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José T. Raga

La huelga y el PIB

¿A quién benefician las huelgas? Exclusivamente a sus organizadores sin escrúpulos. Las huelgas constituyen el negocio de sus promotores

Una sociedad que no tiene imaginación, o que todo pretende resolverlo mediante huelgas y conflictos, es una sociedad llamada al fracaso humano, a la degradación de la convivencia cívica y a la decadencia económica. La cercanía del ejemplo me ahorra cualquier explicación. Es más, si en vez del recurso único a la huelga los ciudadanos, y aquellos que les manejan, dedicaran unos instantes a pensar en las causas que motivaron la crisis de la que protestan y las consecuencias de sus algaradas callejeras, quizá optarían por otras conductas que pudieran conducirles a mejor fin.

Es cierto que esas otras conductas no son las propias de los llamados líderes sociales; éstos nunca se han preocupado por el bien de la sociedad, sino, exclusivamente, por el bien propio y el de la estructura que les mantiene.

El señor Zapatero recibió en 2004 un país de economía sana, con un déficit del 0,1% del PIB, una deuda pública del 46,3% y un desempleo del 10,56%. Su despilfarro concluyó en 2011 con un déficit del 9,7%, una deuda del 69,3% –un incremento del cincuenta por ciento– y un desempleo del 22,85%, más del doble del de 2004, con 5,27 millones de parados, frente a los 2,16 millones de 2004, es decir, dos veces y media en siete años de gobierno. ¿Se ha olvidado todo esto? ¿Ni siquiera lo recuerda el señor Rubalcaba? ¿Dónde estaban los agitadores de hoy durante los desmanes zapateriles?

¿Somos conscientes de lo que significan las huelgas, cuando pretendemos hacer crecer el PIB y el empleo? A los sindicatos esto no les importa, ellos siguen viviendo del presupuesto del Estado. Pero ¿y los demás, aquellos que cada mañana tienen que luchar para mantener su empleo, o para encontrarlo?

¿Qué es el Producto Interior Bruto? Son varias las vías por las que podemos identificarlo:

  • la suma de bienes y servicios producidos por los residentes de un país en un año;
     
  • el gasto en bienes de consumo más el gasto en bienes de inversión, tanto del sector privado como del público, más las exportaciones menos las importaciones;
     
  • la suma de las rentas, antes de impuestos, percibidas por los factores de producción.

Cojan cualquiera de las tres formas de determinar el PIB y llegarán a la conclusión de que las huelgas

  • disminuyen la producción de bienes y servicios,
     
  • reducen el gasto del sector privado, y también del público, y
     
  • disminuyen las rentas de los factores de producción.

Así las cosas, ¿a quién benefician las huelgas? Exclusivamente a sus organizadores sin escrúpulos. Las huelgas constituyen el negocio de sus promotores; ¿quién recordaría si no a UGT, o a CCOO? También ahora el PSOE hace causa común con ellos, rechazando la vía propiamente parlamentaria.

Pero la economía es tajante: menos PIB generado supone menos rentas pagadas a los factores de producción –trabajo fundamentalmente– y menos PIB para distribuir socialmente; o sea, más pobreza.

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