El año 2012 se presenta difícil en términos presupuestarios. De entrada, lo más probable es que los ingresos fiscales apenas crezcan o, incluso, caigan, dado que, según empieza a avanzar el nuevo ministro de Economía, Luis de Guindos, la economía española podría estar en recesión al menos hasta la próxima primavera o, incluso, más, ya que algunas previsiones sugieren que se puede producir una caída del 1% del PIB en el conjunto del año, lo que implica una contracción de la recaudación tributaria de, aproximadamente, la misma magnitud. Además, conviene recordar que el Gobierno Zapatero adelantó el pago del impuesto de sociedades para las grandes empresas con lo que, el año próximo, el nuevo Ejecutivo de Rajoy no podrá contar tampoco con esos recursos que ya se han gastado los socialistas por anticipado. En consecuencia, las arcas del Tesoro van a estar bastante vacías y eso sin contar con las sorpresas que se pueda encontrar el equipo de Rajoy a medida que vaya conociendo la realidad presupuestaria de sus respectivos ministerios.
En este contexto, el Gobierno tiene que seguir reduciendo el déficit público, de acuerdo con los compromisos adquiridos por Rajoy. La cuestión es cómo lo va hacer. De momento, se habla de congelar el sueldo de los funcionarios, pero con ello lo único que se consigue es contener el crecimiento de esta partida de gasto cuando de lo que se trata es de recortar los pagos. Y aquí, por ahora, el Ejecutivo no está diciendo nada de nada. Por supuesto, habrá que darle un pequeño margen de confianza hasta el próximo viernes, cuando el Consejo de Ministros apruebe el primer paquete de medidas contra la crisis, pero si en ese paquete no se incluyen drásticos recortes en partidas de gasto donde ya se puede meter la tijera a saco, mal vamos a ir porque no se puede esperar hasta que se presenten los presupuestos de 2012 para proceder a ello. De entrada, se me ocurre que el próximo viernes se podría aprobar la desaparición de las ayudas a la mal llamada memoria histórica, al cine y a los artistas de la ceja, a los partidos, sindicatos y patronales; así como la desaparición de la igualmente mal llamada ayuda al desarrollo, a la que este año se ha destinado más del 1% del PIB español para financiar proyectos tales como la liberación sexual de la mujer boliviana y cosas por el estilo. Sin embargo, y por desgracia, este Gobierno, que tiene trece ministerios en lugar de diez, como dijo Rajoy en su día, que sigue manteniendo un Ministerio de Igualdad, no sólo no habla de recortes sino que, además, sube las pensiones. Estas cuentas, por ahora, a mí no me cuadran.
De la misma forma, el Gobierno debería empezar a pronunciarse respecto a lo que piensa hacer con los presupuestos autonómicos y locales. Las comunidades autónomas y los ayuntamientos gestionan más del 60% del gasto público en España y, por tanto, son estos niveles de la Administración quienes tienen que realizar el mayor esfuerzo de ajuste, empezando por reducir personal. Sin embargo, el Ejecutivo tampoco está diciendo nada al respecto. Esperemos que el próximo viernes aclare todas estas cuestiones porque, en caso contrario, la tregua que le han dado los mercados puede llegar a su fin de forma abrupta y nosotros volveremos a hundirnos más si cabe en la crisis.