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La 'maldición' de Andalucía y Argentina: cobrar por no hacer nada

Ambas regiones sufren la "maldición del populismo clientelista", según explica Fernando Cortiñas Luque, profesor del Instituto de Empresa (IE).

Argentina y Andalucía cuentan con ciertas similitudes relevantes que explicarían, en parte, el retroceso y estancamiento económicos que sufren ambas regiones desde hace décadas. Uno de esos rasgos comunes es "la maldición de la demagogia y el populismo clientelista, impuestas por los socialismos que las gobiernan casi ininterrumpidamente desde hace 30 años, el PSOE y el Peronismo", según explica en un artículo Fernando Cortiñas Luque, profesor del IE Business School.

Dicho experto plantea dos preguntas: ¿cómo es posible que, a pesar de la corrupción y los desastres reiterados causados por el peronismo, las elecciones las siga ganando el Partido Justicialista (peronismo)?; y, de igual modo, ¿cómo es posible que, a pesar de la desastrosa situación económica andaluza, venga gobernando el PSOE de manera ininterrumpida desde que se instauró la democracia en España?

La respuesta es común para los dos regiones: "Tanto en Andalucía como en Argentina se compran voluntades y votos, se consigue una clientela cautiva a fuerza de talonario, que sangra el erario público, fomenta las holgazanería y desalienta a los que trabajan", explica Cortiñas. En concreto, esa "maldición" se llama "PER" (Plan de Empleo Rural) en Andalucía y "Planes Trabajar" en Argentina.

El PER español

El PER es un plan de subvenciones a los ayuntamientos de varias comunidades autónomas para realizar inversiones en el mundo rural. Establecido en 1986 por Felipe González, se trata de un subsidio agrario, aplicado principalmente a Andalucía y Extremadura.

Ha sido polémico desde su creación: sus defensores argumentan que contribuye a mejorar las condiciones de vida en el medio rural y a evitar un éxodo de población del medio rural a las ciudades; sus detractores, que sirve para evitar un verdadero desarrollo de los pueblos y que lleva aparejado un gran fraude por parte de trabajadores que declaran peonadas falsas para alcanzar el subsidio y por otros trabajadores que continúan trabajando ilegalmente después de haber alcanzado el número mínimo de peonadas que permite cobrar el subsidio.

Pero, además, existe una fuerte correlación entre el cobro de este subsidio y el voto, según diversos estudios. Así, se ha observado que cuando aumenta el número de subsidiados en una determinada población, disminuye el apoyo electoral al PP sin que repercuta de forma directa en los apoyos al PSOE.

El PER argentino

Y es aquí donde se produce una semejanza muy relevante con Argentina. Y es que, según explica Cortiñas, "el correlato argentino del PER recibe el nombre (paradójico y eufemístico) de Planes Trabajar o Argentina Trabaja, que los argentinos, con el típico gracejo andaluz, han rebautizado como Planes Descansar". Bajo este concepto se engloba un conjunto de varios programas de subsidios, que varían en tipos de beneficios, montos de las prestaciones y perfil de los beneficiarios, pero que ya en 2008 alcanzaban a 2,5 millones de personas.

Según datos de dicho ejercicio, de los cerca de 3,1 millones de argentinos que presentaban problemas laborales -1,37 desocupados y 1,7 de subocupados (menos de 35 horas semanales de trabajo)-, unos 2,5 millones cobraban alguno de estos subsidios: 1.028.770 personas se beneficiaban del Plan Jefas y Jefes de Hogar Desocupados (PJJHD); otros 530.000 del Plan de Pensiones asistenciales; 410.000 en el plan Familias para la Inclusión Social; Manos a la Obra, con 575.000; y el Seguro de Capacitación y Empleo, con 32.000.

La cuestión es que, "así como los beneficiarios del PER en Andalucía son clientes electorales del PSOE, los beneficiarios de los Planes Trabajar en Argentina, lo son del peronismo", explica. "El problema, en realidad, no son los subsidios en sí mismos, sino que lo grave subyace en la naturaleza, alcance, duración de las prestaciones, y la forma de financiarlos". Y es que este tipo de subsidios se otorgan sin ninguna contraprestación a cambio y de manera ilimitada a lo largo del tiempo. Y esto, según añade Cortiñas, "no hace otra cosa más que fomentar que varios millones de personas (tal vez unos 5 millones de los 40 millones de argentinos) vivan sin trabajar".

Recuerda que "las camadas inmigratorias que hicieron a la Argentina grande en las primeras décadas del siglo XX, se caracterizaban por su laboriosidad, su tesón, su afán en hacer antes que pedir, sin esperar que nadie les diera nada". Sin embargo, cuando a mediados del siglo XX el peronismo instituyó la teoría de donde hay una necesidad, hay un derecho (proclamada por Eva Perón), "se abrió la puerta a que todos tenemos derecho a recibir ayuda y soporte de Papá Estado".

Y el punto clave aquí es: ¿quién paga los fondos que luego se reparten en ayudas? "Los subsidios a los menos favorecidos salen a costa de los impuestos que pagan los que generan riqueza. En el caso argentino, lo más evidente son las retenciones a las exportaciones agrícolas", aclara.

De este modo, este profesor del IE concluye que "los subsidios sin límites y casi sin condiciones de Argentina y Andalucía, lejos de ser una ayuda para los más necesitados, se terminan convirtiendo en un cáncer que atenta contra la productividad, alienta la holgazanería de quienes reciben subsidios sin trabajar, acostumbrándolos a que pueden vivir estructuralmente de las ayudas, y desalienta a la gente que trabaja y que tiene que financiar a los que no lo hacen".

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