Europa apenas tiene "tres meses" para salvar el euro, según advierte el prestigioso inversor George Soros. Pocos dudan ya de que las próximas semanas serán cruciales para el futuro de la Unión Monetaria. La petición velada de rescate internacional por parte del Gobierno de Mariano Rajoy, aunque centrada tan sólo en obtener dinero para salvar a las entidades españolas insolventes -tratando así de evadir la intervención directa-, y el consiguiente efecto contagio en Italia -próximo país en caer- están situando al euro contra las cuerdas. La crisis de deuda pública avanza hacia una crisis monetaria en toda regla.
Como resultado, a lo largo de los últimos días se está produciendo un intenso debate en el seno de la Unión para tratar de salvar la situación. Esta particular pugna, que enfrenta a los países débiles del sur con los fuertes del norte, se escenifica a través de las distintas posiciones que mantienen Alemania y Francia, las grandes potencias europeas, con respecto a dos puntos muy concretos: la creación de los eurobonos y el rescate directo de bancos insolventes.
París y Bruselas...
Tras la victoria electoral de François Hollande en las presidenciales galas, la canciller germana, Angela Merkel, se ha quedado prácticamente sola en la defensa de la relativa ortodoxia europea que, hasta ahora, imperaba en la zona euro. Las crecientes presiones internacionales que está recibiendo Berlín para que dé su brazo a torcer respecto a estos dos puntos ha logrado relajar algo este lunes la prima de riesgo de los países periféricos al tiempo que la banca española registraba importantes avances en Bolsa. No en vano, la cuestión a dilucidar es quién cargará finalmente con la factura de la crisis de deuda europea.
La posición que defiende Francia consiste en repartir la carga entre todos los contribuyentes de la zona euro mediante la emisión conjunta de deuda pública (eurobonos) para aligerar así el coste de la financiación de los países en problemas, aunque a costa, eso sí, de añadir una nueva carga a los contribuyentes del norte -Alemania sería el principal avalista de dichos eurobonos-. Asimismo, París insiste en la necesidad de que los bancos insolventes puedan recurrir directamente al Fondo Permanente de Rescate Europeo (ESM, por sus siglas en inglés) para recapitalizarse sin que los Estados miembros tengan que pedir el dinero.
Ambas iniciativas cuentan con el apoyo expreso de los países del sur -España, Italia, Grecia y Portugal- e, incluso, con el visto bueno de las autoridades europeas. En este sentido, según publicaba este fin de semana el diario alemán Die Welt, el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, el de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, el del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, y el del BCE, Mario Draghi, están trabajando en un nueva hoja de ruta para refundar la Unión Europea mediante una mayor integración económica y política. El citado plan se resume en los siguientes puntos:
- Unión bancaria: mayor centralización de la supervisión bancaria a nivel europeo; permitir que el Fondo de Rescate se use para salvar bancos; y crear un Fondo de Garantía de Depósitos comunitario.
- Unión fiscal: creación de una autoridad fiscal comunitaria con competencias a nivel presupuestario e impositivo para avanzar hacia una mayor coordinación económica, lo cual se traduciría en la posibilidad de vetar medidas presupuestarias y económicas de los estados miembros y en una mayor homogenización tributaria; además, este punto incluiría la creación de una especie de Tesoro europeo capaz de emitir los famosos eurobonos.
- Reformas estructurales: todo ello tendría como contrapartida la necesidad de imponer una serie de reformas, más allá de la mera austeridad, a fin de mejorar la competitividad de la economía europea.
- Unión política: los países miembros tendrán que ceder nuevas ámbitos de soberanía a Bruselas que, de este modo, avanzaría la creación de un superestado continental.
Este plan integral, calificado como "revolucionario" por las autoridades comunitarias, surge con la intención de presentarse a los líderes de la UE en la cumbre que tendrá lugar el 28 y 29 de junio. En resumen, se trata de avanzar con paso firme a lo que se ha dado en llamar los "Estados Unidos de Europa", que en su día propuso Trichet, una idea que sobrevuela en el seno de la Unión desde el estallido de la crisis y que, ahora, se trata de acelerar ante la posible caída de España e Italia.
...frente a Berlín
Sin embargo, Alemania mantiene su postura, si bien con matices. En cuanto a emplear el Fondo de rescate para los bancos, su rechazo sigue siendo firme. Berlín, al menos por el momento, no quiere ni oír hablar de prestar dinero directamente a entidades insolventes, ya que sería una forma de esquivar la exigencia de condiciones al país en problemas a fin de garantizar la devolución del dinero. En este caso, El Gobierno de Merkel insiste en que si España precisa ayuda para recapitalizar su banca debe solicitar el rescate formal, como en su día hicieron Grecia, Irlanda y Portugal.
