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Ideas para componer su cartera de acciones

¿Cómo debe planificarse una cartera de acciones? ¿Para qué sirve diversificar? ¿Cuál debe ser el tamaño de las distintas posiciones?

¿Cómo debe planificarse una cartera de acciones? ¿Qué debemos conseguir con dicha planificación? ¿Para qué sirve diversificar? ¿Cuál debe ser el tamaño de las distintas posiciones?

Cuestiones prácticas a tener en cuenta

Estas son preguntas que se hace cualquier inversor y a las que vamos a tratar de responder en este artículo aprovechando algunas de las reflexiones que realizó Zeke Ashton, fundador de Centaur Capital Partners en 2002, en una presentación en un congreso de Value Investing hace ya algún tiempo.

Como ya hemos comentado en alguna ocasión anterior, lo primero que tenemos que tratar de lograr es una cartera que sea consistente con nuestro perfil de riesgo y nuestra tolerancia al estrés. Es bueno, en ese sentido, obtener respuesta a la pregunta de si podemos dormir tranquilos por la noche si vemos caer nuestra cartera un 10% en un mes o moverse la valoración de la misma en un rango entre máximos y mínimos de un 30%.

También tenemos que tener claro qué finalidades perseguimos en términos de conservación de capital, crecimiento u obtención de flujos monetarios periódicos. Deberemos, asimismo, tener presente qué retornos consideramos satisfactorios dentro de nuestro perfil de riesgo y nuestras necesidades de liquidez para atender obligaciones y compromisos que puedan surgir, evitando deshacer posiciones en momentos no convenientes.

Buscando la fiabilidad

Habiendo ponderado todo lo anterior, Zeke Ashton señala que la meta para todo inversor a la hora de componer una cartera de acciones debe ser conseguir el máximo valor de tus mejores ideas de inversión sin arriesgar significativas pérdidas en caso de errar.

En este sentido, se trata de encontrar un número bastante de buenas ideas de inversión (posiciones) para asegurar que el tamaño de la selección es suficientemente grande como para recompensar tu habilidad inversora y absorber las malas decisiones, mala suerte o malos resultados ocasionales que se produzcan.

Desde ese punto de vista, la estructura de la cartera no tiene por objeto reducir la volatilidad de las cotizaciones sino, sobre todo, incrementar la relación entre habilidad y resultado, reduciendo el factor suerte. Se trata, según su terminología, de alcanzar la mayor fiabilidad posible. Por un lado, cuanto más concentrada esté nuestra cartera, más riguroso se ha de ser y, seguramente, más ideas prometedoras habrá que rechazar. Por otro lado, si decidimos incluir un número mayor de valores y no queremos perder potencial de revalorización y calidad, mayor carga de trabajo tendremos que asumir.

Ashton apunta también otra idea muy sensata en relación con la concentración de cartera, y es que no es algo constante, sino dependiente de las condiciones del mercado. Por ejemplo, en el primer trimestre de 2009, con un mercado plagado de gangas, el grado de concentración no es tan primordial ante la gran cantidad de oportunidades en el mercado, que hacía relativamente fácil encontrar hasta una veintena de títulos muy interesantes sin demasiado esfuerzo. Sin embargo, conforme las valoraciones son mayores, va siendo más difícil encontrar valor y el riesgo de pérdida aumenta.

Es igualmente importante ajustar la composición de la cartera al tamaño total de la misma. Si se gestionan patrimonios muy grandes, deshacer los errores minimizando pérdidas se hace especialmente complicado si tenemos mucha concentración (pocas compañías en cartera). Sin embargo, esta dificultad es mucho menor si nuestro patrimonio es modesto.

El margen de seguridad

El principio de margen de seguridad es tan aplicable a la construcción de la cartera como lo es a la selección de cada inversión individual.

Recordemos que el margen de seguridad se relaciona con evitar graves pérdidas en caso de producirse los peores escenarios posibles. Pabrai comentaba que se trata de minimizar el riesgo incluso en los supuestos en que la incertidumbre sea elevada. El futuro tiene un alto componente de impredecibilidad y la valoración de acciones es un arte impreciso y no una ciencia exacta. Así que incluso los mejores inversores necesitan ese margen de seguridad para evitar desastres.

Donde en la inversión individual elementos como el precio bajo, la ventaja competitiva perdurable y la posición financiera sólida son los que proporcionan ese margen de seguridad, en la composición de cartera se está jugando a porcentajes. Dicho de otro modo, aun en el caso de que algunas de las inversiones individuales seleccionadas con tales salvaguardas produzcan resultados indeseados, el reunir un buen puñado de ellas y diversificar nuestro patrimonio entre las mismas amortigua todavía más ese "siniestro" (outlier).

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