Besuguin: ¡ Lo mismo digo !.
luisete1, ok, dejémoslo así, sin entrar en la psicología y circunstancias de cada uno.
Ahora bien, ¿esa imagen le ha sobrevenido en los últimos 3 años? Es más, ¿en los últimos 12 meses? Pues de el paso siguiente para ver qué ha cambiado.
Todo lo de "industria, educación, desarrollo tecnológico, fábricas, seriedad, legalidad, innovación" lo he visto de siempre (crecí con las "reconversiones" industriales, y sí me di cuenta de todo lo que pasaba, y todo lo que perdíamos). Nos han ido arruinando con el tiempo, y eso sumado al carácter/hábito/"copia lo que ves" español de hacer "simbiosis" -parasitaria- con las aapp y dar "pelotazos", pues nos ha dejado donde estamos. En este caso, elevado a la máxima potencia por la "conjunción planetaria" del bce, el cejas y sus cuatreros, los bancos, el "pelotazo" a gran escala... Y ahora el rajao y sus cuatreros.
Calicu74, precisamente en todo eso está el timo.
La gente "no se tenía que preocupar" de que el salario también cubriese la pensión, sanidad, seguros... porque ya te lo "daba" el estado. Las empresas, por su parte, sí tenían que preocuparse por "pagarte" todo ese dinero extra, que en vez de dártelo a tí se lo daban al estado. Pero, básicamente, a la empresa "se la suda" -dependerá de la capacidad de raciocinio, de liberalismo y de moral- si te lo paga a tí, al estado, a una ong, o lo mete en la trituradora, mientras lo tenga que pagar. Si cree que puede conseguir "descuentos" del estado, preferirá a este; si piensa que no y que dará mejor imagen pagando más al trabajador, se lo dará a este...
Pero precisamente en lo que estamos es en la parte de reducir cuotas al estado. Así que precisamente estamos en la fase de tener que pagar los seguros/pensiones privadas, pero partiendo de salarios que no tenían en cuenta ese hecho. Esto es, perder lo público (o dejarlo al nivel de la mi*rda, este es, cobrar una miseria, tener prestaciones mínimas...) y no poder pagar lo privado. Por lo tanto, ya estamos en camino del peor supuesto que menciona.
Así que, si de todas todas vamos hacia eso, mejor directamente no pagar cuotas en los nuevo contratos, pero aclarando al trabajador que es él quien tiene que pagarse todo, y que decida si el salario que le ofrecen es suficiente (es este país, en general será que no, claro, pero ese es otro tema). Y a los que tienen un contrato en el que no se han tenido que preocupar por eso, o bien se mantiene la cuota, o bien se pasa al trabajador y se descuenta directamente de la nómina (o no se descuenta y que busque en el sector privado; en este caso, sí habría que compensar por lo ya pagado, claro, especialmente pensiones).
NOS roban para ELLOS seguir viviendo igual. Nunca más les voto. Se podía empezar por otro lado (eliminar duplicidades administrativas)...pero no, como nos enseña el PP, van por el más débil, por la vía blanda e impersonal....esa solo protesta en estos foros, no sale a la calle.
Lo de la herencia recibida ya huele. Podía valer los primeros tres meses, pero llevan ya seis gobernando y no lo están haciendo precisamente mejor que ZP.
(I/IV)
La situación económica de España, y no descubro ningún secreto, es crítica, terminal –la política y la democrática son aún peores y, en buena parte, han provocado la primera- y sólo se podrá resolver, con enorme esfuerzo, si se identifican con claridad las causas fundamentales de la brutal crisis para, a continuación, adoptar con decisión las medidas adecuadas para neutralizar su efecto y reactivar la economía.
