La Fundación Rafael del Pino cuenta esta semana con un invitado de lujo en su ciclo de conferencias: el prestigioso economista alemán Juergen Donges, Catedrático Emérito de la Universidad de Colonia. Donges, que ha presidido el Consejo Alemán de Expertos Económicos, recibió a Libre Mercado en la sede de la Fundación Rafael del Pino para una entrevista exclusiva sobre la situación económica de Europa, Alemania y España.
Pregunta (P): Durante esta crisis, Alemania se ha convertido en el chivo expiatorio de aquellos países que más están sufriendo la crisis económica. ¿Ve esa mentalidad en las actitud de los dirigentes españoles?
Respuesta (R): Nosotros llamamos Síndrome del Samaritano a ese tipo de reacciones. Piense que si usted va por la calle Goya y le da una limosna a un mendigo, él le dará las gracias pero también le va a odiar, pues no se sentirá bien viviendo de su voluntad. En países en vías del desarrollo se da ese tipo de reacción contra el FMI o el Banco Mundial.
Sin embargo, buscar un chivo expiatorio en este tipo de situaciones es habitual en todos los países. Yo recuerdo que la Alemania de los años 70, cuando el marco alemán estaba bajo presión, el canciller Helmut Schmidt criticaba mucho a los especuladores y hablaba siempre de los malvados de Zürich que todas las mañanas planeaban nuevas formas de hundir a Alemania.
Ahora en España lo vemos también. Evidentemente, los ajustes fiscales duelen, pero se producen porque no se han hecho reformas estructurales y no se ha actuado con seriedad. Pero claro, la solución no es echarle la culpa de todo a Merkel. Culpar a Merkel de todo es más efectivo que meterse con una burocracia, con una troika. Y si podemos sacarla en portada disfrazada de nazi, pues mejor. Y me hace gracia, porque en Alemania criticamos la actitud de Merkel con el resto de la Eurozona por todo lo contrario: por ser muy blanda y ceder demasiado.
P: Quizá por ese sentimiento tan desafortunado, el debate sobre la conveniencia o no de un rescate se ha contaminado de todo tipo de disparates.
R: Esto es lamentable porque así no se arregla ningún problema. Hay mucho nerviosismo en España sobre la necesidad de pedir o no un rescate a Bruselas, sobre lo que puedan implicar las condiciones que se impongan a España. La verdad es que lo que se pueda imponer desde fuera será lo que hay que hacer de todas formas si se quiere sanear al país de verdad.
Es cierto que si ese rescate viene de fuera también habrá una supervisión, encaminada a saber si se cumplen los compromisos adoptados, pero esto es algo normal, no significa que un país se convierta en una colonia. El único problema es que lo que hay que hacer en España es impopular, pero muchos países han tenido que ajustarse el cinturón y asumir sus problemas. Alemania es un buen ejemplo.
P: Muchos políticos y analistas españoles afirman que el Banco Central Europeo podría sacarnos de la crisis dándole a la maquinita de imprimir billetes, monetizando deuda pública. ¿Qué le diría a quienes compran este discurso?
R: Imprimir billetes es crear otra ilusión más para engañar a la gente. Además, al crear inflación antes o después, supone un impuesto que hasta podríamos tachar de antidemocrático, pues no se decreta en ningún parlamento pero mina el poder adquisitivo de los salarios, las pensiones, etc. Entiendo que el BCE pueda actuar puntualmente para proporcionar liquidez, relajar tensiones y darle un poco más de tiempo a los gobiernos que tienen dificultades. Sin embargo, en la Eurozona estamos viendo algo mucho más prolongado e intenso que eso, lo cual es grave.
Creo que el tipo de interés es el mecanismo más eficaz para controlar el gasto público. Dejando el precio del dinero en niveles mínimos, el BCE hace más llevadera la financiación de nuevas emisiones de deuda, y esto rebaja el compromiso de hacer reformas estructurales y ajustes en los países que necesitan este tipo de medidas.
No me gusta que el BCE se haya convertido en el taller de reparación de fallos de la política fiscal de determinados gobiernos. Y no me gusta que el señor Draghi acabe convirtiéndose en el Jefe de Gobierno en la sombra de Europa. ¿Qué legitimidad tiene para decir, por ejemplo, que el euro es irreversible? En Alemania nos preocupa mucho la independencia del BCE, y no queremos que se convierta en un elemento más de todo el tinglado político europeo, de ahí la posición del Bundesbank ante este tema.
P: ¿Qué le parece el mix de subidas de impuestos y recortes presupuestarios que ha asumido el Gobierno de España? Ha habido más de lo primero que de lo segundo, pese a que autores como Alberto Alesina recomiendan todo lo contrario: volcar el ajuste por la rebaja del gasto público y, con respecto a los impuestos, bajar en vez de subir la presión fiscal.
R: Concuerdo completamente con esto que usted subraya. El recorte hay que abordarlo por la vía del gasto no productivo. A corto plazo, esto podrá tener un efecto contractivo, pero es necesario quitar estas losas de los presupuestos que tanto daño hacen al funcionamiento de la economía. Hay mucho gasto que no contribuye nada de nada, es gasto por gasto, despilfarro puro, y aquí entran transferencias de renta, subsidios y demás.
