La rebelión – pataleta que los gobiernos andaluz y catalán han montado y están montando alrededor de los objetivos de deuda fijados en el último Consejo de Política Fiscal y Financiera tiene algunos aspectos que moverían a la risa, si no estuviésemos hablando de algo extremadamente grave que, sin duda, nos va a perjudicar a todos.
El primero son las formas: la espantada previa de los de CiU completada con el ruidoso mutis de los socialistas a mitad de la reunión. Más llamativo aún cuando se trata de partidos que no pueden tener la boca más llena de términos como "diálogo" o "consenso", de los que uno esperaría el mínimo de educación para, al menos, escenificar un cierto esfuerzo por acercar posturas y algún respeto por el marco institucional y los representantes de las demás comunidades autónomas, no más importantes que Andalucía y Cataluña, pero tampoco menos.
El segundo es que, como buena parte de la política socialista (ya sea en el Gobierno o en la oposición, ya en Madrid o en Sevilla), y casi toda la de CiU, las protestas de unos y otros se basan en mentiras, pero en este caso en mentiras flagrantes, es decir, todavía más flagrantes de lo habitual: ni Cataluña, ni Andalucía, ni las otras comunidades actualmente gobernadas por el PSOE sólo o en compañía de otros se han visto especialmente perjudicadas por los planes de Montoro. Y los números cantan al respecto.
Por otro lado, llama la atención que pidan poder endeudarse más aquellos que ya no tienen capacidad para emitir deuda de ningún tipo, ¿o es que acaso cree Mas que a estas alturas podría colocar más allá de un centenar de euros de sus famosos "bonos patrióticos"? La misma suerte, por supuesto, que correrían unos hipotéticos "bonos flamencos" que lanzase Griñán: un fracaso sólo comparable al de la selección olímpica de fútbol.
Y el tercer motivo de estupefacción, carcajada y llanto (no necesariamente por ese orden): aunque parece que ellos no se han dado cuenta los tiempos han cambiado y esa chulería y suficiencia que han lucido durante décadas podía servir para el chantaje, pero ya no es útil para pedir limosna, que es lo que actualmente vienen a hacer unos y otros a "Madrit". No es que se les tenga que imponer la popular frase "dame pan y dime tonto" (más que nada porque aquí, listos lo que se dice listos, pocos) pero tampoco es el momento de que la cambien por un "dame pan y te digo tonto" muy poco apropiado... para años de tan poco pan.