Se veía venir. Hasta el momento, las conclusiones de la pasada cumbre europea sobre el refuerzo de los fondos de rescate y una mayor participación del Fondo Monetario Internacional (FMI) para construir un cortafuegos creíble contra la crisis de deuda se está quedando en papel mojado con el paso de los días.
El lunes tuvo lugar una nueva reunión, vía teleconferencia, de los ministros de Finanzas de la UE para cerrar de forma definitiva este nuevo plan de refuerzo, ideado para tratar de sostener a España e Italia en caso de que precisen ayuda exterior y, por tanto, garantizar la viabilidad del euro. Sin embargo, no se han alcanzado los objetivos pretendidos.
Así, en primer lugar, si bien lograron ratificar su compromiso inicial de aportar nuevos recursos al FMI mediante préstamos bilaterales, su cuantía apenas alcanza los 150.000 millones de euros frente a los 200.000 previstos en la cumbre de Marsella del pasado 8 y 9 de diciembre.
"Los ministros confirmaron hoy que, como parte de un esfuerzo internacional más amplio para mejorar la disponibilidad de recursos del FMI, los Estados miembros de la eurozona aportarán recursos adicionales por valor de 150.000 millones de euros en forma de préstamos bilaterales al fondo", señaló el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, en un comunicado al término de la teleconferencia que mantuvieron los veintisiete países de la UE.
En la cumbre europea, los Estados miembros de la eurozona y los demás miembros acordaron considerar un aumento de 200.000 millones de euros de los recursos del FMI para garantizar que la institución financiera con sede en Washington disponga de los recursos suficientes para ayudar a la zona del euro a hacer frente a la crisis de la deuda, e invitaron a la comunidad internacional a contribuir también a este esfuerzo. Los veintisiete tenían que confirmar en un plazo de 10 días, que vencía exactamente el lunes, estas aportaciones adicionales, pero tan sólo han logrado acordar las cuantías que corresponden a los miembros del euro.
El reparto de la contribución entre los 17 países de la eurozona se basará en las cuotas establecidas a partir de la reforma que se acordó en 2010 en el FMI, aunque finalmente se ha excluido de esta exigencia a los países ya rescatados (Grecia, Irlanda y Portugal).
Alemania será el mayor contribuyente (41.500 millones), seguido de Francia (31.400), Italia (23.500) y España, con 14.860 millones de euros, según un desglose indicativo facilitado por el Consejo Europeo. Es decir, España e Italia aportarán casi el 25% de los 150.000 millones acordados para que el FMI ayude, en principio, a la propia España e Italia, lo cual no deja de ser una paradoja.
El "no" de Gran Bretaña ha sido uno de los hechos más destacados de la reunión, aunque no se descarta que aporte su cuantía correspondiente más adelante, en el marco de la próxima reunión del G20 a principios de 2012. Pero, más allá de la negativa británica, también quedan excluidos de dicha obligación otros países. Así, la República Checa, Dinamarca, Polonia y Suecia, que tampoco son miembros de la zona euro, podrán participar en el proceso de reforzar los recursos del FMI, aunque algunos pueden necesitar la aprobación de sus respectivos parlamentos en primer lugar.
De hecho, el comunicado no aclara cómo se efectuarán, finalmente, tales aportaciones: créditos de los respectivos bancos centrales o vía presupuestaria (deuda pública). Asimismo, si bien Alemania ha aceptado contribuir a este nuevo fondo, su banco central (Bundesbank) sigue negociando con Berlín la forma y condiciones de dicho préstamo. Es más, no ve ninguna urgencia para que se apruebe de inmediato, rechaza que este dinero se destine a comprar deuda de países en problemas y condiciona su desembolso a que el resto de países de la UE y otras potencias internacionales (EEUU y países emergentes) también colaboren.
De ahí, precisamente, que el comunicado de Juncker enfatice que "la UE saludaría si miembros del G20 y otros miembros del FMI financieramente fuertes apoyasen los esfuerzos para salvaguardar la estabilidad financiera global al contribuir al incremento de los recursos del Fondo y llenar así agujeros financieros globales".
El problema es que, de momento, EEUU se muestra reticente a aumentar sus cuotas en el FMI, mientras se continúa negociando con los países emergentes. Así pues, la negociación en este ámbito todavía no se ha cerrado.
Reforma y refuerzo del Fondo permanente
Por otro lado, los ministros de la UE tampoco alcanzaron un acuerdo para aumentar la capacidad crediticia máxima de los dos fondos de rescate europeos existentes -el actual (EFSF, por sus siglas en inglés) y el permanente (ESM)- por encima de los 500.000 millones de euros fijados hasta el momento, tal y como pretende Bruselas, pese a que en la cumbre se decidió combinar ambos en 2012 para tratar de ampliar recursos. De hecho, la agencia de calificación Fitch advierte de que la máxima calidad crediticia (triple A) del actual Fondo de rescate (EFSF) dependerá de la nota de Francia. Es decir, si Francia pierde la triple A, un riesgo creciente, el citado fondo registrarán problemas para captar la financiación precisa para sostener a países rescatados.
Por si fuera poco, tampoco se progresó en la reforma del Fondo Permanente para que su activación tan sólo requiera la aprobación por mayoría cualificada (85% de los votos) frente al criterio de unanimidad que se estableció en su día. Finlandia bloqueó el lunes esta posibilidad, según los fuentes de Bruselas.
BCE y eurobonos
Por último, una vez más, el Banco Central Europeo (BCE) insistió en que no es posible monetizar deuda pública de forma directa y masiva, tal y como exigen bancos, analistas y numerosos estados miembros. El presidente de la entidad, Mario Draghi, volvió a señalar el lunes que su mandato le prohíbe expresamente financiar estados.
Pero el Bundesbank va mucho más allá de esta mera negativa. Según Joachim Nagel, consejero del banco central germano, la política monetaria no es la solución a los problemas de deuda, y la compra ilimitada de bonos públicos es incompatible con los tratados fundacionales de la UE. "Se pondría en duda la credibilidad del BCE", señaló en una entrevista al diario alemán Die Welt.
"La solución bazooka es un bluff", en referencia a la monetización masiva. "El banco central tiene un mandato claro y es la estabilidad de precios. No debe moverse". La compra de bonos implanta "incentivos falsos a los estados" y no solventa los problemas de fondo, añadió. Los países en problemas deben seguir la senda de las reformas y la austeridad, según Nagel, aunque lleve tiempo. "La crisis no se acabará en 2012, pero este camino arduo es el único".
Nagel corroboró así las últimas declaraciones del presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, quien hasta el momento mantiene su negativa a la compra directa de deuda y a la creación de eurobonos en el seno del BCE. Weidmann llegó a comparar a los gobiernos que piden ayuda al BCE con los alcohólicos que imploraban un nuevo trago.