El Gobierno articuló una respuesta a dos bandas ante la ofensiva argentina. Por un lado, escenificó un golpe seco en la mesa y dio por rotas las relaciones de "amistad" con el país ante una "decisión hostil" tomada de manera unilateral e incumpliendo acuerdos verbales. Por otra, tejió una auténtica red diplomática, centrada en la Unión Europea y en los países de la zona, sin excluir a Estados Unidos.
Mariano Rajoy, explica su entorno, siempre ha defendido una España en la primera división de la liga internacional en todos los contextos, también “en los bélicos”. Y de ahí que nada más conocer la noticia, “inesperada” tras los síntomas recibidos el fin de semana, convocara su primer gabinete de crisis, al que asistieron la vicepresidenta primera y los ministros Margallo (Exteriores) y Soria (Industria). El presidente se mostró “preocupado” y reclamó una respuesta “contundente”, como así quedó poco después escenificada. Mientras, su ministro de Asuntos Exteriores convocó al embajador argentino en España, Carlos Bettini, para trasladarle el malestar del Gobierno.
El Ejecutivo, que llevaba desde enero negociando para que este extremo no se produjera, puso encima de la mesa varios argumentos. El primero, que el Ejecutivo de Cristina Fernández incumplió un “acuerdo verbal” firmado en Buenos Aires en febrero, cuando el titular de Industria cogió un avión para intentar relajar la escalada de tensión. Entonces, Argentina se comprometió a que no tomaría ninguna decisión sin antes “dialogar”, pero ésta se ha tomado sin tan siquiera descolgar el teléfono.
Además, para España esta decisión es manifiestamente ilegal porque “se rompe con el principio de seguridad jurídica”, que no tiene precedentes. Solo afecta a España, a ningún otro país. Por otro lado, y a la espera de la apertura de la Bolsa el martes, el Ejecutivo es consciente del perjuicio que la decisión tiene "en millones de pequeños accionistas" así como para la empresa en sí , "española" y, por tanto, de obligado protectorado.
Ante esta situación, ante una medida tan “arbitraria” y “extravagante”, los ministros Margallo y Soria anunciaron, rozando las diez de la noche, que las relaciones bilaterales han sufrido un “revés incalculable”, según fuentes diplomáticas. No se rompen oficialmente los contactos, ni de momento se llama a consultas al embajador español -sí al argentino en Madrid, este mismo martes-, pero el clima de cordialidad y amistad queda roto. Además, se anuncian represalias, medidas claras y contundentes, que serán aprobadas previsiblemente en el Consejo de Ministros del próximo viernes, a no ser que haya cambios significativos en las próximas horas, que no se prevén.
Contactos intensos diplomáticos
En paralelo, el Ejecutivo trabaja para un respaldo total por parte de sus aliados. Desde Bruselas ya han asegurado a Moncloa que tienen “todo su apoyo”, según avanzó un portavoz autorizado. Además, el propio Rajoy vuela a América Latina -en un viaje programado desde hace semanas- para tener sendos acuerdos en México -donde participará en el Foro Económico Internacional- y en Colombia. El presidente aspira a que, al otro lado del charco, quede claro que Argentina “no cuenta con apoyos”. También se han mantenido contactos con Chile, también del lado del Gobierno español.
“Será una fotografía muy importante porque el mundo se dará cuenta de los aliados de España”, dicen en Moncloa, donde se pasó de la confusión inicial -las más altas instancias conocieron la noticia por las agencias de noticia- a un enfado monumental. “Esta tía está loca”, dijo, a las claras, un asesor del presidente. El Ejecutivo también se puso en contacto con la administración de Barack Obama, que mostró su rechazo inicial al movimiento de Fernández.
A media tarde, los expertos de la materia del Gobierno empezaron a poner encima de la mesa los posibles motivos por los que Argentina ha dado este paso sin ni tan siquiera avisar. Y señalan motivos “domésticos”, como por ejemplo que de la Cumbre de las Américas, celebrada en Cartagena, no consiguiera alcanzar sus objetivos sobre las Malvinas. Además, exponen desde FAES, el hijo de la presidenta, Máximo, "es muy radical y está tomando puestos clave de la administración, en la línea más populista y más agresiva”. A la imagen de Venezuela y Cuba, dicen desde el laboratorio de ideas del PP.
Con todos estos elementos en su poder, el Gobierno ahora teme por el resto de empresas patrias con intereses en Argentina, de la que España es su principal inversor. “Nos jugamos mucho”, admiten. Y de ahí la contundencia de la respuesta, en voz de Margallo y Soria:
- El Gobierno constata que esta medida arbitraria rompe el clima de cordialidad que tradicionalmente ha presidido las relaciones con Argentina.
- España acudió en socorro de Argentina cuando este país lo necesitó [en clara referencia a la crisis de comienzo de siglo].
- El Gobierno tomará todas las medidas convenientes para defender a Respol y a todas las empresas españolas en el exterior.
- El Gobierno se ha puesto en contacto con la UE y ha pedido que con vía de urgencia se discuta en el pleno de Estrasburgo.
- Esta medida es extraordinariamente lesiva para el pueblo argentino y quiebra el clima de confianza necesario para atraer inversiones y crecer económicamente.
- Esta decisión no sólo afecta a una empresa, sino también a los miles de accionistas que tienen acciones de Repsol y que tienen allí sus ahorros.
- Cualquier gesto de hostilidad en contra de una empresa española se interpreta como un gesto de hostilidad contra España y el Gobierno. Éste actuará en consecuencia y ya está trabajando en medidas en relación a esta decisión.
En el Gobierno admiten que el conflicto llega en el peor momento, con el diferencial con el bono alemán alcanzando los 443 puntos, el máximo desde el mes de noviembre, y la Bolsa de Madrid sin vestir de verde. Ahora bien, de igual forma entienden que una respuesta lánguida sería “terrible” para conseguir la ansiada confianza. “La firmeza, la defensa de lo nuestro, que también es lo mejor para Europa, es la mejor respuesta”, aseguran en Moncloa. Rajoy tendrá, en las próximas horas, que lidiar sobre el terreno.