El ex presidente del Gobierno, José María Aznar, ha insistido en la necesidad de reducir el gasto público y recortar puestos de trabajo en la Administración. Tiene toda la razón.
La reducción de los gastos de todas las administraciones públicas es del todo punto necesaria para acabar con el déficit público, uno de los elementos fundamentales para salir de la crisis porque la financiación de los desequilibrios en las cuentas públicas se lleva los pocos recursos que hay disponibles en el país para financiar al sector privado. Solo cuando éste último pueda volver a acceder al crédito, se podrán salvar empresas y éstas empezarán a tener de nuevo la capacidad de contratar trabajadores.
En este sentido, la reducción de empleados públicos constituye un elemento fundamental ya que en todos los niveles de la Administración, pero, en especial, en las autonomías y los ayuntamientos, sobra personal a raudales. Un personal que, en muchos casos, no tiene la condición de funcionario, sino que es personal laboral, que es la fórmula que utilizan nuestros gobernantes para colocar a sus familiares, amigos y correligionarios. La Administración pública, sin embargo, no está para eso; no es una oficina de empleo a la que acudir en busca de un trabajo en cuanto uno conoce a algún concejal, diputado provincial, parlamentario autonómico y similares. Por el contrario, la Administración Pública está para prestar servicios a los ciudadanos de la forma más eficiente y barata posible. Llenarla de ‘contratados políticos’ no es, precisamente, la mejor forma, ni la menos costosa, de que lleve a cabo su labor.
Además, la eliminación del déficit público es fundamental por otra cuestión. Para salir de la crisis no solo hay que tomar medidas de saneamiento económico, en este caso presupuestario, y llevar a cabo reformas estructurales. También hay que articular una estrategia de crecimiento para que, una vez alcanzado el suelo, la economía pueda recuperar su vitalidad y su capacidad de crear empleo con fuerza. Esta estrategia para, necesariamente, por empezar a reducir cuanto antes los impuestos a las empresas y a los ciudadanos. A las empresas para que pueda mejorar cuanto antes su cuenta de resultados y empezar a generar empleo; a los ciudadanos para que puedan liberarse cuanto antes de sus deudas y/o incrementar su consumo. Los impuestos, sin embargo, solo podrán bajar si se recorta el gasto público, no antes, porque la estrategia de salida de la crisis también requiere que empresas y ciudadanos puedan empezar a acceder a unos recursos crediticios que hoy se destinan a financiar el déficit. Solo de esta forma podremos salir de la crisis, lo cual va a exigir importantes medidas de ajuste presupuestario, en especial en las autonomías y los ayuntamientos, que tendrán que ajustar sus actuaciones a aquellas que sean estrictamente necesarias, porque ya no hay dinero para más.