De ahí la importancia de tener claro que la causa esencial de la crisis es el colapso absoluto del mercado inmobiliario, del que son absolutas responsables las entidades de crédito –las cajas, fundamentalmente- las cuales, en plena orgía de la burbuja inmobiliaria, se endeudaron brutalmente con bancos extranjeros –alemanes, franceses …, tan irresponsables como los españoles, dicho sea de paso-, en el disparatado convencimiento de que el crecimiento de la demanda inmobiliaria no tendría fin. Pero, como no podía ser de otra forma, la burbuja estalló al llegar la demanda a su máximo y estancarse a continuación, mientras que la oferta de pisos, su construcción, seguía disparada al mismo ritmo que en años precedentes. La consecuencia inevitable fue el inicio del impago de los créditos por parte de promotores que no podían vender sus pisos, lo cual desencadenó, al extenderse rápidamente la morosidad de los promotores de viviendas, una endemoniada espiral de despidos masivos en el sector de la construcción por la abrupta paralización de las promociones en curso, que se extendió como la pólvora a los sectores auxiliares de la construcción de inmuebles – carpintería interior y exterior, sanitarios, industria del mueble, …- y que terminó por alcanzar al conjunto de la economía nacional, sin olvidar el brutal recorte de los ingresos públicos que supuso el colapso del mercado inmobiliario, causa principal de la quiebra actual de la inmensa mayoría de las Administraciones Públicas.
A la morosidad desatada de los promotores se unió la de los particulares que engrosaban por millones las filas del paro, y la respuesta de las entidades de crédito fue lanzarse a una desenfrenada e infinitamente necia carrera de embargos de propiedades inmobiliarias y desahucios, -en la que continúan- al tiempo que tenían que hacer frente al pago de su enorme deuda con los bancos extranjeros.
(II/IV)
De esta forma, la Banca española, al acumular propiedades inmobiliarias de forma exponencialmente creciente, aseguró el colapso de este mercado al no poder vender su inmenso parque, primero, por la caída en picado de la demanda y, segundo, por el estrangulamiento financiero de los propios bancos que tenían que pagar su deuda con los bancos extranjeros mientras que sus ingresos se reducían drásticamente a causa de la morosidad galopante, los embargos y los desahucios que, a su vez, aumentaban los gastos de las entidades de crédito al tener que abonar los gastos de comunidad y el IBI de las propiedades embargadas, lo que les impedía absolutamente la concesión de los préstamos necesarios, tanto para vender sus propiedades inmobiliarias como para permitir el funcionamiento normal de este mercado y del resto de la economía. Si unimos a esta circunstancia el despilfarro, la pésima gestión y la corrupción, por absoluta ausencia de control, en las cajas de ahorro –en manos de la casta política- tenemos todos los parámetros que explican el desastre bancario español, el “agujero” de Bankia y otras cajas, y el que los políticos inyecten los fondos que sea y recurran a lo que sea con tal de ocultar lo que hay detrás de la ruina de las cajas, que no es otra cosa que la corrupción política en beneficio de los políticos.
Por tanto, si la causa básica, esencial, de la crisis económica española es el colapso del mercado inmobiliario, la solución a la crisis no puede ser otra que la reactivación urgente de este mercado paralizado. Con seguridad, todos los españoles que no pueden hacer frente al pago de su hipoteca habrán puesto su vivienda en venta pero el colapso del mercado les impide venderla. Sin embargo, la venta de estas viviendas sería esencial para la recuperación económica porque el sistema bancario recuperaría de inmediato la casi totalidad de los préstamos concedidos para estos fines al cancelar su hipoteca las personas en dificultades económicas que han vendido su vivienda, convirtiendo, además unos préstamos de dudoso cobro en otros mucho más seguros. A las personas en dificultades, además, por lo general, les sobraría una cantidad de dinero tras la cancelación de la hipoteca con la que contribuirían de forma importante a la reactivación del consumo. De esta manera, además, se frenaría contundentemente la acumulación de propiedades inmobiliarias por parte de los bancos, causa principal del colapso inmobiliario.
(III/IV)
En consecuencia, la medida capital para acabar con la crisis que nos está devorando sería relanzar con toda la fuerza posible el crédito hipotecario, con la cautela previa de paralizar de inmediato todo embargo o desahucio, a fin de no agravar aun más el colapso inmobiliario, estableciendo una moratoria en el pago de la hipoteca por el tiempo necesario a las personas con dificultades económicas. Al relanzar el crédito, por otro lado, aumentaría la demanda de pisos, actualmente casi nula, y, en consecuencia, su precio, lo que interesa a la Banca, a los vendedores de pisos, sobre todo a los que están con el agua al cuello, y a la economía española en general.
De aquí surge la gran pregunta: ¿Cómo se puede relanzar el crédito hipotecario?
