La fuga de depósitos se ha acelerado de forma sustancial en España a lo largo de los últimos meses, coincidiendo con la fuerte tensión que viene sufriendo el mercado financiero y de deuda a nivel nacional. Los depósitos del sector privado en la banca española registraron el pasado julio una caída mensual del 4,6%, equivalente a la retirada de 74.228 millones de euros -el 7% del PIB-, la mayor salida de depósitos de la era euro.
Se trata del cuarto descenso mensual consecutivo, sólo que éste es cada vez más intenso. La fuga de depósitos se ha incrementado desde el pasado marzo y se aceleró de forma significativa desde mayo, tal y como muestra el siguiente gráfico.
De hecho, en el último semestre de 2011 su cuantía ascendió a 57.000 millones, mientras que en lo que va de año el descenso se sitúa ya en 150.000 millones de euros, casi tres veces más.
En la actualidad, el sistema acumula un total de 1,507 billones de euros en depósitos privados, el nivel más bajo desde mayo de 2008, frente a los 1,715 billones de julio de 2011. Es decir, los depositantes han sacado un total de 207.000 millones de euros en los últimos doce meses, lo cual equivale a una caída del 12% interanual. Se trata de la mayor retirada que sufre un país de la zona euro tras Grecia, cuyos depósitos han descendido un 17,6% interanual.
En concreto, durante este período, los depósitos de los hogares en España han bajado en 31.000 millones, 40.000 en el caso de las empresas y unos 135.000 millones en el resto de agentes privados -otros bancos y fondos-. Sólo en julio, el sector empresarial ha retirado 26.000 millones.
El Gobierno le resta importancia
Sin embargo, las autoridades españolas trataron de restarle importancia a la histórica retirada de depósitos registrada en julio. Así, por un lado, el secretario de Estado de Economía, Fernando Jiménez Latorre, aseguró el martes que el Gobierno no había detectado una "retirada significativa". Por su parte, fuentes del Banco de España señalaron que dos terceras partes de estas fugas correspondieron a otras instituciones financieras, de las que el grueso son operaciones de fondos de titulización que, ante la dificultad de llevar a cabo nuevas emisiones, recurrieron a la retirada de depósitos.
El otro tercio corresponde a empresas y familias y, según el Banco de España, se debe a factores meramente estacionales: las empresas tienen que pagar impuestos el día posterior al del cierre del trimestre, por lo que tiraron de depósitos para afrontar estos pagos en julio; los hogares, por su parte, habrían retirado dinero para hacer frente a los costes del período estival (vacaciones). Por ello, según el banco central, más del 50% del descenso registrado en julio se explicaría por factores estacionales. Una vez corregidos, los datos reflejarían una ligera caída adicional a la evolución descendente que se viene observando desde mediados de 2011.
Un dato relevante
Pero esta explicación no convence a los expertos por varios motivos. En primer lugar, una vez corregidos los supuestos efectos estacionales, la retirada ascendería a 65.000 millones -una cifra que sigue siendo récord-, según los analistas de Barclays Capital. Además, un desplome del 12% interanual implica que España está sufriendo la mayor fuga de depósitos tras Grecia. De hecho, en julio, tan sólo la banca española y portuguesa registraron retiradas, y en el caso luso ésta apenas se situó en 1.000 millones de euros.
Por último, la salida de depósitos coincide, no por casualidad, con una petición récord de dinero al Banco Central Europeo (BCE) por parte de la banca nacional. Las entidades españolas acumulaban hasta julio una deuda de 402.185 millones de euros con el BCE, una cifra récord que multiplica por siete las peticiones del año anterior.
Asimismo, la deuda neta con el BCE -diferencia entre las peticiones de financiación y los depósitos acumulados en el banco central- ascendió a 375.549 millones de euros, también siete veces más que los 52.053 millones solicitados un año antes.
Todo ello pone de manifiesto que la banca española depende ahora casi en exclusiva del BCE, cuyo crédito se está encargando de sustituir la financiación privada -el mercado interbancario está casi cerrado para España, excepto para algunas grandes entidades- al tiempo que contrarresta la intensa fuga de capitales -incluidos depósitos- que viene sufriendo el país.