Los Presupuestos Generales del Estado de 2013 ya están preparados, en el cajón, a la espera de que el jueves el Consejo de Ministros los apruebe. Quedan algunos flecos, pero el grueso de las reformas ya está concretado; se lleva meses trabajando en ello, bastante antes de las vacaciones de verano. Y de las palabras de Mariano Rajoy sin micrófonos delante en Roma se desprende que serán muy duros, entendiéndose como tales que cumplirán con las expectativas de los actores internacionales -Berlín, Bruselas y el FMI, principalmente- que supervisan nuestra economía.
El presidente del Gobierno dibujó un escenario oscuro para las próximas fechas. Sus expresiones, sus gestos, hicieron entender que la crisis aún seguirá azotando con agresividad. Parafraseando a un ministro muy próximo a Rajoy, "aún estaremos peor antes de empezar a mejorar". Las cuentas públicas para el próximo año tienen como difícil misión mantener a raya el déficit público, situándolo en los niveles comprometidos con la Unión Europea. Varios cargos económicos admiten que no será fácil, y que la prueba de fuego estará en diciembre, coincidiendo con el último Consejo Europeo del año. Antes queda mucho recorrido.
Los PGE han sido guardados con tal recelo que, a ojos de la opinión pública, prácticamente todas las partidas son susceptibles de sufrir recortes. De hecho, Rajoy tan sólo salvó dos de ellas, que subirán: los intereses de la deuda y las pensiones. Esto no significa, en el caso de las pensiones, que vayan a ser revalorizadas en el año en curso para ajustarlas al IPC. El Ejecutivo da por hecho entre bambalinas que la respuesta es un "no", pero el presidente no quiso ni confirmar ni desmentir. El salto es importante: las pensiones subieron un 1% y el IPC ronda el 3%.
Los ministros ya han remitido a Hacienda los cálculos del ajuste. Dependiendo de cada ministerio, la tijera ha sido más o menos profunda. No obstante, a todos afecta, incluso a los departamentos más sensibles. Así, Ana Mato (Sanidad) tendrá que meter mano en el presupuesto de Dependencia, si bien será muy cuidadosa. Por su parte, buena parte del ahorro podría venir del lado de los empleos públicos, coinciden varias fuentes consultadas. De hecho, el Ministerio de Trabajo ya tiene listo el borrador. La máxima es recortar aunque ya se esté tocando hueso porque de unas cuentas claras y contundentes depende en buena medida el futuro económico del país.
Las hipótesis del Gobierno
El Gobierno trabaja con varias hipótesis. La que mejor suena tiene en los PGE su principal pata de sujeción. Si los informes gustan a Bruselas y Berlín, en tanto en cuanto se corrobora un control del gasto en las formas y tiempo exigidos, la Moncloa cree que se puede atrasar el rescate e incluso descartarlo. Entienden que sería un mensaje lo suficientemente contundente, y que los mercados lo acogerían con satisfacción. O, al menos, si se tuviera que llamar a la puerta del Banco Central y recurrir a la ayuda, que las condiciones sea mínimas ya que el control del déficit se esté ejecutando.
Si los presupuestos gustan, el Gobierno espera rematar la faena con el Plan Nacional de Reformas y dar una intensa batalla en la cumbre de Bruselas de octubre, de la que el presidente ya ha pedido públicamente -este mismo viernes, ante líderes comunitarios de su misma familia política- compromisos concretos para avanzar en la unión bancaria y la integración fiscal.
El 'rescate', encima de la mesa
Pero, como casi todo en la política económica actual, éste es tan sólo un escenario. Y de ahí que Rajoy admitiera que el rescate está encima de la mesa, y que habla de ello en sus citas internacionales. El encuentro con Mario Monti fue clave, ya que, de pedir el rescate, España quiere ir de la mano con Italia. Con Barack Obama vuelve a verse a primeros de semana, en el transcurso de la Asamblea General de la ONU. El papel de Estados Unidos es también decisivo: no quiere, explican en Moncloa, que la inestabilidad económica en el viejo económico afecte a la campaña electoral.
De Obama, el presidente quiere que presione para acelerar el proceso de un esqueleto comunitario más fuerte para evitar socavones de confianza que hundan los mercados. Pero ahora, principalmente, lo que quiere es lanzar la idea de que el barco Español es sólido contra el déficit; que no hace aguas -que no engaña- como hacía hace menos de un año el anterior gabinete. Que ésta, en voz de un ministro económico, "no es ya la España de ZP". Y para eso, el jueves, presentará unos Presupuesto muy austeros que, probablemente, le provocarán problemas en la calle y quizá le resten votos el 21 de octubre.