Tema complejo el que tocado en este caso. Pero tiene toda la razón del mundo.
Cabe recordar que el trabajo, y según marca la biblia es una condena, una consecuencia del primer pecado. Esto no es casual.
Introduce algo que es muy importante y que el mundo liberal obvia o ignora, que es que hay cosas más importantes que el trabajo e incluso que el dinero.
Vivimos en una sociedad injusta en la que ahora toca oir las voces de aquellos que han vendido su vida por un plato de lentejas o algún milloncejo pensando el ladrón que todos son de su condición. Porque no es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita. Pero frente a esto vivimos la locura colectiva de necesidades impuestas por un estilo de vida, por una vaga ilusión que centra bienestar en un tema de productividad que, en vez de usar la materia gris pone como manera imperante la plena dedicación y esfuerzo a un "bien común", más común de unos que de otros.
Pero en el fondo da igual porque lo que es verdaderamente cierto es que hay que trabajar, y cuanto mejor trabajemos y en vistas a bien común más fácil será recuperar eso que tantos han perdido que es su status de gasto al modo de nuevos ricos que no están acostumbrados a que su voluntad no se transforme en euros.
Compleja es esta sociedad en la que vivimos y visto desde fuera, y vista en conjunto bastante ininteligible por no decir ridícula
Pero es cierto esto que usted comenta. Sí señor
Señor Agapito,
¿Por qué afirma que el mercado libre es incapaz de absorver a los desempleados? ?Es que acaso aha tenido oportunidad?
Leer a este caballero causa un agudo estupor. Para desacreditar al mercado libre se aventura a decir que el mercado (intervenido) “es incapaz de reabsorber nuestra masa ingente de desempleados” porque –añade después- la “Gran Sociedad” liberal no puede dar cobijo “a los individuos que quieren libremente utilizar su saber para la persecución de sus fines particulares” pues –explica- eso implicaría estar dispuesto a trabajar a “cualquier precio”.
En otras palabras, parece vanagloriarse –sonriente y ufano, supongo- de haber dado con el talón de Aquiles del liberalismo, a saber, que los acuerdos voluntarios violan la sagrada “libertad” de imponer nuestras condiciones a la otra parte; lo que no aclara es cómo se pueden conciliar dos de esas preciadas “libertades” enfrentadas sin eliminar una de ellas.
Se erige así Maestre en maestro de la contradicción desvergonzada: confunde la libertad con el poder de hacer, de negar la libertad ajena, lo que convierte el concepto en efectivamente absurdo e imposible. Olvida algo tan evidente, imperdonable en un hombre de su formación, como que libertad es única y exclusivamente ausencia de coacción.
Si alguien no desea trabajar o contratar al precio que obtiene en un mercado libre, mientras nadie le obligue (sin comillas) a ello, no podrá alegar que sufre coacción ni que se le condena al paro. El problema surge cuando deseando trabajar o contratar al precio que voluntariamente acuerde, el poder político se lo impide; esto sí que es un atentado muy real a la libertad.
No insulte nuestra inteligencia, señor Maestre; para leer tonterías tenemos otros medios. Cuando hable de “exigencias de la libertad” (que, según usted, no es capaz de satisfacer el libre mercado) especifique a qué se refiere, porque está claro que se parapeta en la confusión y tergiversación de ideas comunes. Sea honesto, ahórrenos eufemismos baratos y concrete que se trata en realidad de exigencias de la política. Y después trate de conciliar los imperativos de la ley con los del robo (que usted llama, ¡ay, esos eufemismos!, solidaridad forzosa, ofendiendo a la genuina). Trate de conciliar la necesidad de normas generales y abstractas con los privilegios del poderoso y sus secuaces, la banda de quienes pretenden llevarse el premio aunque pierdan el juego, cargándoselo de paso.
Y no hablo de eficacia, maldita sea, hablo de justicia.
Jodeeerrrr, he escrito ortodoxo con H. Ya me doy yo la colleja. Mis disculpas a todos.
CONTINUACIÓN...
Por eso estamos en guardia. Sólo es eso. Nada de anarcoliberales o de soluciones radicales implantadas radicalmente. Estamos en guardia, vigilantes, para evitar que nos conformemos, siguiendo con el empleo, con la nota de 5 que nos darían unas tasas de paro soportables para nuestra economía en lugar de buscar el 10, donde el paro no existe.
El mundo está decidido a ir a por el 10, y yo quiero estar en el mundo en vez de resignarme a subsistir en un corralito de segunda.
"No me resigno" ¿Recuerda?
Se entiende muy bien lo que dice, Agapito, y cualquier liberal razonable estará de acuerdo con la posición que usted defiende, siempre y cuando tenga en cuenta algunos puntos, que presumo quedan obviados en su artículo al entender que por lo menos en LD la mayoría de lectores no necesita que le expliquen los principios liberales, que no me cabe duda compartimos en mayor o menor grado la mayoría de columnistas y lectores.
