Se nota mucho que el autor de esta "editorial" no ha trabajado en ninguna fábrica, ni taller, ni comercio, sobre todo en los pequeños. Muchos trabajadores tienen unas condiciones de trabajo y unos salarios decentes gracias a los convenios colectivos, y si hubieran tenido que sobrevivir con lo que estaría dispuesto a pagarle su empresa estarían ya muriéndose de hambre. En España falla más el espíritu de muchos de sus empresarios que el espíritu de la mayoría de los trabajadores. Muchos de esos empresarios, si se lo permitiesen (y con Rajoy estamos en vías de ello) tendría "esclavos" a los que daría un plato de lentejas al día. Donde debiera meterse urgentemente, y parece tener miedo de hacerlo, es con el grave problema que supone la aplicación de la legislación laboral por parte de los jueces de lo social (pasa igual con el resto de jueces, pero ahora toca esta parcela). Esos jueces que dicen que "interpretan" la Ley, cuando lo que están haciendo es retorcerla a su antojo en función de para quien van a sentenciar, de modo que vale aplicar el dicho aquel de que "vale más un mal arreglo que un buen pleito". Por si alguien no lo sabe, en España tenemos la figura judicial como la del "JUEZ DIOS", pues lo que el juez de primera instancia declara probado no hay quien lo cambie, pues las siguientes instancias solo comprobarán si se aplica correctamente la ley en función de lo que se declara probado, y esta ausencia de un tyribunal de segunda revisión ha sido contimuamente denunciada por la Unión Europea. Y quien esto escribe, habla con la experiencia que le da el haber trabajado durante muchos años por cuenta ajena, tanto en grandes empresas como en pequeñas ya sean de servicios o de producción, al tiempo que ha trabajado por cuenta propia al frente de un despacho de asesoramiento en dirección de empresas, y conoce a los empresarios y a los jueces.
Hombre, es que con Franco, para echar un kiki había que casarse. Y eso es lo que tienen en común los demagogos de izquierda con los de derecha, que todavía creen en el sistema proteccionista de los trabajadores del franquismo. Esta reforma seguramente está muy bien. Las empresas están encantadas. Eso es bueno. Pero el fallo que yo, humildemente le veo es que no se interesa nada por los trabajadores, más allá de que en el futuro sean contratados y punto. Dan igual las condiciones. Conviene dar cosas a ambas partes. Si se rebaja el despido a 20 días, que limiten de verdad los contratos temporales. Los sindicatos no se atreven a convocar una huelga porque saben que los currantes, los empleados, no la respaldan. Y encima han votado al PP. La gente está convencida de que ahora no se pueden hacer huelgas. Y la mayoría no cree que los sindicatos les defiendan demasiado. El PP aprovecha muy bien esta coyuntura para hacer la reforma, por otra parte de necesidad, con tantos parados. Para eso les han votado. Pero si las empresas empiezan a incumplir convenios y a despedir a su libre albedrío, sin llegar a ningún tipo de acuerdo válido con los trabajadores, y sobre todo si la recuperación no llega a tiempo, y la rebaja del paro y los sueldos no contentan las expectativas de la gente o sus necesidades, esta situación puede cambiar. Las huelgas pueden generalizarse y el PP perder apoyo electoral. Esto es así. Y más con la oposición demagógica que nos espera. Al PP le puede costar las próximas elecciones generales. Yo sólo aconsejo que se acuerden también un poco de los trabajadores, que son los que votan, y ponen la mano de obra para que los empresarios puedan tener sus capitales.