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Juan Velarde

Mensajes liberales económicos

El mensaje de Flórez Estrada, a principios del XIX, enlaza con la teoría de los costes comparativos de David Ricardo. ¿Dónde existía una mayor ventaja comparativa española en el tráfico internacional? Pues en la agricultura

El mensaje de Flórez Estrada, a principios del XIX, enlaza con la teoría de los costes comparativos de David Ricardo. ¿Dónde existía una mayor ventaja comparativa española en el tráfico internacional? Pues en la agricultura

El 19 de marzo de 1812 comenzó la vigencia de la primera de las Constituciones españolas, si dejamos a un lado la napoleónica prácticamente otorgada Constitución de Bayona. Fue una ley fundamental pensada y discutida en su elaboración desde eclesiásticos a economistas, desde historiadores a políticos puros, o desde filósofos a militares. Resolvieron muchas cosas, y otras pasaron a constituir la base de un debate larguísimo, que llega, en alguna ocasión, a hoy. Por eso resulta apasionante su lectura.

Simplemente, como homenaje, ha de efectuarse un contraste. Actualmente el desarrollo de las autonomías ha roto, como señala Linde de Castro, la unidad del mercado nacional, lo que se enlaza –pensemos, por ejemplo, en el papel de Flórez Estrada  con una preocupación por el libre comercio. Es vano intentar encontrar en la Constitución de 1812 cualquier manifestación de tipo proteccionista. Por supuesto habla de aduanas exteriores, pero más bien tienen subyacente un afán fiscal que el de buscar ayuda para los productos nacionales. Pero lo que si se encuentra con toda claridad es la liquidación de cualquier tipo de aduanas internas. En el artículo 354 se manifiesta: “No habrá aduanas sino en los puertos de mar y en las fronteras; bien que esta disposición no tendrá efecto hasta que las Cortes lo determinen”. Y esa igualación de cualquier tipo de actividad económica en el territorio nacional ya aparece en el artículo 335 entre la agricultura, la industria y el comercio, diríamos ahora, y el subsector de los servicios. Esto se encuentra en relación con un preludio desamortizador.

Flórez Estrada buscó esta apertura interna para vincular a ella a los pueblos americanos que, en aquellos años, comenzaban a alzarse contra las Administraciones peninsulares, cuando en Londres, en 1811, publica su "Examen imparcial de las disensiones de la América con la España y de los medios de su recíproco interés y de la utilidad de los aliados de España", donde se lanza un claro mensaje a favor del libre comercio. El mensaje de Flórez Estrada, en este sentido, enlaza con la teoría de los costes comparativos de David Ricardo. ¿Dónde existía una mayor ventaja comparativa española en el tráfico internacional? Pues en la agricultura. Si de momento no podíamos ser fabricantes y comerciantes, “a la menor podríamos ser agricultores, que no vale menos”. No puedo dejar de señalar que a esa conclusión, en el epílogo a la primera Tabla Input Output española, la de 1954, es lo que exactamente obtiene el profesor Torres Martínez. Mantuvo este mismo punto de vista, avalando lo que había sostenido Ramón Carande en el volumen I de la “Revista de Estudios Políticos”.

Libre mercado interior, y libre mercado hacia el exterior fueron mensajes que surgieron hace estos días dos siglos.

Es obligado, ahora que andamos comprobando exactamente eso, o sea, las ventajas de la libertad comercial hacia fuera y el desarreglo que organizan las contrapuestas políticas económicas de las autonomías, señalar que fueron, en este sentido, ejemplares los economistas que ayudaron a confeccionar la Constitución de 1812.
 

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