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Manuel Llamas

Merkozy ha muerto

Los impulsores del Pacto Fiscal europeo, Merkel y Sarkozy, corren el riesgo de convertirse en cadáveres políticos en los próximos meses. Los actuales líderes de la eurozona están muy próximos a perder el poder en las urnas

Los impulsores del Pacto Fiscal europeo, Merkel y Sarkozy, corren el riesgo de convertirse en cadáveres políticos en los próximos meses. Los actuales líderes de la eurozona están muy próximos a perder el poder en las urnas

El nuevo Pacto Fiscal de la UE nace como papel mojado, pese a los largos y duros meses de negociaciones entre los burócratas de Bruselas. Por un lado, los estrictos límites al déficit público podrán ser vulnerados en caso de recesión o situaciones "excepcionales", dejando así, nuevamente, al arbitrio de los políticos europeos su cumplimiento. Mientras que, por otro, los expertos en Derecho Comunitario coinciden en que el rechazo expreso de Reino Unido al texto lo convierte de facto en un mero acuerdo intergubernamental de eficacia más que dudosa. Así, entre otros efectos, los juristas creen que el Tribunal de la UE no podrá imponer sanciones a los estados díscolos en materia presupuestaria, tal y como prevé el acuerdo.

Pero más allá de estos problemas, ya de por sí relevantes, la clave de la cuestión radica en que los principales impulsores del citado Pacto, Merkel y Sarkozy, corren el riesgo de convertirse en cadáveres políticos en los próximos meses. Los actuales líderes de la eurozona, englobados bajo la etiqueta Merkozy, están muy próximos a perder el poder en las urnas. El candidato socialista, François Hollande, sigue liderando las encuestas para convertirse en el nuevo presidente de Francia el próximo mayo. Y su programa económico atenta directamente contra cualquier intento de austeridad fiscal en el seno de la Eurozona. Más bien, todo lo contrario.
 
Hollande rechaza frontalmente el Pacto Fiscal impulsado por Merkozy, y apuesta sin ambages por la creación inmediata de eurobonos y la compra directa y masiva de deuda pública por parte del Banco Central Europeo (BCE). De hecho, algunas de sus propuestas económicas para Francia entran en contradicción con los ejes que establece el denominado Pacto Euro Plus, firmado el pasado año con el objetivo de impulsar la deteriorada competitividad europea. Así, por ejemplo, el Zapatero galo promete restituir la jubilación a los 60 años; elevar los impuestos, sobre todo, a los ricos, a las grandes empresas y a los bancos (además de la Tasa Tobin); y seguir incrementando el gasto público a base de planes de estímulo y un mayor peso del Estado sobre el PIB.
 
La alternativa a Hollande es aún peor. La tercera en discordia, Marine Le Pen, que en las últimas semanas le está comiendo terreno al propio Sakozy en los sondeos, defiende abiertamente que Francia salga del euro. Y ello, con el fin de reinstaurar un modelo económico "patriótico", "sin sacrificios sociales". En definitiva, una izquierdista nacionalista de corte claramente fascistoide que amenaza con hacer saltar la Eurozona por los aires.
 
Merkel no lo tiene mucho mejor. Su coalición de Gobierno sufre un deterioro creciente como resultado de las guerras intestinales que ha provocado la crisis de deuda. Algunos de sus miembros se oponen al rescate de países, otros cargan contra la política inflacionaria del BCE y, en general, la mayoría de votantes alemanes lleva ya tiempo evidenciando en las urnas regionales su descontento hacia la estrategia de su canciller. Merkel tendrá grandes dificultades para revalidar su cargo en las elecciones de 2013. Europeos, Merkozy está agonizando, y su muerte cambiará por completo la estrategia seguida hasta ahora por el bloque comunitario. El nuevo Pacto Fiscal, muy probablemente, quedará en el olvido en apenas unos meses, cuando los nuevos grandes líderes de la zona euro comiencen a tomar las riendas de la Vieja Europa.

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