Cuando se recortan esos gastos, las empresas perciben que a medio y largo plazo no habrá subidas de impuestos. Con esa expectativa se vuelve a crear empleo, la inversión vuelve a crecer... Pero siguiendo el camino que sigue España con las subidas de impuestos, la recuperación tardará en llegar. Creo que el gobierno de España se equivoca y debería tocar todas las partidas del gasto. Hay muchas partidas de gasto nacional, autonómico y local que se tienen que mirar para decir fuera esto, fuera aquéllo. A veces me pregunto por qué los españoles tienen que financiar a los sindicatos y la patronal. ¡Que se financien con sus cuotas! Hay mucho margen para recortar.
P: ¿Qué valoración hace de la gestión de Esperanza Aguirre al frente de la Comunidad de Madrid?
R: Mi percepción es que Esperanza Aguirre era un bicho raro en la casta política española, pues se caracterizaba por su elevadísima competencia y su disposición a actuar según sus convicciones. Esto último siempre me impresionó: fue una dirigente poco dispuesta al blah, blah, blah al que nos tienen acostumbrados tantos políticos.
Con ella era diferente. Primero consultaba con su equipo, claro, pero una vez tomaba una decisión, eso iba a misa. Ha dejado el listón muy alto a su sucesor, Ignacio González, y creo que su decisión de dejar la Presidencia de la Comunidad de Madrid deja un gran agujero en la política de este país.
P: Volvamos a su país y hablemos de la situación política y económica alemana. Tras la Gran Coalición, el pacto entre la CDU de Merkel, la CSU bávara y los liberales del FDP parecía indicar que Alemania iba a ajustar más aún su economía y aprobar liberalizaciones significativas ¿Qué queda de aquello? ¿Frenó la crisis de la Eurozona esa agenda de reformas?
R: Desde mi punto de vista, los problemas de este gobierno alemán eran, son y serán de origen casero, por lo que no cabe achacarlos al contexto europeo. Cuando se hizo la coalición entre CDU, CSU y FDP no se fijó un programa de gobierno claro y conciso, y eso dio margen a que cada uno de los tres partidos acabase intentando imponer sus ideas por libre.
Desde casi el primer día, los liberales han resultado ser un socio débil para Merkel. Al comienzo de la legislatura, se acordó que su líder Guido Westerwelle fuese el Ministro de Asuntos Exteriores, pero él nunca se encargó solamente de esas tareas, quería ser protagonista también de los asuntos internos del país. Eso le ha costado muchísimo apoyo al partido liberal, los alemanes se han enfadado por esa falta de seriedad. Si el Señor Westerwelle quería dedicarse principalmente a la Economía, que hubiese asumido esa cartera ministerial y punto.
Igualmente, la CSU bávara va a su aire en muchos asuntos. Por lo tanto, Alemania ha terminado siendo gobernada por tres grupos que no se entienden del todo. Merkel planea por encima de esas disputas gracias a su popularidad, pero eso no hace que los problemas desaparezcan. El problema es que las divisiones y los desacuerdos políticos han frenado nuevas reformas económicas. Esto puede costarle muy caro a los liberales, hasta el punto de quedarse sin representación parlamentaria en las próximas elecciones. Merkel ganará en 2013, pero veremos con quién tiene que entenderse después.
P: En los últimos meses se han discutido algunas medidas poco consistentes con el rigor presupuestario que caracteriza al Ejecutivo alemán. Se han planteado modificaciones en el copago sanitario, en las pensiones... ¿Estamos ante un cambio de rumbo o ante la dinámica habitual de un periodo pre-electoral?
R: Me sorprendería que se entienda como un cambio de rumbo significativo, pues lo que usted menciona solamente son algunas propuestas que deberán ser discutidas. En lo tocante a las pensiones, se han propuesto algunas modificaciones que solamente entrarían en vigor a partir de 2030 y que, en cualquier caso, son solamente cuestiones que se están debatiendo.
Hablemos ahora del copago sanitario. Cuando presidí el consejo asesor de la Cancillería impulsamos una reforma que consistió en crear una cuota trimestral de 10 euros para acudir a consultas médicas públicas y aprobar un coste de 10 euros para quienes acudiesen a médicos especialistas sin pasar previamente por el de cabecera. Ahora, como las mutuas aseguradoras tienen la caja tan llena que rebota, se quiere terminar con esa segunda contribución.
Curiosamente, han sido los liberales quienes han forzado este debate sobre la supresión de ese copago, pensando que pueden obtener votos por ello. El problema es que estas decisiones, que tienen un efecto electoralista, olvidan que se introdujeron estas medidas para evitar que se colapse la sanidad con demasiadas visitas innecesarias. Todo esto demuestra que en Alemania también cocemos habas y que cuando las cosas van bien, la tentación de los políticos para inventarse nuevas formas para mejorar la felicidad de la gente es enorme... (ríe).
La conferencia de Juergen Donges en la Fundación Rafael del Pino tendrá lugar este jueves a las 19.30 horas. Hagan click aquí para acceder a la convocatoria.