Nada más aterrizar en Los Cabos para participar en la cumbre del G-20, el presidente del Gobierno quiso ser muy claro y tajante: "Hay que empezar a dar pasos ya. Esto se arregla con más Europa". Para ello, Mariano Rajoy cree que Bruselas no está siendo lo suficientemente explícita; que no está lanzando al mundo con la firmeza requerida el mensaje de que "el euro es irreversible". Y esto está provocando que ni el balón de oxigeno que ha supuesto las elecciones en Grecia esté sirviendo para mitigar los "ataques" de los mercados, que vuelven a situar a España al borde del precipicio.
De las primeras horas del jefe del Ejecutivo en México se pueden extraer dos lecturas. La primera, que su peso internacional empieza a ser indiscutible, una vez participa en todas las conversaciones mantenidas por los grandes de Europa. La segunda, que mantiene su hoja de ruta, expuesta nítidamente en la misiva de tintes dramáticos remitida a Bruselas antes del rescate financiero, con todo lo que esto supone de estrategia de presión, dirigida principalmente a Alemania.
En el peor lunes imaginable, con la prima de riesgo llegando a superar los 588 puntos básicos y -lo que es más importante- el rendimiento del bono español a diez años escalando por encima del 7,15%, el Ejecutivo se encomendó a la Unión Europea -lo que en la práctica es a Berlín- una vez considera que su parte del trato la está cumpliendo con creces, "con un plan contundente de ajustes y reformas", en voz de Fátima Báñez, en declaraciones a este diario. El ejemplo, según el Ejecutivo, es que antes de verano estará listo el proyecto más importante de todos, y que no es otro que la simplificación de la administración general, y que también afectará a las comunidades autónomas.
Así pues, creyendo el Gobierno que está cumpliendo con Europa punto por punto -el presidente volvió a insistir en que su compromiso con el objetivo de déficit público es irrenunciable-, echó encima de las instituciones comunitarias todas las responsabilidades de lo que ocurre, y ya advierte de que el riesgo de colapso es real si no se toman las decisiones oportunas. "La incertidumbre no la trae España, la trae el euro. Hace falta un compromiso claro de más Europa y un calendario", sintetizaba un ministro para Libertad Digital. Y esa agenda de salvación se tiene que diseñar, en opinión de Rajoy, en estas dos semanas para la historia, que concluirán en el Consejo Europeo de los días 28 y 29.
Para entonces, España busca una declaración firme de intenciones que sirva de cortafuegos. "Apostamos por la integración fiscal y la unión bancaria", repite sin cesar Rajoy, también en la cita de Los Cabos. Pero existen más herramientas, mucho más rápidas. El presidente resumía su posición en su carta a Europa: "La única institución que hoy tiene la capacidad para asegurar estas condiciones de estabilidad y liquidez que necesitamos es el Banco Central Europeo". Según el propio Mario Draghi, el organismo ya está listo para abrir el grifo, pero Berlín se resiste a dar la orden.
Ahí entra el músculo que Rajoy está empezando a moldear en el marco de la diplomacia internacional, algo impensable en la etapa de José Luis Rodríguez Zapatero. El viernes, participó en una videoconferencia con los otros grandes de la UE -Italia, Francia y Alemania, además de España- junto al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y su homólogo en el Consejo, Herman Van Rompuy. El domingo de madrugada, volvió a utilizar el mismo formato, ya desde el avión presidencial para trasladarse a México, para valorar el resultado de las elecciones en Grecia y barajar posibles escenarios.
De hecho, si algo ve el presidente en el G-20 es un escenario para seguir preparando el Consejo Europeo. Una cita puente en la que ver cara a cara a Angela Merkel, con quien habla telefónicamente todas las semanas. Ocurrirá en la primera sesión, este lunes, con los protagonistas anteriormente mentados y Barack Obama como invitado estrella. El presidente de Estados Unidos urgirá a Alemania a que levante el pie del freno, alineándose con Francia y ayudando indirectamente a Rajoy. El viernes, ya en suelo del viejo continente -Roma-, los cuatro de Europa volverán a reunirse en la denominada cumbre del crecimiento.
Mientras tanto, hubo reparto de papeles entre los miembros del gabinete. El más contundente, Cristóbal Montoro desde el Senado: "La presión de los mercados sigue insistente, no relajan la presión sobre España. Siguen las dudas, persisten dudas, en el ámbito de la construcción de Europa y de la economía española (...) El BCE tiene que responder con toda firmeza y con toda fiabilidad a esas presiones de mercados que todavía intentan obstaculizar el futuro del proyecto común del euro". Luis de Guindos, que acompaña a Rajoy en Los Cabos y despachó con Christine Lagarde -responsable del FMI-, fue más comedido, pero insistió en la firmeza del país: "El mensaje es muy simple, estamos convencidos de que la situación actual y la presión de los mercados no se corresponde con los esfuerzos de España, que es un país solvente. El esfuerzo se tiene que acabar reconociendo en los próximos días o semanas", afirmó.
En Madrid, donde los ministros echan casi al instante la mano al teléfono móvil para ojear "cómo va la prima", sólo se habló de economía. "Es Europa la que tiene que ponerse las pilas", comentó un miembro de gabinete, a coro con otro, que añadía: "Rajoy lo ha planteado claro: salvar a España es salvar a Europa. La pelota está en el tejado de Merkel".
El contrapunto se planteó desde la Vicepresidencia, en la que se insistió en no perder la vista en la "España real" y no en si sube o bajan los indicadores bursátiles, pese a que evidentemente preocupan. "Tenemos que seguir trabajando y no perder el norte. Este Gobierno hace lo que tiene que hacer", recalcó el equipo de Soraya Sáenz de Santamaría.
La buena noticia llegó con la comparecencia de Barroso, muy próximo a Rajoy, que anunció que este año habrá una propuesta de unión bancaria europea. Punto incluido en la misiva del presidente, y que -a su juicio- reducirá la incertidumbre en tanto en cuanto "todos seremos uno" aunque haya que dar pasos para atrás en soberanía. "Ante todo, confianza", insistieron todos los portavoces, a pesar de que muchos se preguntan "cuánto podremos aguantar así" y "cuál es el límite de subida" de la prima de riesgo.