Mariano Rajoy mantuvo este jueves una de esas reuniones con miga. Tras presidir la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos, que de forma extraordinaria se celebró en el Congreso de los Diputados, se trasladó a su residencia oficial para recibir a un nuevo enviado de la Unión Europea. En concreto, al francés Michel Barnier, comisario de Mercado Interior y Servicios.
El despacho se celebró a las 12.30, de forma discreta, aunque fuera visible en la agenda oficial de Moncloa. En él, el presidente del Gobierno volvió a poner encima de la mesa su plan de recuperación nacional, poniendo especial énfasis en las reformas del sistema financiero y del mercado laboral. También desgranó las medidas de prevención que está acometiendo la Administración para no volver a caer en el agujero de la crisis en fechas futuras.
Hasta aquí la cantinela habitual de cada visita oficial que recibe Rajoy. Pero, en esta ocasión, el presidente volvió a escuchar un compromiso que suena a gloria en su Gobierno: "Las previsiones económicas del Consejo Europeo para España deben ser realistas", le vino a decir Barnier, según las fuentes consultadas. La discusión "va a seguir en el marco del Eurogrupo y del Ecofin", le aseguró Duaro Barroso en Bruselas, donde se estrenó ante el Consejo Europeo.
Este nuevo guiño encaja a la perfección con los planes de Moncloa, cuyos portavoces económicos siempre han defendido que será en marzo cuando España podrá negociar en serio una modificación del límite del déficit público, situado actualmente en el 4% cuando 2011 cerró en el entorno del 8%. Esto es así porque, argumentan, en ese momento la UE ya habrá corregido sus previsiones, que actualmente auguran un crecimiento del 2,3%, encuadrándolas en lo que ya dicen FMI y Banco de España: recesión para 2012.
El presidente siempre ha defendido que la clave para salir del hoyo es urgente trabajar sobre estudios económicos reales y no falseados. También que no se puede edulcorar la realidad, como así hizo este jueves en el Congreso, admitiendo que la cosa irá a peor. Así se lo transmitió a Barnier, que recogió el testigo elogiando los primeros 15.000 millones de euros ahorrados así como las reformas emprendidas.
Ya a micrófono abierto, el discurso se hizo más firme. Es el juego del lenguaje que también utiliza el Ejecutivo, cuando dice que cumplirá con el techo del déficit "sea cual sea". Los objetivos "son difíciles de cumplir, pero son necesarios", afirmó Barnier, que ya no se mostró tan benevolente. Junto a él, en una comparecencia conjunta, el ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo. Rajoy se quedó en Moncloa, con la satisfacción de que la letra de su música sigue gustando a la UE.