El número de acuerdos, foros y burocracias regionales latinoamericanas es tan largo que algunos expertos hablan de inflación institucional. Organismos como la OEA, la Comunidad Andina, el Foro del Arco del Pacífico, la Cumbre de las Américas, la Celac o el ALBA conforman una larga lista de decepciones.
Con antecedentes así, no es de extrañar que el nacimiento de la Alianza del Pacífico pasase sin pena ni gloria por los grandes medios informativos. Puede que ese bajo perfil sea el primer acierto de esta iniciativa de integración económica y comercial suscrita por México, Colombia, Perú y Chile. En vez de celebrar grandes cumbres y firmar declaraciones grandilocuentes, la Alianza funciona de forma más realista y pragmática, fijando objetivos graduales y evaluando de forma continua los resultados obtenidos.
El objetivo de este pacto es darle un nuevo impulso a las políticas de apertura económica seguidas desde hace años por los países firmantes. México, Colombia, Perú y Chile llevan mucho tiempo abriendo sus mercados y abrazando el capitalismo global como eje de progreso y desarrollo socioeconómico. Integrando ahora esos esfuerzos, los países firmantes dan un paso más en esa dirección, conformando el noveno bloque económico más importante del mundo. No en vano, este pacto aglutina a 200 millones de consumidores, lo que representa el 34% del PIB latinoamericano y el 50% de las exportaciones regionales.
Alternativa al proteccionismo
En el siempre complejo panorama geopolítico de la región, la Alianza del Pacífico representa un ejercicio de liberalización y apertura cercano a los postulados tradicionales del capitalismo liberal. El presidente chileno, Sebastián Piñera, así lo ha admitido, señalando que el objetivo del pacto es "ir más allá de los acuerdos bilaterales comerciales", caminando "hacia el libre comercio y la libre circulación de servicios, capitales y personas. Lejos de refugiarnos al interior de nuestras propias fronteras, nos comprometemos aún más con la apertura, con la integración. Es un buen ejemplo para el mundo entero".
Aunque Mercosur, el otro gran pacto económico y comercial de la región, nació con objetivos similares, lo cierto es que la inercia burocrática y el paso del tiempo han acabado escorando dicho bloque hacia el proteccionismo. Aquí ha tenido mucho que ver la presión de Argentina, que lleva años cerrando sus mercados, pero también la indecisión de Brasil, que no termina de abandonar su tradicional recelo a la libertad comercial. Hasta ahora, Uruguay y Paraguay habían servido de contrapeso a ambas actitudes, pero la llegada de Venezuela al Mercosur acabará consolidando la versión más intervencionista de dicho bloque.
Con anterioridad, los países del "socialismo del siglo XXI" ya habían intentado impulsar desde el ALBA un bloque comercial amigo del nacionalismo económico y hostil al capitalismo global. El vehículo para promoverlo era el Tratado Comercial de los Pueblos, documento aprobado en 2009 que pedía un comercio "complementario", "solidario", "soberano" y "pactado sin condiciones, normas o compromisos". Sobra decir que dicho acuerdo apenas tuvo recorrido. Sin embargo, el fracaso del TCP ha animado a Chávez a promover una agenda similar a través de Mercosur. Su aliado Rafael Correa es consciente de ello, y ya ha comenzado los trámites para que Ecuador se una a dicho bloque comercial.
Hablamos, por lo tanto, de un nuevo panorama para la región en el que se enfrentan dos bloques y dos formas muy diferentes de concebir la economía y la política. Eso sí: no se trata, ni por asomo, de actores con la misma fortaleza. Si comparamos la pujanza de ambos grupos, comprobamos rápidamente que la Alianza del Pacífico aglutina economías mucho más competitivas, hasta el punto de que el volumen total de las exportaciones de la Alianza del Pacífico en 2010 fue un 60% mayor que el de Mercosur (y todo ello pese a que los países de este segundo bloque tienen una población mayor en más de 50 millones de habitantes...).
