La tasa a las transacciones financieras que pretende implantar Francia es visto como una oportunidad para atraer capitales por parte de otros países vecinos, tales como Suiza o Reino Unido. El primer ministro británico, David Cameron, advirtió el martes, tras la Cumbre Europea, que la aplicación generalizada de la Tasa Tobin en la UE costaría, como mínimo, medio millón de empleos a Europa, según admiten en privado los propios burócratas de Bruselas.
Por el momento, esta medida sigue siendo discutida en el seno de la UE, aunque Cameron ya ha manifestado abiertamente su rechazo, puesto que perjudicaría gravemente al sector financiero de su país, uno de los principales motores de la economía británica. Sin embargo, el presidente galo, Nicolas Sarkozy, se ha anticipado al resto de sus socios al anunciar que Francia aplicará un impuesto del 0,1% sobre las transacciones financieras a partir del próximo agosto.
Ante tal anuncio, Cameron ha aprovechado la coyuntura: "En el espíritu de la sana competencia con Francia, si Francia va a aplicar un impuesto a las transacciones financieras, las puertas se abrirán y Reino Unido dará la bienvenida a muchos bancos y empresas francesas”. Y es que este gravamen amenaza con provocar una fuga de entidades hacia plazas más seguras, tal y como ya aconteció con experiencias pasadas como la de Suecia en 1983.
Las relaciones entre Cameron y Sarkozy han empeorado en los dos últimos meses, tras el rechazo explícito de Reino Unido al nuevo Pacto Fiscal de la UE impulsado por el presidente francés y la canciller alemana, Angela Merkel.