Warren Buffett se ha convertido en los últimos tiempos en una de las bestias negras del Partido Republicano. Es algo extraño, puesto que se supone que los dos defienden los mismos principios (capitalismo, mercado libre, propiedad privada, etc…). De hecho, los enfrentamientos con los megarricos son más habituales en el discurso demócrata.
Sin embargo, desde hace un año aproximadamente, Buffett está embarcado en una cruzada contra las exenciones fiscales a los más ricos. Aunque algunas de las propuestas podrían perjudicarle a él mismo, el inversor ha pedido en repetidas ocasiones al Gobierno de su país que suba los impuestos a los millonarios, algo que está en contradicción con las propuestas de los políticos republicanos.
La opinión del oráculo de Omaha es que, para reducir el galopante déficit público generado por la administración Obama, es necesario incrementar los ingresos por el lado de los impuestos, especialmente a los que más tienen; mientras los republicanos creen que lo único que hay que hacer es meter la tijera por el lado de los gastos.
El enfrentamiento se ha recrudecido en los últimos días, según informa idealista.com. En su momento, el senador Mitch McConnell le dijo a Buffett que si quería pagar más impuestos lo único que tenía que hacer era mandar un cheque al Gobierno con la cantidad que le pareciera conveniente, sin obligar a los demás a pagar más impuestos.
La respuesta del millonario no se ha hecho esperar. En el número de esta semana de la revista Time, les dice a los republicanos que si tan importante es cerrar el agujero presupuestario, lo que tienen que hacer es rascarse el bolsillo. La apuesta es clara: "Pondré un dólar de mi bolsillo por cada dólar que pongan ellos". Es decir, que si los senadores donan a su Gobierno dinero para reducir el déficit, Buffett lo igualará. Es más, a McConnell le promete triplicar su aportación.
En esta apuesta, Buffett tiene cierta ventaja. Su fortuna personal es de unos 45.000 millones de dólares, mientras que los 47 senadores republicanos suman algo menos de 400 millones (lo que no está mal, porque suponen unos 10 millones de euros por cabeza).