Desde que el pasado 26 de julio Draghi anunció que haría "todo lo necesario" para salvar la Eurozona, la prima de riesgo española ha caído más de 200 puntos; una reducción que se ha vuelto más acusada desde este jueves, cuando el presidente del monopolio europeo sobre la emisión de dinero formalizó las condiciones del rescate a la economía española: que Rajoy suscriba un Memorándum de Entendimiento dirigido a solucionar los crecientes problemas de solvencia de nuestra economía.
Si la prima ha caído 200 puntos en mes y medio no es ni por Rajoy, ni por Zapatero ni por Rubalcaba, sino por Draghi. Mas, en puridad, Draghi todavía no ha hecho nada: sólo insinuó (hasta este jueves) o avanzó (a partir del jueves) lo que tiene pensado hacer en caso de que nuestro Gobierno pida el rescate. Pero nuestro Gobierno todavía no lo ha solicitado, de modo que apenas asistimos a una acumulación de rumores, suposiciones, creencias y apuestas sobre nuestro futuro que ni mucho menos tendría por qué llegar a materializarse en abundantes monetizaciones de deuda por parte del BCE. Esto es, apenas asistimos ante un torrente de especulaciones sobre nuestro futuro, torrente que, justamente, está provocando una reducción tan intensa de los tipos de interés de nuestra deuda.
¡La especulación! Sí, esa malévola actividad realizada por pérfidos señores con cuernos (los especuladores) que hasta hace unos días demonizábamos, o incluso proponíamos proscribir, pero que ahora recibimos entusiasmados como la bendición que nos permitirá seguir extendiendo nuestro insostenible endeudamiento durante unos meses o años más. Veremos cuánto tarda en fastidiarse está nueva bacanal burbujística, pero merece la pena constatar ese hipócrita doble discurso que caracteriza como buena la especulación que nos beneficia y como mala aquella que nos perjudica. Miope discurso que confunde las ganancias personales a corto plazo con la adecuada coordinación económica y social a largo plazo. Para los propietarios de viviendas o de acciones de Terra, los movimientos especulativos sobre los inmuebles o sobre los valores eran buenos, pese a que promovieran una pésima asignación de capital.
Lo mismo acaece ahora, cuando el BCE da más cuerda a un Gobierno manirroto para que continúe gastando muchísimo más de lo que ingresa. Si los problemas fundamentales de nuestra economía –que no son de falta de liquidez, sino de solvencia– no se solucionan –para lo que necesitamos de austeridad pública y de liberalización privada–, Draghi sólo estará dándonos cuerda para la horca.
Al final, sucede que la especulación sólo será buena en tanto anticipe correctamente el futuro y sólo será mala en tanto se equivoque. Por fortuna, los especuladores, como grupo, ganarán cuando acierten y perderán notablemente cuando se equivoquen. Con este anuncio de monetización ilimitada de deuda, el BCE sólo ha alentado una masiva especulación alcista sobre nuestra deuda. ¿Es una especulación en la dirección adecuada? Si Rajoy persiste en su torcida política a favor del Hiperestado y la microsociedad, si no da un giro copernicano a su desastrosa gestión, entonces podemos asegurar que no, que el BCE sólo está impulsando una mala especulación distorsionadora que agravará muy intensamente nuestra crisis. ¿Y va Rajoy a rectificar? ¿Por qué motivo debería hacerlo? ¿Por el Memorándum de Entendimiento que le obligarán a suscribir? ¿Ese mismo que firmó Grecia?