Mariano Rajoy no se cansa de repetirlo: las reformas tan solo están en su fase inicial, y seguirán "viernes tras viernes" durante toda la legislatura. Un plan de acción con tres objetivos primordiales, según afirmó esta misma semana desde Oporto: control del déficit público, sostenibilidad de la deuda soberana y políticas de crecimiento. En opinión del presidente, España no podrá avanzar si no pone sus cuentas en orden.
En este sentido, este viernes recibió una dura advertencia de la Unión Europea, a la espera de la evaluación final de las cuentas patrias: el Gobierno -y en especial las comunidades autónomas- tendrán que llevar a cabo más ajustes si quiere alcanzar la disciplina de déficit prevista, situada en el 5,3% para el presente año -se cerró el anterior con más de un 8%- y de un 3% para 2013.
El Ejecutivo recogió el testigo, y mandó un mensaje de tranquilidad: "Estamos comprometidos, no hay alternativa de flexibilización en absoluto". Tras el Consejo de Ministros, el titular de Economía explicó que las instituciones europeas no han tenido en cuenta gran parte de las medidas incluidas en su Programa de Estabilidad, y de ahí el desvío en el déficit. De hecho, recalcó Luis de Guindos, así lo expuso el propio comisario Olli Rehn en su balance provisional.
Para el Gobierno, la UE está "convencida del compromiso español", y así el propio Guindos lo ha podido constatar en sus constantes viajes a las ciudades comunitarias. En privado, se insiste en esta tesis, más aún después de que el presidente "pese a los debate surgidos tras las elecciones francesas haya apostado por el control del déficit como una de sus herramientas", en voz de un asesor gubernamental.
La salida de la crisis "tardará tiempo, probablemente", pero el iniciado es "el único camino posible", en opinión de Rajoy, que espera que con la presentación de la segunda fase de la reforma financiera los mercados den un respiro a la marca España. De momento, el viernes, la Bolsa aguantó el tipo.