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Francisco Cabrillo

Melchiorre Gioja, economista, clérigo y presidiario

La vida de Melchiorre Gioja habría interesado, sin duda, a un novelista como Pío Baroja; pero me temo que su obra no despierta mayor entusiasmo entre los economistas.

El año 1796 la Sociedad de Instrucción Pública de Milán convocó un concurso con el bonito título "Cuál de las formas posibles de gobierno libre es más conveniente para la felicidad de Italia". El ganador del certamen fue un hombre por entonces muy poco conocido. Se llamaba Melchiorre Gioja, era sacerdote... y, en el momento en el que el jurado adoptó su decisión, estaba preso en la cárcel en Parma. Los liberales italianos afirmaban que había sido encarcelado por el duque a causa de sus ideas jacobinas. Y no hay duda alguna de que mucho de jacobino tenía el reverendo Gioja, quien en la memoria que presentó al concurso defendió la tesis de una Italia libre, republicana, democrática e indivisible. Pero el argumento que utilizaron las autoridades para meterlo en la cárcel fue más simple: lo acusaron –y parece que con razón– de celebrar más de una misa al día para sacarse unos ingresos extraordinarios, lo que el derecho canónico prohibía, salvo en casos especiales o si el sacerdote había obtenido un permiso expreso del ordinario del lugar. Pero, en fin, se ve que el joven sacerdote –nuestro personaje tenía por entonces sólo veintinueve años– necesitaba unos ingresos extras y pensó que la mejor manera de obtenerlos era hacer uso de su ventaja comparativa y misar un poco más de lo permitido.

Se dice que salió de prisión gracias a la ayuda del entonces general Bonaparte, que presionó para que lo pusieran en libertad. Una vez en la calle, pensó que sería mejor cambiar de profesión. Así que dio un giro radical a su vida: colgó la sotana y se dedicó al periodismo y al estudio de las ciencias sociales y de la economía en particular. Pero sus relaciones con la Iglesia Católica siempre fueron conflictivas. Hasta el punto de que, años después de su fallecimiento – que tuvo lugar e 1829– buena parte de su obra estaba incluida en le Índice de Libros Prohibidos.

En concreto, la edición del Índice de Libros Prohibidos de Gregorio XVI (que fue Papa entre 1831 y 1846) incluye nada menos que ocho de sus obras; entre ellas el que es, sin duda, su libro de economía más importante: su Nuovo Prospetto delle Scienze Economiche que consta de seis volúmenes y más de dos mil páginas de texto. Esta extensa obra se publicó en Milán entre 1815 y 1817. Y ya en 1820 –en el Papado de Pío VII– el Vaticano había incluido la obra en el Índice.

La vida de nuestro personaje tuvo mucho de aventurera; transcurrió en un país convulso, en una de sus épocas más complejas y se entregó a fondo a la actividad pública. Al menos en otras dos ocasiones dio con sus huesos en la cárcel; la primera en 1799; y la segunda en 1820-21 tras haber formado parte de una conspiración carbonaria en contra de la ocupación austriaca de algunos territorios y ciudades de Italia.

La obra económica de Gioja tiene una gran ambición. Y hubo un tiempo en el que fue muy apreciada. Un intelectual de la talla de Silvio Pellico afirmó que nuestro protagonista fue el pensador más eminente en el campo de la ciencia económica de su época en Italia. Pero no ha resistido bien el paso del tiempo. Schumpeter definió así su extenso libro principal: "Pueden encontrarse perlas ocultas en un montón de basura imposible de aprovechar"; pero es cierto también que reconoció el interés de los datos estadísticos que su obra incluía y afirmó que este libro anticipó, en algunos aspectos, las observaciones de Charles Babbage sobre el empleo de la maquinaria en la industria.

La vida de Melchiorre Gioja habría interesado, sin duda, a un novelista como Pío Baroja; pero me temo que su obra no despierta mayor entusiasmo entre los economistas. Ni tampoco fue aceptada plenamente por todos los pensadores italianos importantes de la época. Sólo un dato: el filósofo y teólogo Antonio Rosmini (1797-1855), tras criticar la actitud excesivamente complaciente de Gioja con algunos políticos y hombres poderosos del momento dijo de él simplemente "è un ciarlatano". No es una buena forma de pasar a la historia.

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