El país dirigido por la peronista Cristina Fernández de Kirchner asusta a las marcas extranjeras de lujo afincadas allí por el endurecimiento de las trabas a la importación. Las fuertes restricciones económicas, que dificultan a estas marcas ingresar en Argentina productos elaborados en el exterior, están provocando la estampida de enseñas como Emporio Armani, Yves Saint Lourent, Escada, Ralph Lauren o Calvin Klein.
Kenzo ha sido la última en marcharse de la capital argentina y, previsiblemente, no será la última. Las marcas extranjeras están en el punto de mira del Gobierno de Kirchner, que lleva meses endureciendo el control de manera progresiva sobre la economía argentina.
Al Gobierno populista de Argentina la pérdida de estas tiendas no le preocupa en absoluto y, de hecho, está implementando medidas destinadas a fomentar la producción nacional. El secretario de Turismo, Enrique Meyer, respondía con un "vamos a comer empanadas" a la pregunta de cómo valora el Ejecutivo la fuga de enseñas de lujo. Sugirió además que las etiquetas están sobrevaloradas y dijo que su salida tendría un impacto mínimo en la economía nacional. Lo cierto es que miles de argentinos se están quedando sin trabajo mientras se cierran las tiendas de marcas donde trabajaban y de las que, casualmente, la presidenta de la República es habitual.
Restringir las importaciones tiene como objetivo evitar la merma del superávit comercial, según el Gobierno, pero la realidad es que la política de Kirchner es cada vez más autárquica e intervencionista. Las restricciones a la importación y el cepo al dólar están cercando y aislando a los argentinos.
El control de la economía es tal que, como ya avanzó Libre Mercado, las compras online a través de PayPal, que se había convertido en una útil herramienta para hacerse con la preciada divisa estadounidense sin pasar por los férreos controles de Hacienda, también están paralizadas. Mientras, el mercado negro de dólar, el conocido como dólar blue sigue creciendo mientras la inflación aumenta día tras día.