Me refiero, por ejemplo, a que pocas personas razonables van a pretender la aplicación repentina de los manuales de Hayek sin considerar los tiempos. Los tiempos.
Evidentemente, aunque la libertad tenga demostrados los mayores niveles de eficiencia económica producidos en la Historia de la Humanidad, no es lo mismo aplicar sus medidas en una Australia virgen que en una Europa con dos mil años -por acotar de alguna manera- de Historia, con toda una suerte de tradiciones, estructuras y sistemas establecidos.
En el caso concreto de España estamos de acuerdo en que lo razonable será que los procesos de liberalización que tienen que conducir a que nuestra economía se acerque a los niveles de los países más avanzados deben encararse de la forma menos traumática posible.
El temor que hace que muchos liberales se pongan a la defensiva es que nos pasemos de frenada y luego, cuando la economía, gracias a una gestión correcta combinada con posibles factores externos, comience a remontar, nos quedemos, como ha sucedido tantas veces, sin coraje para avanzar en la libertad que necesitamos para no perder el carro en el mundo global, que ya no es ningún concepto teórico sino una realidad evidente para cualquiera que se mueva un poquito o disponga de algún conocimiento racional y no intuitivo, sentimental o prejuiciado sobre el funcionamiento de los distintos modelos económicos.
Quiero decirle con esto que vale, de acuerdo, que no vamos a exigir la implantación de un modelo liberal hortodoxo de la noche a la mañana como en el que a muchos nos gustaría vivir algún día, pero no por ello vamos a dejar de empujar para que nuestra economía se vaya acercando más a la de los países avanzados que a la de los neomarxistas del tercer mundo.
Hablamos de tendencia, de evolución, de objetivos, de fines; no de revoluciones. Yo no quiero que nuestros millones de parados se queden sin su subsidio, ni muchos menos, lo que quiero es que la economía se vaya liberalizando para que esos parados se reduzcan a los niveles de las economías que han asumido con anterioridad los principios de la libertad.
Qué bonico que le ha "quedao" el discurso.
Yo, es que soy de ciencias, y voy más a lo práctico.
En nombre de la solidariedad, permitimos cualquier expolio, estafa, etc. de una serie de demostrados impresentables, corruptos, inútiles y a los que, además, no les afecta lo que hacen, porque se blindan (tanto económicamente como jurídicamente).
Es más, en nombre de la solidariedad machacamos a los idiotas que hayan sido educados en que uno debe ser responsable, para dárselo a los listos que han aprendido que es mejor vivir del cuento.
A ver si nos enteramos. Lo que a mí me j*de no es que la sanidad sea pública, sino que me cobre un dineral, me atienda mal (por saturación o lo que sea), me haga cambiar cada vez que me muevo por España, me amenacen y cambien las normas... y además no me den alternativa a elegir la que quiera (me hago una privada y dejo de pagar por la pública). Tampoco que las pensiones sean públicas, sino lo mismo de antes (¿cobraré algo cuando me jubile? ¿Cuánto? ¿Cuándo? Tenga en cuenta que no me puedo permitir ahorrar para una pensión/ahorros privada/os).
También me j*de tener que cambiar de comunidad, madrugar, mojarme... para buscarme las lentejas como -malamente- pueda, y me saquen el dinero para dárselo a gente que no se lo merece (subvenciones, etc.). Y que si me esfuerzo por gastar menos en lo que pueda, llegue el parásito de turno y decida que me sube los impuestos porque no le sale de los mismísimos recortar en despilfarros (y empeorar un poco sus magníficas vidas).
Seamos un poco serios...
Da igual el nombre del inútil que desgobirne Agapito, pero tenga claro que mientras la economía no sea libre, este país, con todos nosotros, estará destinado a la pobreza y miseria perpetua.
Si los bancos centrales han creado la crisis con su sobreoferta de dinero en el mercado y los Gobiernos la han perpetuado con sus ayudas y compra de votos e intereses, es que tienen un poder demasiado relevante en la sociedad.
Sobra estado y falta mercado.
Sr. Mestre: por fin alguien más que pone en su sitio a los "Chicago Boys". Ahora ya hay al menos dos, usted junto con García Domínguez.
@Amagi24: No añado más. Usted bien que lo ha expuesto.
El articulo es penoso, pues parte de un supuesto no demostrado: la incapacidad para absorber nuestro paro.Habria que saber que ocurriria si se supiese la cifra real de parados y que pasaria si los dos millones de extranjeros que nos sobran (y que siguen invadiendonos por tierra, mar y aire en una pesadilla de pelicula de terror) fuesen amablemente invitados a irse, por el expeditivo metodo de retirarles las subvenciones que les pagamos los cuatro idiotas que trabajamos aqui para mantener a millones de parasitos en forma de politicos, sindicalistas, empresarios subvencionados y ONG (que son sumideros de corrupcion nauseabunda).