Pues, en primer lugar, favoreciendo e impulsando que lo haga la Banca española solvente, eximiéndole, para empezar, de la ruinosa –para los españoles- obligación de comprar deuda española. Para ello, el Gobierno debe acometer, de inmediato, la radical reducción del sector público y de sus infinitos derroches, que se tendría que concretar en el despido de un tercio de los empleados públicos, la drástica reducción del disparatado número de cargos políticos, la supresión de las legiones de asesores, el cierre de la práctica totalidad de los medios de comunicación y de las empresas públicas, el fin de las inmensa mayoría de las subvenciones, sobre todo a la formación y a las energías renovables, la supresión del Estado Autonómico y, en suma, la liquidación del descomunal derroche público. Se podrá aducir que con alguna de estas medidas se aumentaría enormemente el número de parados y el gasto público asociado, pero el importe de las prestaciones por desempleo es muy inferior al de los sueldos de estos empleados –las prestaciones por desempleo suponen un tercio, o menos, del salario de estas personas- con lo que el gasto público se reduciría de forma muy importante, lo que permitiría disminuir en igual medida el nivel de endeudamiento público, pudiendo dedicar el Gobierno, incluso, una parte del dinero ahorrado a impulsar el crédito hipotecario.
En segundo lugar, suprimiendo el tan cacareado rescate financiero de las entidades de crédito insolventes –cajas, en su inmensa mayoría- que sólo serviría para que cobrasen sus créditos a la Banca española los bancos extranjeros acreedores pero, en modo alguno, para reactivar la economía española que, con seguridad, acabaría pagando –todos nosotros, en suma- el rescate de las entidades en quiebra.
(IV/IV)
Lo que hay que hacer en este caso es dejar que los bancos extranjeros se queden con las entidades insolventes, lo que dispersaría el riesgo inmobiliario y, además, facilitaría la venta de las propiedades inmobiliarias de estas últimas al pasar a manos de bancos solventes, con posibilidades de conceder préstamos, tanto en España como en otros países, para vender estas propiedades. Eso sí, habría que mantener en cualquier caso la condición de la moratoria en el pago de la hipoteca a las personas en dificultades para no agravar el colapso inmobiliario. En este punto es importante destacar que los aumentos de provisiones bancarias decretadas por el Gobierno en dos ocasiones este año son un auténtico disparate. El aumento de provisiones es muy acertado en épocas de bonanza, pero en épocas de crisis, de estrangulamiento financiero, como la actual, el aumento de provisiones supone dar el tiro de gracia a la economía, al hundir aún más la concesión de créditos.
Y en tercer lugar, promocionando, tanto el Gobierno, con todos sus medios, como la opinión pública en general, que los españoles que quieran comprar propiedades inmobiliarias y no obtengan crédito de los bancos españoles acudan a la Banca extranjera, así como animando a dichos bancos extranjeros a conceder préstamos hipotecarios en España.
Hemos podido comprobar los efectos beneficiosos casi inmediatos de una medida acertada como ha sido el pago a proveedores efectuado el mes pasado. La reactivación intensa del crédito hipotecario tendría unos efectos positivos mucho mayores, hasta el punto de resolver la crisis, sobre todo si va acompañada del drástico saneamiento del sector público y de la paralización inmediata de todas las despóticas, necias y suicidas subidas de tributos acordadas por este gobierno clamorosamente incompetente, que están teniendo la “virtud”, como no podía ser de otro modo, de acabar de hundir la enormemente deprimida economía española despeñando definitivamente el consumo.
Si el Gobierno del PP persiste en su actitud de mantener, a toda costa, los privilegios de la casta política como toda medida ante la crisis, llevará inexorablemente a España a la ruina absoluta, pero que no le quepa la menor duda a este Gobierno de que las ruinas de España caerán directamente sobre su cabeza.
Seguimos sin recortar (lo más lógico sería eliminar) el chiringuito autonómico , la ideología del subvencionato y reducir las legiones de políticos y sus privilegios y prebeendas (la excusa de que en el sector privado ganarián más de ahí sus lucrativos sueldos y pensiones , no cuela). Y volvemos a incrementar la presión fiscal sobre el ciudadano ; les auguro en las próximas elecciones un elevado nivel de abstención , luego no se quejen.
P.D. A todo aquel ganado lanar que dice disfrutar de la situación y adorna sus comentarios con jajas y jijis , les recuerdo que de estar gobernando los otros (los suyos) , a estas alturas la presión fiscal se hubiera triplicado. Y ya para terminar , herencia recibida no se arregla en seis meses , ni un año ni siquiera una legislatura , la cosa va para décadas.
Un saludo a los sensatos.