Este contraste ha animado a Panamá y Costa Rica a interesarse por la iniciativa. Ambos países están en la órbita de la Alianza del Pacífico desde su nacimiento y aspiran a ser miembros de pleno derecho en el menor plazo posible. Igualmente, el empeño de Uruguay y Paraguay por sacudirse la creciente espiral proteccionista del Mercosur se ha traducido ya en un acercamiento de ambos países a la Alianza del Pacífico. Así las cosas, Uruguay acaba de ser aceptado como "país observador" del pacto, mientras que Paraguay ha empezado a plantearse si sigue el mismo camino.
A este cúmulo de informaciones positivas para la Alianza del Pacífico se le suma el interés de Estados Unidos, Australia, Japón, Indonesia y Guatemala por unirse al acuerdo. Para responder a esta solicitud y determinar el grado de participación que tendrán estos posibles socios, la Alianza ha aprobado una serie de mecanismos de asociación que podrán adoptar en breve los países interesados.
¿Qué significa los ciudadanos?
Desde su constitución, la Alianza del Pacífico ha articulado su funcionamiento técnico a través de cuatro grupos de trabajo:
1. Movimiento de personas. Hasta ahora, la inutilidad de las burocracias supranacionales ha frenado el movimiento de personas en la región de forma incomprensible. El objetivo de este grupo de trabajo es simplificar los procesos migratorios con visados ágiles y mecanismos que faciliten la circulación de profesionales, estudiantes y visitantes.
2. Facilitación del comercio. Los grupos de trabajo buscan homologar los acuerdos comerciales que ya existen entre los países firmantes. El resultado será un único texto marco que simplificará y unificará los pactos vigentes en la actualidad. Esto agilizará las exportaciones e importaciones, y permitirá a la Alianza del Pacífico comportarse como un actor cohesionado y fuerte en la escena económica global.
3. Integración de servicios y capitales. Un ejemplo de lo que han conseguido estos trabajos es la consolidación del Mercado Integrado Latinoamericano (MILA), una iniciativa que acabará traduciéndose en la fusión total de las bolsas de México, Colombia, Perú y Chile. Con el MILA, los inversores de los países de la Alianza del Pacífico tendrán acceso a un mercado más amplio y atractivo, lo que ayudará a las empresas a crecer y captar capital de forma más asequible.
4. Creación de nuevos mecanismos para la resolución de disputas comerciales. La Alianza del Pacífico canalizará por esta vía algunas de las acciones encaminadas a conseguir la reducción de los aranceles a los productos agropecuarios. Un ejemplo de lo que persigue este grupo de trabajo es mejorar los procesos de revisión sanitaria para que no sirvan como excusa para crear o mantener los obstáculos al comercio de bienes de producción agrícola.
Una "guerra fría" comercial
La más reciente prueba de que la coexistencia de la Alianza del Pacífico y el Mercosur no será sencilla es la denuncia que ha interpuesto México ante la OMC debido a las restricciones comerciales aprobadas por el gobierno argentino de Cristina Fernández de Kirchner. Esta "guerra fría" comercial ya estuvo presente en las reuniones de la Cumbre de las Américas, y podría ir a más en los próximos años.
Es importante señalar, eso sí, que los flujos comerciales entre los países de la región no son muy elevados. Esto explica la vocación internacional de la Alianza del Pacífico, que mira hacia Asia a la hora de construir nuevas relaciones económicas. Sin descuidar sus vínculos con Europa y los Estados Unidos, mercados como China, Japón o Corea del Sur tienen un especial atractivo para México, Colombia, Perú y Chile.
Conscientes de esta realidad, Perú y Chile han avanzado una nueva línea de trabajo para la Alianza a través de su pertenencia oficial al Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC). Ambos países negocian junto a otros actores el desarrollo del TPP, un Acuerdo de Libre Comercio Transpacífico que se podría convertir en el más grande de todos estos bloques internacionales. Colombia y México colaboran en este esfuerzo como países observadores, ya que aún no son miembros de pleno derecho del APEC. Por eso, debemos entender la Alianza del Pacífico como un mecanismo de internacionalización comercial que complementa los esfuerzos de liberalización intrarregional.
Según los informes publicados por el BBVA, el país de la región que más sufrirá las consecuencias de mantenerse al margen de la Alianza del Pacífico es la Venezuela de Chávez, que se verá sustituida progresivamente por Colombia y Perú en las cadenas comerciales de la región.