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¿Dónde se quedaron las profecías de Griñán?

A dos días de la trascendental cita del Consejo de Política Fiscal, la Junta ha anunciado un plan de ajuste difícil de explicar ante sus electores.

El discurso que llevó a José Antonio Griñán de nuevo al palacio de San Telmo por la insuficiente victoria popular tuvo prácticamente un único argumento: el de los recortes que haría el PP y el del miedo al, literalmente, "desmantelamiento" del sistema de bienestar. Con los escándalos de los ERE salpicando a su gobierno un día sí y otro también, el presidente andaluz se aferró a los augurios de las medidas que vendrían, utilizando como principal arma decisiones ya tomadas como la subida del IRPF, que no incluían los populares en su programa.

Pero la estrategia de presentarse como defensor de las medidas de estímulo y crecimiento, es decir, del gasto público, y de las "políticas sociales" se ha desinflado muy pocas semanas después de la investidura: la obligación de poner freno al déficit desbocado en Andalucía para cumplir con Bruselas, bajo amenaza de intervención, ha llevado al Ejecutivo andaluz a anunciar un drástico plan de ajuste que deja en muy mal lugar al flamante presidente de la Junta.

Mientras desde el PSOE nacional Elena Valenciano echaba en cara a Rajoy su silencio y ausencia de explicaciones mientras "cambia radicalmente el modelo de país", Griñán delegaba en su consejera de Hacienda las delicadas explicaciones sobre el plan de ajuste. Carmen Martínez Aguayo se esforzó en tratar de convencer que no había contradicción alguna con su programa porque no se va a cambiar el ratio de alumnos por aula, como pedía Wert, ni se van a implementar algunas de las medidas de ahorro en el sistema sanitario propuestas por Mato. Mientras, desgranaba medidas como el recorte en el sueldo de funcionarios de todo rango, laborales e interinos incluidos, y aumento en las horas de trabajo y reducción de las extras, algo que afectará de lleno al personal de las "intocables" áreas de Sanidad y Educación.

El plan incluye la austeridad contra la que clamaba Griñán en campaña, y contra la que siguen protestando desde Ferraz, y subidas de impuestos que tienen en pie de guerra a los socialistas a nivel nacional. El propio presidente de la Junta utilizó como argumento en campaña la idea de que Rajoy haría cambios fiscales en cuanto pasaran las elecciones andaluzas. Quien lo ha terminado haciendo ha sido él.

Pero no hay que remontarse a la campaña para encontrar evidencias del cambio de discurso de Griñán: el socialista clamó contra los recortes de Rajoy en su discurso de investidura, reclamando estímulos y anunciando medidas como un plan contra el paro que costaría unos 200 millones de euros. "El principal problema del endeudamiento no está en el sector público, sino en el privado, en las familias, las empresas y la banca", decía entonces. Ahora, la Junta trata de justificar ante sus electores el impacto que tendrán en sus bolsillos los ajustes que prometió que no haría.

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