Buenas tardes,
aunque no tiene demasiado que ver con lo que nos ocupa hoy, quería preguntar qué ocuriría con la deuda pública en dos casos.
Primero, con un abandono unilateral del euro por España, y vuelta a una peseta nueva. La deuda pública, que está en euros, ¿se convertiría automáticamente en deuda en pesetas, o si se deprecia la peseta un 30%-40%, se incrementaría enormemente la deuda pública española, 200 o 300 mil millones de euros?
Segundo, si el euro salta por los aires, y se vuele a las monedas nacionales, al no existir el euro ¿se convertiría automáticamente en deuda en pesetas, incluso aunque se deprecie la peseta un 30%-40%, y no se incrementaría la deuda pública española, con lo que nos ahorraríamos 200 o 300 mil millones de euros?
Saludos,
Y ahora intentaré compendiar, espero que de modo más claro gracias a la colaboración de Lana, la idea fuerza que quiero transmitir: el socialismo es la negación radical de la Ley, pues las normas generales y abstractas, las reglas iguales para todos y de ámbito de aplicación inespecífico, suponen un obstáculo insalvable a su acción política. Un ejemplo muy didáctico es como Lana, representante paradigmática del energúmeno de izquierdas, elude implícitamente toda tipificación objetiva de “robo”, pues, al igual que pretendía el personaje de Lewis Carroll, las palabras significarán lo que a ella le convenga en cada momento.
Son de agradecer los sugerentes desvaríos de Lana, viva imagen del atolondramiento y pueril arrogancia que encasta a la peña de izquierdas.
A su manera, ilustra de manera muy gráfica los prejuicios y extravíos ideológicos que revelan al socialismo como un burdo bandolerismo con aureola, pues sus opiniones, por toscas e indiscriminadas que parezcan, sintetizan la esencia del pensamiento de izquierdas.
En un alarde democrático, deslegitima toda opinión distinta a la suya por ser sus detractores parte interesada y ella no. Ella es una ungida intérprete del pueblo muy agradecido a la izquierda por sus cien millones de víctimas y cien años de miseria allá donde ha mangoneado, eso sí, con exquisito respeto a la libertad ideológica, moral y religiosa; sin nada ni remotamente parecido a una “educación para la ciudadanía”, vamos.
Cree que un empresario concienciado debería montar una empresa para perder dinero y contratar obreros que no le hagan falta; aunque parezca que nadie quisiera comprar tan onerosa producción, correríamos como locos a arruinarnos por hacer la obra social.
Dice que el trabajador vende su trabajo al empresario pero que éste le roba, cosa harto sorprendente pues nunca se vio que se robe pagando el precio convenido por la mercancía salvo que se dé dinero falso. Normalmente, quien puede robar en una transacción es la parte que entrega el género defectuoso, no el dinero. Dice también que el empresario roba todo lo que puede a Hacienda y a la Seguridad Social Esto sí que es el mayor de los misterios, pues la legítima propiedad se define como el fruto de la acción personal pacífica y de los acuerdos voluntarios, del intercambio o de la libre donación o disposición. Mal se puede robar a entidades que no producen nada ni intercambian ni mucho menos se encuentran tesoros por la calle o alguien se los regala; bien al contrario se afanan en arrebatar recursos ajenos, generados por otros, es decir, que son éstas quienes encajan en la definición canónica de “ladrón” y no sus víctimas por tratar de evitar el saqueo en lo posible.
Creo que el último párrafo desluce un poco el artículo. Y no por la (en mi modesta opinión) desacertada frase “Grecia, al igual que hizo Argentina en su día, está apostando por más estado y menos mercado”. (Eso puede pasar hoy pero conviene recordar que Argentina en los 90, junto con Rusia, representa precisamente el ejemplo más notorio del fracaso de las políticas económicas neoliberales -esto es, del más mercado y menos estado en su versión consenso de Washington- que acabó con la mayor suspensión de pagos de un estado en la historia moderna.)
Comentaré una frase más interesante: “la izquierda siempre ha tirado al monte”. Confieso que no entiendo bien la afirmación, podría indicar que la izquierda es (o está) como una cabra (que siempre tira al monte), es decir, que actúa según su naturaleza. (Por eso debe ser que el articulista añade que “la izquierda siempre ha tirado al monte” “por naturaleza”.) Otro significado algo más subliminal puede ser que “la izquierda, por naturaleza, siempre se ha echado al monte”, esto es, siempre se sitúa fuera de la ley con tendencia al bandolerismo; el problema es que si lo hace “por naturaleza” están de más las consideraciones políticas o morales que son las que dan más juego al criticismo (a no ser que tomemos la apostilla “por naturaleza” como “según su estado de naturaleza”, aunque entonces deberíamos definir cuál es el estado de naturaleza propio del hombre -de izquierda- en este caso sería más propio recurrir a Hobbes antes que a Locke o Rousseau). Dice el artículo que del éxito o fracaso en las actividades ilícitas de la izquierda “dependerá, en buena medida, el avance o retroceso de la siguiente generación”, no estoy en desacuerdo pero si estas se limitan a las “performances” propagandistas e ideológicas del Sr. Sánchez Gordillo más que soportar “tiradas al monte” a lo que asistiremos es a otro “parto de los montes”.
Saludos.
Aunque alguno dará positivo en los controles de tráfico.
