José María Beneyto rebajó hasta dejar en anécdota política su marcha de la subcomisión del FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria), de la que era coordinador. Lo primero que hizo fue desvincularla del incendio originado por sus palabras del domingo, en las que no descartó una intervención del país. Según desveló, el asunto estaba encima de la mesa desde hacía ya quince días, pero no se hizo público hasta ahora. Su sustituto será Fernando López Amor, vicepresidente de la comisión de presupuestos.
“No está conectado” con las palabras, se reafirmó, en conversación informal con periodistas en Génova13. Aún más, destacó que “de ninguna forma” ha sido destituido, y prueba de ello es que sigue contando con el respaldo tanto del partido como del presidente, Mariano Rajoy, a quien le une una relación intensa -por ejemplo, participó en la redacción de sus memorias-. Seguirá siendo portavoz de Exteriores del Grupo Popular y ocupando relevantes cargos en la estructura interna del PP.
El diputado utilizó como percha sus múltiples responsabilidades para explicar su salida: “No iba a poder hacerlo todo”, afirmó, en el sentido de que la subcomisión del FROB alcanzó una relevancia muy importante una vez estalló el caso de Bankia. “Va a tener un trabajo muy intenso”, expuso, añadiendo peso argumental. Y, como le gusta tratar “a fondo” los asuntos, consideró “imposible” llevarlo todo a la vez.
Tampoco huyó el debate originado sobre sus palabras. De hecho, se reafirmó en ellas una vez puntualizó que fueron sacadas de contexto. “La situación es complicada, se ha hablado en la prensa internacional de un posible rescate y, dentro de los escenarios, es una opción que no se puede excluir. Pero dije de forma tajante que sería muy negativo, muy mala noticia”, aseveró, en uno de los varios actos públicos que este jueves tenía previstos.
El enfado interno con Beneyto fue latente en los tres fortines populares: Moncloa, Génova y el Congreso. En las tres casas tuvieron que responder de alguna u otra forma a sus palabras envenenadas, que hacían añicos la versión oficial apuntalada el sábado en Sitges por el propio Mariano Rajoy, negando tajante tanto un rescate financiero como que España estuviera tan mal como se pintaba. La Cámara Baja acogió el malestar mayor, una vez su jefe, Alfonso Alonso, vio como sus palabras en los medios apenas tenían reflejo ante el huracán Beneyto.
Así, se decidió su caída parcial; dejar sus responsabilidades más económicas -las relativas al FROB- para centrarse en Exteriores. De hecho, tras avanzar La Razón la "fulminante destitución" en su edición de este jueves, el PP se apresuró a asegurar que el propio Beneyto había pedido dejar el puesto antes de la tormenta interna; extremo que él mismo se encargó de remachar.