¿Quién mejor que De Guindos para saber si los españoles nos hemos caído de un guindo o no?.No me resistía a hacer este chiste aunque sea chabacano.
Lo de ZP es que era sangrante.Nunca la verdad cincidía tanto con la evidencia.Todos hemos visto cómo se desmoronaba,y se desmorona,todo a nuestro alrededor,en pueblos y ciudades:comercios de toda la vida que cierran;talleres que "chapan";ayuntamientos que no cubren vacantes;fiestas sin toros,ni tan siquiera charlotadas;cincuentones despedidos después de trinta años en su puesto de trabajo,dedicados ahora a recoger espárragos silvestres o níscalos,según la temporada;y un largo etcétera que nos ha llevado a la época de la juventud de nuestros padres,donde la supervivencia cobraba un papel prioritario y el cultivo del espíritu quedaba ´reducido a las rogativas hacia las Alturas.
Las mentiras sobre la crisis,a la gente desesperada,aparte de agudizarla,eran pura crueldad e imperdonables.
Existe un olvido que se transmite de gobierno en gobierno y en contra de la Ley: obedecer al mandato de redactar una ley sobre el derecho de huelga.
Se diría que nos vamos apañando con el acuerdo tácito de autorregulación basada en una legislación preconstitucional, pero es uno de los olvidos que más daño hacen a la economía nacional y a la solidaridad entre compatriotas y regiones.
Los usuarios siempre salen perjudicados y en bastantes ocasiones doblemente para los ciudadanos y las economías de las autonomías no peninsulares -y, salvo en lo relativo a Ceuta y Melilla, los turistas internacionales que vienen a consumir en nuestro país, al no existir comunicación terrestres con los archipiélafos españoles.
Cuando se convoca una huelga que afecta a servicios públicos -no olvidemos que se trata de concesiones administrativas o dependientes directamente de las administraciones públicas- la sensación de los ciudadanos es que vivimos en un país sin ley. No bastó lo ocurrido hace poco más de un año -que en este país sólo actuamos tras un daño irreparable- para siquiera plantearse ningún grupo político proponer o iniciar la elaboración de dicha normativa.
Y ya estamos hartos de este desbarajuste. Más aún cuando todo parece indicar que durante 2012 vamos a sufrir, probablemente cada día, una abalancha de huelgas salvajes y manifestaciones, que aumentarán si el gobierno tiene el valor que esperamos para finiquitar las subvenciones a los sindicatos.