El Sr. Rajoy es un blando, España necesita tomar decisiones, cumplir la ley y hacer la cumplir.
No hacer como la mayoría de los políticos del pasado, “dando bandazos”, arrimándonos a Francia, a Alemania, a Inglaterra, a Italia según crea que nos conviene, al final siempre igual. Nos quedamos con el trasero al aire. Somos unos quijotes.
Deje usted al pueblo que decida. Usted no está cualificado para opinar, ya que es parte interesada. La derecha siempre ha ido a someter al pueblo ideológicamente, moralmente y religiosamente y nunca la ha aportado otra cosa. El trabajo es un derecho y el trabajador vende su trabajo al empresario, y este último que ahora les han dado a todos los tontos por llamarlos "emprendedores" (sic) no hacen ninguna obra social. Montan una empresa para ganar dinero, y no contratan más obreros de los que les hacen falta, eso sí, para robarles a ellos y a Hacienda y a la Seguridad Social todo lo que puedan. En España el término "empresario" es similar, cuando no lo msmo, que ladrón.
Mucha izquierda pero a la gente le importa mucho su ropiedad ,grande o pequeña, que tantos años ha invertido en construir, no creo que el personal esté por la labor; no entiendo este pais dónde la percepcion de crisis permanente en la calle no se aprecia como nos estan haciendo ver y dónde en Galicia por ejemplo vienen contratas de trabajadores portugeses ha desarrollar trabajos en las grandes obras me imagino el porqué; de que necesidad estamos hablando, aunque no quiero generalizar, como dicen los economistas es una pequeña muestra mas menos
berdonio: la pura verdad.
Una preocupación grande es cómo se infiltran esas ideas mal hechas en tanta gente medianamente instruida y medianamente inteligente, cómo la vieja dictadura (social- marx- comun- islam=sumisión- ista: la peor corrupción de ideas que la humanidad ha padecido) sigue tan viva:
no se puede apenas ni luchar por mejoras posibles y alcanzables, ocupados como estamos en defendernos de la invasión de lo peor: nunca será perdonable el mal que han hecho al mundo esos """redentores""" criminales: esos sí que nos condenan a la esperanza en el más allá como único consuelo
En verdad que, como dice el sabio -hondo, hondísimo- 1MA, esta columna y comentarios reflejan la situación de este pobre país.
El columnista advierte del peligro que suponen los típicos análisis viciados de toda la izquierda -ese desvergonzado bombero pirómano deseoso de arrasar lo poco que aún se mantiene en pie-, a saber, que una muy dudosa “justicia social” justifica muy reales robos, y se le replica que lo urgente es cambiar aunque sea a peor. Aunque el nuevo gobierno lo dirigieran las alimañas asesinas de BILDU. Porque, razona el clarividente comentarista, cuando te aqueja una grave enfermedad hay que liarse a amputar tejidos y miembros sin medida y sin preocuparse de qué relación puedan tener con el mal o si se agrava la situación, ya que es sabido que ningún decapitado precisa atención médica.
Porque “los corazones quieren vivir dignamente” (sic) y el vandalismo capitalista no les deja derrobar (siempre más triste que depidir) a gusto.
El vandalismo capitalista, esa funesta manía de exigir igualdad ante la ley, no entiende de justisias sociales que facultan para robar y violentar al vecino cuando, tras mayores esfuerzos o privaciones, llega a poseer más que uno. Siempre es posible inventarse un tipo de arcana justicia mística para cualquier violación de la ley, lo importante es disponer de fuerza para perpetrarla y cinismo para sublimarla; tú roba tranquilo que ya yo justificaré después el robo con la demagogia que haga falta, pues no se conoce laxante moral más eficaz que el propio interés.
Es fácil causar seis millones de parados prohibiendo los acuerdos voluntarios entre empresarios y trabajadores y culpar luego al vandalismo capitalista. Es fácil paralizar la economía lastrándola de sanguijuelas y trincones y atribuirlo a la codicia capitalista de quien se gana honradamente la vida, porque ya se sabe que todo el mundo tiene derecho a todo con independencia de su mérito y capacidad.
Lo que es difícil es articular un discurso convincente para sustituir la ley, la norma general y abstracta, las reglas de juego iguales para todos que a nadie favorecen y a todos responsabilizan, por el privilegio y la arbitrariedad. Lo que es difícil es persuadir de que un robo concreto e innegable, por mucho que se disimule con eufemismos como “expropiación social”, corrige una oscura y confusa “explotación”, concepto ad hoc premeditadamente vago para sugerir una especie de pecado o gravísima falta imposible de probar mediante algún canon objetivo. Lo que es difícil es implementar una platónica justicia material, acreedora de un conocimiento absoluto al que solo una mente divina podría aspirar, con desprecio del dato desapasionado e imparcial.
La izquierda mucha labia pero siempre lo mismo que trabajen otros y les repartan sus beneficios.
Entre Eres, liberados sindicales, ayudas a partidos, pers, sindicatos y ongs, va un pastón. ¿Pero qué pasaría si todo eso se fuera al garete y el parado tuviera que hacer trabajos sociales un determinado tiempo como propone Portugal o el Reino Unido? ¿Pondrían el grito en el cielo? Aparecería que muchos trabajan en negro y no quieren decirlo para seguir cobrando su ayuda y tener mejor opción el día de mañana a las plazas en las residencias de mayores.