La privatización de las empresas públicas tendrá que esperar. Si el año pasado, fue Loterías la que finalmente se quedó en manos del Estado, tras la fallida colocación de su 30%, esta vez le ha tocado el turno a Aena, tras el anuncio de este lunes por parte de Ana Pastor de que se suspenden los concursos de licitación de los aeropuertos de Barajas y El Prat.
En el caso de Onlae, la explicación que se ofreció fue que la colocación de las participaciones chocaba con los deseos de la banca de vender sus pagarés, en un momento de máxima necesidad de liquidez. Es decir, los intermediarios jugaban a la contra del vendedor. En el caso de las joyas de la corona de Aena, la ministra de Fomento lo ha achacado a las "malas condiciones del mercado". Ambas cosas son ciertas: ni éste parece el mejor momento para una OPV, ni las empresas constructoras o concesionarias están en la mejor situación para pujar por Barajas o El Prat, por atractivos que estos sean.
Sin embargo, en los dos casos, había una previsión de ingresos importantes, de entre 7.000 y 8.000 millones de euros, que habrían ayudado a cerrar el agujero presupuestario. Con un déficit del 8% y la necesidad de llegar al 4,4% a final de año, cualquier ingreso es bienvenido. Y los grandes entes en manos públicas siguen teniendo un valor elevado, sean cuales sean las condiciones del mercado.
AENA: el precio de salida para las empresas interesadas en pujar por Barajas y El Prat era de 3.700 y 1.600 millones de euros, respectivamente, cifra a la que se sumaría un canon anual del 20%, mientras que el Estado esperaba ingresar más de 8.000 millones por todo el proceso de privatización.
Aena había sufrido pérdidas de 345 millones en 2009 y 145 millones en 2010, aunque es cierto que para el recién cerrado 2011 la previsión era de alcanza los 16 millones de beneficios (adelantándose al objetivo de llegar a los números negros en 2014). Eso sí, la deuda acumulada por el gestor aeroportuario es de 12.369 millones en el tercer trimestre de 2011. Es la empresa pública más deficitaria de España.
Renfe: no se ha planteado en serio la privatización del operador ferroviario, así que es complicado saber en cuánto lo valoraría el mercado. Para empezar, tendría mucha importancia cuánta deuda le dejase el Gobierno al comprador: en estos momentos sus números rojos ascienden a 5.122 millones.
En los dos últimos ejercicios ha registrado pérdidas moderadas: de 87 millones en 2009 y 20 millones en 2010. En Alemania, el proceso privatizador de su empresa de ferrocarriles está detenido. Los cálculos en 2007-2008 eran que por la venta del 25% de su propiedad el Estado podría sacar alrededor de 6.000 millones.
Loterías: el problema de privatizar esta empresa es que es una de las pocas fuentes de ingresos fiables para el Estado. Los juegos de azar son un valor seguro. Hace unos meses, cuando se inició la fallida OPV, se calculaba que por el 30% de Onlae el Estado podía sacar hasta 8.000 millones de euros.
Adif: privatizar el gestor de infraestructuras ferroviarias se antoja la tarea más difícil de todas, pero algunas voces ya reclaman que al menos la gestión y aprovechamiento de las estaciones se ponga en manos privadas, como ya ocurre con muchos aeropuertos. Tanto en 2009 como en 2010, tuvo beneficios, de 68 y 140 millones de euros respectivamente. Eso sí, su deuda roza los 8.500 millones de euros.
¿Cuánto podría sacarse por la concesión de las grandes estaciones españolas? Es difícil de saber hasta que no estén en el mercado, pero casi todas ellas se caracterizan por ser edificios representativos y bien situados dentro de las ciudades, por lo que no es descartable que pudiera ser un buen negocio.
RTVE: el Consejo de Ministros ya aguó hace unos días la esperada reforma de la Ley Audiovisual que iba a abrir la puerta a las privatizaciones de las televisiones autonómicas. Ahora, el texto sólo habla de abrir la gestión a las empresas, pero sin concretar cómo podrán hacerlo las autonomías. Con este panorama, hablar de la venta de RTVE parece una utopía.
El Ente público ha visto cómo se le rebajaba el presupuesto, como consecuencia de los recortes, en 200 millones de euros, pero le siguen quedando 1.000 millones, que no está mal (bastante más de lo que gastan Telecinco o Antena 3, por ejemplo). De esas cantidad, unos 670 millones los ponen las operadoras de comunicaciones y televisivas. El resto sale de los presupuestos. La deuda de RTVE no es muy alta (unos 60 millones), pero eso es porque cuando el anterior Gobierno cambió sus estatutos y su régimen jurídico, pagó 7.000 millones con cargo a los presupuestos (es decir, limpió sus cuentas).
Sería difícil valorar RTVE en el mercado: la televisión sería un bien muy goloso, mientras que la radio seguramente tendría menos novios. Por poner un ejemplo, la capitalización bursátil de Mediaset está en el entorno de los 1.850 millones de euros.