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José Berdugo

Adiós al dividendo

Los dividendos son una especie en peligro en los próximos meses, y muy especialmente los dividendos pagados en efectivo.

Les felicitaría el año, pero me temo que no hay nada que felicitar con la que está cayendo. Así que siento que nos suban los impuestos a mayor gloria de un populismo de tercera. Dicho esto, yo vengo a hablar de mi libro, que hoy va de dividendos. Está claro, los dividendos son una especie en peligro en los próximos meses, y muy especialmente los dividendos pagados en efectivo. Ya lo vimos hace unos días, cuando Telefónica decidió que recortaba el dividendo previsto para los próximos ejercicios y no especificó la forma de pago del mismo. No es una excepción.

En primer lugar, el escenario económico dista de ser el más propicio. El crecimiento previsto para 2012 –en torno al 1%... según quién lo diga– está fuera de la realidad y no contempla el impacto de las medidas fiscales anunciadas el otro día. En realidad, considerando que el déficit ha sido del 8% en 2011 pero debe ser del 4,4% en 2012, y teniendo en cuenta el peso de la administración pública sobre el PIB (35%) y el impacto negativo que las referidas medidas tendrán sobre el consumo privado, no esperen que las exportaciones nos saquen de ésta como el año pasado. Lo más probable es que veamos una caída del PIB de entre el 1 y el 2%. En esas condiciones, los ingresos de las empresas se verán afectados negativamente, por lo que sus resultados serán inferiores, y los dividendos deberían ser más bajos.

Por otra parte, uno de los sectores tradicionalmente más estables en el pago de dividendos, la banca, no va a poder mantener el ritmo. Las razones son varias. En primer lugar, a la negativa previsión del PIB se unirá que los bancos tendrán que soportar en sus cuentas el cambio de criterios contables sobre las provisiones de crédito que probablemente se establezcan en los próximos días, lo que llevará a unos resultados menores y, necesariamente, a unos dividendos también menores. Por otra parte, la nueva moda de nuestros ínclitos gobernantes es la de incrementar los recursos de capital de las entidades financieras, lo cual choca abiertamente con el incremento del flujo crediticio a los sectores activos de la economía (creo que es así como lo dicen). Antes del final de este semestre, los bancos considerados sistémicos tendrán que tener un capital principal del 9% de sus activos ponderados por riesgo, al tiempo que han de haber constituido un colchón para cubrir las potenciales pérdidas de la deuda pública. En el caso de los bancos españoles, dentro de esta categoría la receta pasa de los 26.000 millones de vellón. Los bancos van a hacer todo lo posible por reducir los dividendos de manera que lo que ganen incremente las reservas de capital en forma de beneficios retenidos. Esto último no tiene por qué limitar los dividendos en sí, pero sí incentivar su pago en forma de acciones.

Por último, hay un punto que es el culmen de esta era populista que nos ha tocado vivir. Es socialmente incorrecto que las empresas paguen dividendos. Los dividendos son cosa de ricos y los ricos son malos por naturaleza. Ante semejantes argumentos de peso, los empresarios no tendrán otra solución que escuchar el clamor popular y contener el reparto de dividendos. Por todo lo dicho, digan adiós a los dividendos por un periodo largo.

Sólo dos cosas más antes de irme. Como he dicho, muchas empresas buscarán pagar en acciones, ya sea para mejorar su capital o para no poner en un brete su liquidez. Este modelo de distribución de dividendos tiene una característica, no sufre retención alguna. ¿Cree usted que a Hacienda, esa que somos todos pero unos más que otros, le va a hacer gracia perder todos esos ingresos? No. Para muestra un botón: sólo el dividendo en acciones del Santander supondrá al estado una pérdida de ingresos de unos 650 millones de euros. Pero por otra parte, ¿realmente queremos cobrar dividendos ahora que pueden quedar grabados con una tasa de hasta el 25%? Yo casi prefiero esperar a que llueva menos.

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