La crisis económica del país está empujando a los portugueses a reconducir su futuro laboral hacia las antiguas colonias: Brasil y Angola. Tal y como ya hicieron sus antepasados, cuando construyeron un imperio que duró 600 años, se ha producido una nueva oleada de aventureros que, en busca de trabajo, prueban suerte y fortuna lejos de sus fronteras.
Los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística de Portugal muestran que el número de emigrantes aumentó un 40% en 2010. La embajada de Brasil en Lisboa afirma que el número de portugueses con permisos de trabajo en Brasil pasó de 52.000 en 2010 y a 328.860 en 2011. Según los datos de los medios de comunicación lusos, el número de portugueses en Angola se ha cuadruplicado en los últimos años. Esto ha dado lugar a una nueva generación de emigrantes cualificados, como son los enfermeros, ingenieros y arquitectos.
"La crisis de Portugal es cada vez peor, así que vine a probar suerte en Brasil", dice Fernando Silva, de 49 años, propietario de un bar en un pueblo del Amazonas que está cosechando los éxitos de su bolinho de bacalhau (tortas de bacalao). "Aquí las cosas están mucho mejor", asegura Silva, tras 14 meses en Brasil.
En los últimos años, Portugal ha sido un imán para los inmigrantes de sus antiguas colonias y otros países africanos pero, a día de hoy, esta tendencia se ha invertido. La tasa de paro de Portugal se encuentra en un récord del 14%, pero la peor parte se la llevan los jóvenes cuyo nivel de desempleo roza el 35%.
Las esperanzas de recuperación de la economía del país son inexistentes a corto plazo, por eso su primer ministro, Pedro Passos Coelho, ha asegurado que esos dos destinos son "una buena alternativa en el mercado de habla portuguesa". "En Angola y en Brasil hay una gran necesidad de un personal capacitado para enseñanza primaria y secundaria", aseguró, "buscad en el extranjero". Estas declaraciones provocaron las críticas de la oposición.
"Fui a la oficina de empleo y me dijeron que sería muy difícil encontrar algo en Portugal y que la mejor opción era buscar en el extranjero", explica Joao Bentes, de 26 años, un arquitecto recién licenciado y en paro. Dina Paulista, de 42 años, se mudó a Sao Paulo en Brasil el mes pasado después de haber conseguido un puesto de directora de fotografía para cuatro años. "Prefería no tener que marcharme pero este gobierno no nos deja otra alternativa que abandonar el país".