De ser el "mejor vicepresidente económico de la historia de España", referente del mejor y más preparado PP, a verse defenestrado de tal forma que absolutamente nadie salió a socorrerle públicamente en el que tal vez haya sido uno de sus días más amargos. Rodrigo Rato parece haber iniciado una carrera sin frenos en la que ni las siglas que tanto le aplaudían ni mucho menos el Gobierno están dispuestos a servirle de airbag.
Esto no significa que no tenga amigos en los círculos del centro-derecha, que sí y muchos. Pero sin el aliento público de Mariano Rajoy ninguno se atreve a dar el paso, pese a que en privado sí se ponga la cara por él y se haga una queja de cómo el presidente le ha dejado caer, "si es que no lo ha propiciado" -muchos ponen el acento en el papel de la Fiscalía, que apuesta por la investigación-.
La noticia del movimiento judicial en su contra, y que salpica a Ángel Acebes -también olvidado por los suyos-, saltaba cuando el campus de verano de FAES estaba en plena ebullición, con destacados cargos gubernamentales invitados por José María Aznar para hacer sus análisis. Solo José Manuel García Margallo lamentaba tan amargo momento "de todo corazón" porque "quiero bien a Rodrigo". No hacía batalla de su defensa.
Bajo el anonimato, amigos tanto de Rato como de Acebes ponían en contexto la decisión de la Audiencia Nacional. Un veterano experto judicial aseguraba que no estaban imputados, sino que habían sido llamados a declarar como imputados, cosa bien distinta. Incluso mejor que si vas como testigo, según su versión, habida cuenta de que tiene la garantía procesal de que puedes ir junto a tu abogado. Todo ello, remachó, apuntalado por la idea de que "lo lógico" judicialmente es que se diera este paso, una vez el Consejo en pleno de Bankia ha recibido el mismo encargo.
Así, algunos cargos del PP se fueron al inicio; a la decisión del presidente de sacrificar a Rato para iniciar así el proceso de saneamiento de la banca. Su entorno asegura que en sus contactos internacionales se le citaba a "Bankia" como uno de los grandes problemas y que algo tenía que hacer. Algunos populares replican que hizo pesar sobre su antiguo compañero ministerial una losa que no le correspondía, utilizándole como chivo expiatorio. Ahora, tendrá que enfrentarse ante una fotografía muy difícil de digerir: el banquillo.
Oficialmente, tanto el Gobierno como el PP mostraron un escrupuloso respeto a las decisiones judiciales, acompañado por el mismo hacia la inocencia de Rato y Acebes. Pero se hizo en fuentes, sin declaraciones en voz de alto cargo alguno. En Génova13 no hubo convocatoria de prensa ni tampoco en Moncloa, cuyos representantes rehusaron hacer una declaración contundente en defensa de quienes fueron tanto en el pasado.
El caso de Acebes es aún más ingrato -dicen quienes le apoyan- pues apenas estuvo unos pocos meses en Bankia y, se asegura, no tomó ninguna decisión vinculante. "Es una persona honrada, pulcra, y no se lo merece", afirmó un compañero de partido en FAES. Pero nadie se movió una vez Rajoy tampoco lo hizo.
Se le preguntó expresamente al expresidente José María Aznar cuál era su opinión; dos de sus correligionarios más próximos lo estaban pasando mal. Sin embargo, él hizo un gesto físico muy claro -mano a los labios en señal de que están cerrados- para escenificar que, aunque mucho le duela, nada va a hacer para desgastar al Gobierno, enfrascado en la dura batalla de las reformas.