En algún comentario mío de hace un par de años comenté que la vuelta a la economía de postguerra era más que previsible.
Los comedores sociales habían vuelto tímidamente ya por entonces y me atreví incluso a fantasear que el denominado en mi tierra "estraperlo" (contrabando de determinadas mercancías que siendo legales se efectúan de forma irregular) no tarddaría tampoco en llegar.
Ya sólo faltan las cartillas de racionamiento, aunque ya en determinados ambientes sociales se lleva a cabo mediante bases de datos que indican al voluntario de la ONG correspondiente que a fulanito o menganita no le corresponde leche hasta tal día (por ejemplo)
Cada vez es más patente (aunque los medios huyan reconocerlo) que hay en este país TRES economías al menos.
La de subsistencia por los que han quedado excluídos en el sistema y que a falta de otras opciones han de acudir a las ayudas que se prestaban a la población marginal. Luego está la economía de austeridad, que mantienen aquellos que sin haber perdido aún sus empleos (funcionarios incluídos que han perdido poder adquisitivo) o pequeños negocios han reducido sus gastos al máximo por si acaso. Y finalmente, la economía de la opulencia que sigue gastando a manos llenas, obteniendo recursos de los propios impuestos que generamos los ciudadanos que estamos llevando la peor parte.
A no mucho tardar, las diferencias sociales entre las distintas capas aumenta. Los pobres cada vez más pobres y aumentando en número y los ricos cada vez más ricos a costa de exprimir a los de abajo. La clase media....en recesión clara o incluso en evidente peligro de desaparecer.
¿Culpables? A la cabeza, la Pesoe con su sistema financiero de la Champions Ligue y sus brotes verdes permanentes, pero el resto de formaciones políticas parasitarias del sistema partitocratico se dan bofetadas por los primeros puestos de tan deplorable ranking.
A mí, el otro día, unos tales Señores Strauss y Pearl me ofrecieron un negocio de un casino y unos relojes. No sé como interpretarlo...