estamos un poco desconcertados con la conclusión" de Rehn dado que, aunque España está tomando medidas, necesitará más para alcanzar los objetivos. Por ello, concluyen que esta extraña "palmadita en la espalda" de Bruselas a Rajoy es una invitación para que pida el rescate y, de este modo, el BCE empiece a comprar deuda antes de que regrese con fuerza la tensión a los mercados.
Además, "la negociación del programa de condiciones sería más fácil en el contexto actual", ya que hay aún hay esperanza de que las reformas y ajustes acometidos den sus frutos y el Gobierno pueda cumplir con el resto de recomendaciones. Es decir, la negociación sería más fácil ahora que en medio de una nueva tormenta de deuda.
No por casualidad, en los últimos días se han sucedido los llamamientos a este respecto. Primero, fue el exmiembro del Consejo Ejecutivo del Banco Central Europeo (BCE) Lorenzo Bini Smaghi: "España debería haber pedido el rescate ayer". Tres días después, el jueves, el gobernador del Banco Nacional de Bélgica y consejero del BCE, Luc Coene, señaló que España necesita solicitar "urgentemente" ayuda externa, ante el riesgo de que se desvanezca el nuevo balón de oxígeno propiciado por la autoridad monetaria a la deuda española. Por último, este mismo viernes, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, volvió a confirmar a Rajoy que la UE no le pedirá más ajustes a España, aunque aclaró que sólo "este año".
Y mientras, Rajoy parece que se resiste. Merrill Lynch concluye: "Seguimos pensando que la probabilidad de una solicitud voluntaria es baja en este momento, debido al alto coste político. Una petición de ayuda es improbable sin la presión del mercado".