Vista la absoluta inutilidad de las oficinas de empleo a la hora de colocar obreros, creo que urge cerrarlas y vender sus locales; se conseguira asi un doble ahorro, pues se reduciran funcionarios y se ingresara dinero de la enajenacion de las sedes.En 51 años, jamas he conocido a nadie que haya obtenido un trabajo gracias a ellas.Mi segunda propuesta es la supresion de los 22.000 millones gastados en subvenciones en 2011; ya es hora de que solo vivan del Estado los funcionarios de carrera estrictamente imprescindibles; una economia cuyo 50% del PIB depende del Estado esta gravemente enferma y es, desde luego, un regimen mas parecido al capitalismo de estado estilo sovietico que a una democracia liberal.
Hay otro gran tema, que se intuye en muchos comentarios de la gente.
Es lo del malvado empresario/malvado trabajador. Pero que creo que en realidad viene de otro asunto, que es la cultura del pelotazo... Esto es, sacar todo lo que puedas, y a los demás que les... (De hecho, a veces incluso se quiere explícitamente que a los demás les...).
Vamos, que en este país es un asunto generalizado, y tan presente en nuestro subconsciente, que resulta (casi) imposible evitar pensar que en cuanto alguien tenga la capacidad de hacerlo no lo hará. Esto implica, que los empresarios apretarán al máximo a los trabajadores (incluso a nivel de derechos de trabajadores tipo China), y que los trabajadores harán lo propio. Como ejemplos, en empresas casi todos piensan en aquella para la que trabajan, y en empleados especialmente todos los liberados (aunque no sólo ellos).
Así que, en realidad, el asunto económico es mucho más complejo de lo que parece, y es necesario un cambio en la sociedad para que España pueda realmente salir adelante...
Estoy de acuerdo en impulsar medidas pro-empresa, por ejemplo en España se tarda casi 50 días de media para crear una empresa y los trámites contables, fiscales y laborales son tan farragosos que se pierden decenas de horas al año para presentarlos, esto es lamentable. Ahora bien afirmar que “si se abarata el despido es más fácil que éstas puedan empezar a contratar” no lo veo claro. Si se abarata el despido se despide; para contratar habría que empezar por bajar los costes de contratación. Tampoco estoy de acuerdo con la afirmación “acabar de una vez por todas con el mito de que el Estado debe crear empleo” porque el Estado debe crear empleo para mantener los servicios públicos con médicos, profesores, investigadores, jueces, policías, etc. a no ser que queramos prescindir de estos profesionales y “el empleo solo lo puede generar el sector privado” ojalá fuera cierto pero en estos tiempos de crisis se ha puesto de manifiesto la incapacidad de determinados sectores de la economía española, dependientes o no de la inversión pública, para generar empleo.
El FMI no confía en la economía española y eso que, después de las infames ocurrencias zapateriles, desde 2010 estamos haciendo todo lo que impone el mandato alemán: ayudas a los bancos, reducción del gasto público, del déficit con modificación de la Constitución, subida de impuestos, etc. pero no creo que la reforma laboral vaya a restablecer esa confianza, ninguna de las 16 reformas laborales desde los pactos de la Moncloa ya sean con moderación salarial, contratos temporales o abaratamiento del despido consiguieron sus objetivos (con la excepción parcial de la de 1997) sino generar una dualidad en el mercado de trabajo con trabajadores con contratos indefinidos con aumentos salariales y otros con una sucesión de contratos eventuales (incluso por horas) y salarios bajos (eso los que puedan trabajar, sin contar con las altas tasas de inactividad). La experiencia muestra que fundamentalmente se ha contratado cuando hay actividad económica y no al revés.
Saludos.
"Tras esa engañosa pátina suya de descreída modernidad, España continúa siendo el mismo país milagrero de siempre; el que todo lo encomienda a la Divina Providencia o, en la variante secularizada de idéntica devoción, a los prodigios sobrenaturales que pudiese obrar ésta o aquella norma legal publicada en el BOE. Antes se sacaba de romería al santo patrón de la villa en pía rogativa por la lluvia. Y ahora se confía en que los obispos laicos de otro Palmar de Troya, unos santones hipersubvecionados que se hacen llamar "interlocutores sociales", resuelvan el desempleo echando unas firmas en un papelito. Aquí, es sabido, las cosas se arreglan promulgando leyes y firmando papelitos. Repárese, si no, en la conmovedora fe del carbonero que unos y otros han depositado en la reforma del mercado de trabajo.
Pues la solución, como de costumbre, parece antojarse muy obvia. Poco menos que coser y cantar. Así, de creer a los expertos, el gran problema radicaría en la mucha "rigidez" de la contratación laboral en España. Flexibilícense al máximo esas encorsetadas normas y asunto resuelto, cavilan los expertos. Como se ve, todo bien simple, fácil y sencillísimo. Lástima que no sea verdad. Y es que en economía –y tampoco en la vida – no hay nada parecido al ungüento amarillo. Los expertos ya no se acuerdan pero, durante gran parte de la década de los sesenta, la tasa de paro norteamericana dobló a la europea. Y a nadie en su sano juicio se le ocurrió achacarlo a la excesiva rigidez del mercado de trabajo yanqui.
Sucedía, simplemente, que la productividad de Europa dio en crecer por entonces mucho más deprisa que la de USA. Justo al revés de lo que habría de ocurrir a partir de los años noventa. Nunca hubo más misterio que ése. Y, aquí y ahora, acontece tres cuartos de lo mismo. Ni el ladrillo, ni el corporativismo, ni los convenios, ni las normas de contratación: la productividad, su ínfima, raquítica pequeñez, es lo que explica el escandaloso diferencial del desempleo español. Mientras esa variable crítica no crezca, ya pueden ir cambiando decretos, contratos y reglamentos: no se creará ni un solo empleo neto. Mas dejemos a los expertos con sus rosarios, no vaya a ser que despierten." (Contra los milagros, de José García Domínguez).