El Gobierno y la Unión Europea ya negocian cómo adecuar la regla de oro del déficit público a las previsiones económicas reales de España. Y eso que Mariano Rajoy entiende que en Bruselas se han quedado cortos al estimar un decrecimiento del 1%. Pero, independientemente, en lo que ahora está es en flexibilizar una cifra de déficit que no le obligue a recortar 40.000 millones de euros -lo que se tendría que hacer si el límite fuera del 4,4%- y que las fuentes más autorizadas de la administración tachan de "prácticamente imposible si no es acabando con el estado de bienestar tal y como se conoce".
El equipo del presidente asegura que la revisión a la baja de las previsiones (pasando del 0,7% al -1%) permitirá reclamar en el seno de las instituciones europeas una elevación del techo de déficit que podría estar "alrededor" del 5%, intentado rascar hasta un punto con respecto a la base. Estos son 10.000 millones de euros, todo un balón de oxígeno para elaborar unas cuentas públicas menos virulentas. En ello está el titular de Economía, Luis de Guindos, encargado de negociar en el marco del Ecofín, y también el propio Rajoy, que se implicará personalmente en conseguir los objetivos, destacando su presencia tanto el jueves como el viernes en Bruselas, cuando participará en el Consejo Europeo. "Hablaremos con la Comisión", confirmó.
Rajoy conoció el veredicto de la UE aterrizando en Roma, donde se reunió con su homólogo italiano, Mario Monti. Así, hasta la comparecencia conjunta, tuvo tiempo de preparar cuidadosamente sus palabras, de nuevo envueltas en un aura de gran patriotismo y sacrificio. "Créanme que lo único que me mueve es el interés general de los españoles", puso como base de una intervención muy didáctica, en la que también avanzó una fecha clave de su programa reformista: los Presupuestos Generales del Estado serán presentados el treinta de marzo, cinco días después de los comicios andaluces.
Como si de una clase de economía se tratara, el presidente puso primero en antecedentes. "Fíjense", afirmó, que el anterior Gobierno anunciaba crecimiento para los próximos años, cuando en realidad el país se adentraba aún más en el túnel de la crisis. Y de ahí que, advirtió, "era plenamente consciente de que las previsiones iban a ser así, o incluso peor". El presidente insiste en que los españoles sepan del problema: "Este año va a ser difícil". Hay que saber aseveró, "el terreno que pisamos, dónde estamos, para poder construir y hacer cosas"
La previsiones españolas, aún peores
Si algo va a ser el Gobierno es realista. Ya lo es, como el que más, el presidente cada vez que toma la palabra, con intervenciones que sitúan a los españoles ante un panorama casi bélico. "Lo que no se puede es estar fuera de la realidad", se defendió Rajoy, volviendo a ponerse en modo profesor: "En la primera quincena de marzo, presentaremos nuestro cuadro macroeconómico" y que "irá en línea" con el Banco de España (previsión de -1,5%), FMI (-1,7%) y la Comisión Europea (-1%). Ahora bien, ya advierte, el Gobierno "no va a ser el más optimista de las tres". O, en otras palabras, las cuentas con las que trabaja son aún peores que las planteadas por Bruselas.
Tras ello, continuó Rajoy, llegará el momento de plantear el techo de gasto para el Estado y, con él, el límite del déficit. "No vamos a decir que vamos a recaudar lo que no tenemos", avanzó, en contraposición con lo hecho por José Luis Rodríguez Zapatero. Si de algo se queja tanto en público como en privado es que, por mucho tiempo, España trabajó con unos presupuestos trampeados. "Los problemas de hoy vienen de hacer unos PGE que no tenían nada que ver con la realidad", afirmó junto a Monti.
Las CCAA y Ayuntamientos tendrán que revisar sus presupuestos
El siguiente mensaje, para Comunidades Autónomas, Diputaciones y Ayuntamientos: "Tendrán que aplicar las medidas correctoras correspondientes" tras la revisión. Que, en palabras de un económico de Moncloa, supone que también tendrán que reajustar sus presupuestos, o se verán amenazados por las sanciones previstas en el paquete de medidas del Gobierno.
En cuanto a la fecha de presentación de los Presupuestos, es una victoria personal de Javier Arenas, que -se justifica- ya tiene bastante con arrebatar un bastión a los socialistas como para hacer frente al latiguillo de los recortes. Rajoy niega la mayor, y asegura que sigue el calendario que estipuló desde que llegó a la presidencia. Sea como fuere, y yendo a lo importante, las cuentas serán "sensatas y razonables. No vamos a decir mentiras. El objetivo es cumplir", sentenció.
"Las cosas están como están", llegó a decir el presidente. Y, aunque consiga -como así espera- flexibilizar la regla de oro, también dejó bien claro que esto no será la panacea. Que "hay que reducir" porque el año pasado "nos gastamos 90.000 millones de euros más de lo que ingresamos". De hecho, si por algo se quiere caracterizar España desde ya es por "no gastar más de lo que tiene", un mantra que volvió a recordar en Italia, donde los recortes ha encendido las calles con protestas en más de una ocasión. "No hay precedente de creación de empleo en España con déficit público y deuda, no hay ningún precedente", entonó el jefe del Gobierno, como un punto a su favor.
Políticas de ajuste, pero también de estímulo del crecimiento. Es la otra pata de la política económica del Gobierno, y de ahí que rubricara la polémica carta que también firman Italia y Reino Unido, pero no el eje franco-alemán. Sin pudor, Rajoy volvió a defenderla: "Mercado único, liberalización.... eso es lo que hay que hacer", afirmó, en plena consonancia con Monti.
El Gobierno rechaza un estallido social
Un panorama sombrío, difícil, pero el Ejecutivo confía en el buen juicio de los españoles. "Hemos tomado decisiones que afectan a mucha gente, pero España necesita moderación, sensatez y equilibrio", respondió Rajoy a un periodista italiano que le interpeló por una posible "reacción" social de "los grupos de presión".
Para que ese "estallido" -en voz de un alto cargo- no se produzca, el presidente pide que se explique el por qué de las decisiones. Así se lo ha hecho saber tanto al Consejo de Ministros como al Partido Popular. Que "las medidas que adoptemos sean percibidas como justas y equitativas", como por ejemplo cuando se negó a tocar las pensiones, que subieron. "Todas las demás, o las hemos bajado o se pueden bajar", añadió, dejando abiertas todas las puertas.
"No se va a producir tensión social, no lo creo", insistió. Otra cosa es que la legislatura vaya a ser a cara de perro, pero el Gobierno ya está preparado. Tanto que, aunque "respeta" las manifestaciones sindicales del domingo, defiende con uñas y dientes tanto la reforma laboral como el resto de medidas emprendidas. "No tomamos decisiones para fastidiar a nadie, sino para intentar que las cosas mejores. No tengo temor a que se pueda producir una situación fuera de lo normal. Creo en la madurez, la sensatez y el equilibrio del pueblo español".
Todo lo que rodeaba al presidente Rajoy en su comparecencia con Monti era bélico. El cuadro a su espalda -que dibujaba una batalla encarnizada-, las fragatas y sus cañones que adornaban las puertas... En cierto modo, él entiende la situación que atraviesa el país como una guerra, pero en el sentido de estar todos a una. "Ha llegado la hora de los españoles, de escribir una nueva página de su historia", promulgó, en el cierre de campaña. Otra cosa es que la batalla sea social, como en Grecia. Y por ello, una vez más, llamó al patriotismo, convencido de que hace lo necesario "pensando en el medio y largo plazo" y "no sólo en el corto", como hacía el PSOE.