Cada vez son más los productos que encontramos en el mercado fabricados con el oro líquido más famoso, el aceite de oliva, desde cremas corporales hasta todo tipo de productos alimenticios. Ahora también se pueden adquirir almohadas hechas de huesos de aceituna.
Estas novedosas almohadas las fabrica una empresa española formada por más de veinte socios y que se ha inspirado en el Lejano Oriente para crearlas. El director general de Charcolive y promotor de la idea, Rafael Pérez, cuenta en una entrevista a Libre Mercado cómo han logrado aportar las propiedades de un recurso natural tan mediterráneo como es el olivo a sus productos.
Pregunta (P): ¿Cómo surge la idea de hacer almohadas con huesos de aceitunas?
Respuesta (R): A partir de casualidades. Durante varios años viajé a Japón y allí el carbón vegetal se usa para otras cosas distintas a las barbacoas, como eliminar olores. Allí me encontré con una almohada rellena de partículas de diversos tipos de carbones vegetales, pero eran muy incómodas. Nosotros tenemos una materia prima muy abundante en España, los olivos. Producir un carbón redondeado con huesos de aceituna mejoraría la confortabilidad de la almohada, así que empezamos el proyecto.
P: ¿Cuál fue el proceso hasta conseguir el producto que tenéis actualmente?
R: Primero desarrollamos el carbón y luego los prototipos de almohada, después los absorbentes de olores, y así empezamos. En el año 2008 lanzamos la primera gama de productos: cinco almohadas y seis productos absorbentes para neveras y zapatos.
P: ¿Qué propiedades tienen estas almohadas que las hacen tan especiales?
R: La primera es mecánica: sujeta muy bien el cuello, disminuye contracturas y problemas cervicales. La segunda propiedad es que son ergonómicas y se adaptan, además es una almohada fresca, traspira muy bien, disminuye la sudoración y elimina los olores. Y en tercer lugar, genera iones negativos -esto les importa mucho a los japoneses- que son beneficiosos para la salud. Es un producto completamente natural, los alérgicos los utilizan sin problema y los aquejados de Sensibilidad Química Múltiple también.
P: Es un producto muy especial. ¿Los clientes potenciales creen en su efectividad?
R: Sin ese término demostrado, no nos hubiésemos metido en esto porque requiere una financiación elevada. Si no creyésemos en el producto no lo hubiésemos empezado a elaborar.
P: ¿Hay demanda para este tipo de productos tan especializados en España?
R: En España hay mercado, pero las circunstancias económicas han hecho que caiga mucho la demanda. Tal y como están las cosas aquí, la gente lo último que se plantea es cambiar de almohada, usan la que tienen un par de años más. Además, es un producto especial con un precio más elevado.
Entre 2008 y 2010 crecimos mucho en España, pero la crisis en el sector del descanso ha sido brutal, el 67% de los clientes que teníamos ha cerrado su tienda. No es un mercado pequeño, hay gente interesada en este tipo de producto aquí, pero la situación es complicada.
P: ¿Cuál es entonces vuestro principal mercado?
P: La venta fundamental la hacemos en el mercado de EEUU y Japón. Estamos en la carta de almohadas de más de 100 hoteles en Japón -allí este mercado está muy desarrollado-, y tenemos un contrato de distribución de aproximadamente un millón de unidades en EEUU. En España tenemos un centenar de tiendas asociadas y que distribuyen nuestros productos.
P: ¿Tenéis pensado seguir vuestra expansión exterior?
R: Nuestra vocación desde el principio es de exportación. Empezamos con el mercado japonés, pensamos en Escandinavia y otros países.
P: ¿Cuántos trabajadores sois actualmente en Charcolive?
R: En estos momentos, somos diez trabajadores.
P: ¿Estáis trabajando en nuevos productos a los que incorporar huesos calcinados de aceitunas?
R: Tenemos varias líneas de trabajo, como prototipos de colchones terapéuticos y nuestro producto puede usarse como barrera contra el ruido.
P: Es un producto que requiere mucha financiación. ¿Cómo habéis logrado manteneros pese a la crisis?
R: Hemos estado en el filo de la navaja en muchas ocasiones, son productos muy nuevos y es difícil de introducir en el mercado, pero estamos poniendo todo nuestro empeño. Hemos invertido unos 800.000 euros en el proyecto, 100.000 de los cuales nos los subvencionó la Junta de Andalucía, el resto son financiación propia, y desde hace tres años la situación es prácticamente imposible. Te dicen que es un negocio de mucho riesgo, así que hemos decidido tirar por nuestra cuenta y, en realidad, lo prefiero.
P: ¿De dónde le nace la vena emprendedora?
R: Yo vivía muy bien, era ejecutivo de una multinacional y a los 49 años decidí emprender, y no daría marcha atrás porque la satisfacción de generar riqueza a tu alrededor no te la da un puesto en una empresa, te da otras cosas, pero esa satisfacción no. Además, crear un producto que sabes que es beneficioso para otras personas es una sensación muy especial.