En cuanto a los eurobonos, rechaza su creación inminente, si bien contempla posible fórmulas en esta dirección a medio y largo plazo -de cinco a diez años- pero, eso sí, a cambio de que los estados miembros cedan más soberanía a Bruselas en materia presupuestaria. Y es que, en este caso, por encima de la propia Merkel se encuentra el Tribunal Constitucional alemán, cuyo reciente dictamen a este respecto fue contundente: rechazó los eurobonos, pero dejó una pequeña puerta abierta a su futura configuración, siempre y cuando los países miembros cedan su soberanía fiscal y presupuestaria. Además, dado el caso, es muy posible que se tenga que convocar un referéndum al respecto, con una alta probabilidad de que esta medida sea rechazada por los alemanes.
Pese a ello, se han producido ciertos avances en esta materia. Así, por ejemplo, el Consejo de Expertos Económicos de Alemania, conocido popularmente como los cinco sabios y encargado de asesorar en materia económica Berlín, sugerió un "pacto para el reembolso de la deuda" que permitió reducir de forma "creíble" el endeudamiento de los países europeos hasta el umbral del 60% del PIB contemplado en el Tratado de Maastricht mediante el establecimiento de garantías comunes, aunque bajo estrictos controles y limitada en el tiempo.
En concreto, la propuesta de los consejeros alemanes supondría que los países transferirían a un fondo de reintegros bajo una garantía común aquella deuda por encima del umbral del 60% del PIB y a cambio aceptarían un plan individualizado de consolidación fiscal, comprometiéndose a amortizar la deuda transferida en un plazo de 20 ó 25 años. Y ello, aportando como garantías al fondo parte de sus reservas de oro y de la recaudación obtenida a través de una sobretasa aplicada a nivel nacional, bien sobre el IVA o el IRPF.
Esta medida ha recibido el apoyo expreso de la oposición germana, los socialistas del SPD, y la cuestión es que Merkel precisa de su apoyo parlamentario para sacar adelante el Pacto Fiscal europeo, con lo que ambas formaciones podrían acercar posturas respecto a estos eurobonos light. Mientras, algunos de los socios de Gobierno de Merkel (FDP), que hasta ahora rechazaban de plano los eurobonos, han afirmado en los últimos días que esta opción debe constituir el último paso de la integración económica europea, lo cual supone dejar una puerta entreabierta a esta opción en el futuro.
Pese a estas recientes grietas en la firme posición germana respecto a los eurobonos, otras destacadas figuras alemanas, tales como el expresidente del Bundesbank Axel Weber, y su actual mandatario, Jens Weidmann, siguen mostrando su rechazo frontal a la emisión de deuda comunitaria conjunta.
Medidas intermedias: letras a corto plazo
Así pues, dado que las posturas de Alemania y Francia siguen alejadas sobre este punto, entre los funcionarios de Berlín y Bruselas ha surgido la posibilidad de plantear una medida intermedia con la idea de acelerar su puesta en marcha. La idea consistiría en avalar de forma conjunta la emisión de letras a corto plazo -de uno a dos o tres año, por un importe que en ningún caso podría superar el 10% de la deuda soberana de cada país. A cambio, se impondría un plan de ajuste detallado al país que acuda a esta medida e, incluso, se vería obligado a ceder parte de su soberanía fiscal y presupuestaria.
Un mes clave para el euro
Las cartas empiezan, pues, a estar encima de la mesa de cara a un mes que se prevé clave para el futuro de la Unión Monetaria, con España en zona de rescate, Italia amenazada por el efecto contagio y con unas elecciones en Grecia que dilucidarán su permanencia o no en la moneda única. Las fechas clave serán las siguientes:
- 6 de junio: reunión BCE sobre política monetaria. Aunque no se prevén cambios, en las últimas semanas se han disparado los rumores acerca de una posible bajada de tipos de interés y el reinicio de la compra de deuda periférica.
- 7 de junio: reunión del Banco Central de Inglaterra, en la que se podría anunciar una nueva inyección monetaria debido al recrudecimiento de la crisis europea.
- 11 de junio: el FMI presenta un informe sobre los bancos españoles.
- 17 de junio: elecciones generales en Grecia.
- 18 de junio: comienza la cumbre del G20 en México.
- 21 de junio: reunión del Ecofin (ministros de finanzas de la zona euro).
- 28 de junio: comienza la Cumbre Europea en Bruselas.
- 30 de junio: Grecia debe comprometerse con las exigencias de austeridad y reformas de la troika per recibir el siguiente tramo del rescate.